domingo, 24 de enero de 2010

No es tan fácil estar en la onda


Con frecuencia me pregunto cómo aprendería el personal los hábitos sociales antes del cine. En los libros, imagino. Yo pertenezco a la generación que se instruyó en las destrezas de relación con las heroínas cinematográficas.

¿Cuál era el ángulo exacto que había que poner la cara para no aplastarte la nariz al darte ese beso tan esperado? Ahí estaba el cine para decirte cómo.

¿Cómo adquirir la pericia necesaria para llevar aquellos pantalones de campana que se llevaban en mi juventud (la primera, quiero decir) sin darte un tozolón al segundo paso? Pues ahí estaba la gran Katherine Hepburn para instruirte.


¿Hay forma de llorar a lágrima viva sin hacer pucheros ni que te salgan los mocos? Meryl Streep te enseña la manera.


Y ya metidos en faena, ¿se puede dejar a un mozo – alternativamente, te puede dejar a ti – sin que montes un número que tiembla el misterio? Se puede, ahí está Catherine Deneuve para mostrarte técnicas de indiferencia, capaz de poner gesto de asquito sin perder un ápice de su hermosura.


He de añadir que a mi la Deneuve me ha sido de mucha utilidad, además de para el gesto de ahí te pudras. Mírala como se ha hecho mayor, ha cogido unos kilitos y sigue estando espléndida.

Actualmente, los cambios son tan vertiginosos que no estoy segura de si es el cine quien ofrece los modelos a seguir o más bien recoge las tendencias sociales. Pensaba estas cosas a propósito de las últimas pelis que he visto: No es tan fácil y Up in the air.

En la primera, Meryl Street está divorciada de un tipo que se largó para casarse con una chica joven. La pareja divorciada es padre de tres hijos y, coincidiendo con la graduación del chico, tienen un rollete. Alec Baldwin es el ex y, como todos los ex, gordo y fofo, que hay que ver lo mal que les sienta el divorcio a los chicos. El pollo está encantado con la aventura, mientras mantiene su vida con la chica joven como si nada. Bueno, no quiero destripar la película a quien no la haya visto, el caso es que ella, entretanto, conoce a un tipo con posibilidad de ir a más (Steve Martin) y el ex, al ver que ella está buena de la muerte, es independiente y además está en el mercado, la propone una segunda oportunidad, volver a empezar. Ella le dice que de eso nada monada. Sin poner la carita de ahí te pudras de la Deneuve pero con la misma eficacia.



En Up the air, George Clooney es un profesional que se dedica a despedir a trabajadores de empresas en crisis, se pasa la vida viajando. En uno de esos viajes, conoce a una mujer, tipo profesional independiente, guapa y decidida, y se enrollan. Nada de importancia, convienen ambos. Pasa el tiempo y cuando se complica el asunto, él la busca y resulta que ella tiene una familia convencional. Lo nuestro era un paréntesis, nada serio, le dice. Y él se queda como mustio.



Mi duda es si se trata de una coincidencia el que dos películas de éxito presenten a mujeres decididas que escogen lo que quieren hacer con sus vidas, independientemente de lo que decidan las parejas respectivas; si es que de verdad las mujeres vamos por la vida como apisonadoras y el cine recoge lo que pasa; o es que ese es el modelo que ofrece el cine y las mujeres tratan de ajustarse al propotipo como yo me ajustaba los pantalones para no caerme.

La duda deviene en pregunta: ¿es imprescindible comportarse como un macho tradicional para ser una mujer independiente?

De las dos películas, la de Clooney me parece la más verosímil. En los países desarrollados las cosas se hacen así, a lo bestia. En cuanto a la de Meryl, es posible que algunas ex parejas se enrollen ocasionalmente pero a mí se me hace difícil de creer. A un tío que se ha largado de mala manera, que se portó guarramente y sigue portándose igual, que encima está gordo y fofo, ya le puede ir follando un pez.

jueves, 21 de enero de 2010

Amerrika



Los pueblos son frágiles de memoria. Los individuos, también. Observa un momento la reciente historia de España. Todavía en el año 1978 recibía préstamos como país en vías de desarrollo. Por entonces, más de dos millones de españoles permanecían fuera trabajando para subsistir. Éste es un país de tradición emigrante. Entre 1882 y 1988 emigraron 7.300.000 españoles, de los que volvieron 5.700.000.

Sólo en la última década del siglo XX España descubre el fenómeno de la inmigración. Y, lejos de entender las implicaciones sociales y vitales que tienen esas decisiones adoptadas por razones económicas, muchos españoles se comportan como nuevos ricos. Como si ellos fueran quienes dictan las leyes de la economía, como si fueran realmente dueños de la tierra que habitan. No hemos aprendido la lección.

La lección, a mi humilde criterio, es que la riqueza de la tierra está mal repartida desde el momento en que el 20% de la población acapara el 80% de la riqueza; desde el punto de que hay países y continentes condenados a hambrunas pese a poseer grandes riquezas que son explotadas por intereses ajenos a su población. Las personas emigran para huir de la pobreza que ocasiona un reparto injusto de la riqueza.



En los últimos días abundan las expresiones de rechazo a los trabajadores extranjeros con el argumento de que usan nuestros servicios u ocupan nuestros empleos. No seré yo quien defienda la política de papeles para todos, que considero una estupidez amén de una irresponsabilidad. Casi tanta como criminalizar a los inmigrantes por intentar salir de la miseria. España tiene una capacidad limitada de acogida, no se trata de universalizar la miseria sino de generalizar la justicia.

Dicho lo cual, miedo me da oir a algunos políticos sobre esta materia, me asustan los PP boys defendiendo al tiempo una cosa y su contraria. Pero también me gustaría un discurso más pedagógico, menos maniqueo y demagógico de la izquierda.



Esas cosas pensaba cuando fui al cine el otro día. Te recomiendo la peli: Amerrika. En ella se dan cita dos de mis inquietudes personales: la inmigración y los palestinos. Una historia sencilla y emocionante, la de Muna y su hijo Fadi, que abandonan los territorios ocupados de Cisjordania y se van a Estados Unidos. La película refleja bien los obstáculos que Israel pone en la vida cotidiana de los palestinos y también los prejuicios y la ignorancia de los americanos, y por extensión de los occidentales, respecto a los árabes. Si tienes oportunidad, no te la pierdas…

Amerrika somos todos y todos podemos ser inmigrantes si las tornas cambian.

martes, 19 de enero de 2010

Economía en el subsuelo


Si te fijas bien, en la cara de don Tino se distinguen dos niveles de expresión: la parte superior – los ojillos – esconde una sonrisilla de hombre que sabe lo que no está en los escritos; la parte inferior guarda la compostura propia del cargo de ministro.

Don Tino es lo que los americanos llaman un self-made-man, un hombre hecho a sí mismo, ejemplar que los yankees valoran mucho pero que por estos lares goza de menos predicamento, especialmente en determinados niveles, pongamos la alta política, la alta economía. (Iba añadir que aquí la economía y la política raramente son elevadas pero este año me he propuesto no ser malévola, así que no voy a romper el propósito en enero, esperaré al menos al verano). Aquí, si eres un Jiménez de los Altos Cerros y los Largos Trenes Expresos tienes mucho ganado aunque en el acontecer diario seas un berzas. En cambio, si eres un López-García-Martínez-Fernández has de andar con cuidado que, al mínimo error, te dejan en la cuneta después de advertirte que la política y la economía no es cosa de advenedizos.

Don Tino, iba diciendo, nació en 1949 en Valverde de Leganés, un pueblo pacense, el menor de seis hermanos de una familia de labradores. A los 13 años emigró a Cataluña siguiendo a dos de sus hermanos que se habían trasladado con anterioridad. Se empleó como aprendiz de imprenta. Hizo la mili, se casó en 1973, y en el 76 se afilió al PSOE, desde donde pasó al PSC en 1978. Hasta aquí, una historia como la de tantos españoles de la época. Pero el chico debió salir listo, o algo vieron en él los socialistas catalanes porque, lentamente, sin mucho ruido, se hizo primero concejal, luego alcalde de Hospitalet, después diputado provincial, más tarde vicepresidente de la Diputación de Barcelona y, finalmente, presidente del organismo provincial. Ahí estaba cuando le llamó Zapatero.

- Que he pensado en ti para el Ministerio de Trabajo e Inmigración, debió decirle.

- Que sea lo que haya de ser, debió responder don Tino.

De la dulzura de aquel momento ha debido de quedarle la sonrisilla esa a la que me refería. A las peripecias posteriores habrá que atribuir el rictus serio restante.
Porque, desde aquel instante gozoso, a don Tino le ha pasado casi de todo. A saber: le han recordado como tropecientas veces que no ha pasado por la Universidad; los empresarios le han hecho innumerables cortes de manga; los inmigrantes, que se supone eran su especialidad, han vivido sus peores horas; el empleo, su otra competencia, ha caido en picado; (de nada de lo cual será responsable, pero ya son coincidencias) y cada vez que habla en público, aparece un voluntario dispuesto a llevarle la contraria.

La última ocurrencia – de ocurrir, no de idea inesperada – coincidió con la presentación de datos sobre la actuación de la Inspección de Trabajo, intensificada durante 2009, con el fin, decía don Tino, de “minimizar la economía irregular, estrechamente vinculada a situaciones de precariedad laboral, explotación y siniestralidad laboral”. Es decir, para evitar que, con el cuento de la crisis, la gente omita sus obligaciones laborales o empresariales.

Bueno, pues don Tino, sin andarse con remiendos, añadió que la economía sumergida podía cifrarse entre el 16 y el 20% del PIB. Como se deduce por su propia naturaleza, es harto complicado calcular qué y cuánto se mueve en negro, por debajo de la economía y el empleo declarado pero es evidente, que de aflorar ese empleo las estadísticas oficiales de paro serían menos abultadas.

La declaración del ministro penetró en algunos ambientes como un panzer. Salió raudo y veloz el secretario de Estado de Economía para decir que a ver quién es el listo que cuenta las empresas que trabajan en negro. ¡Mucho bocazas hay suelto por aqui!, debió murmurar la ministra Salgado, al pasar junto a él en el Consejo de Ministros.
Resultado: don Tino llegó al ministerio cariacontecido, seguido de cerca por Manolo, su portavoz.

- Te lo tengo dicho: que nos tienen manía, decía el portavoz.

- A este paso, no sé yo si terminamos la legislatura en Madrid, respondía el jefe.

- Mejor, terciaba Manolo, que no es exactamente un entusiasta de la capital, nos volvemos a l’Ho (Hospitalet de Llobregat para los no iniciados) y a los madrileños que les vayan dando.

- Mejor, mejor, será para ti, murmuraba don Tino, a quien tampoco le entusiasma Madrid pero que le ha cogido gustillo al lugar. Ahora que una cosa te digo, hoy me he callado porque estaba la Aído delante y sólo me falta que ella me saque tarjeta roja por llevar la contraria a una ministra, pero en cuanto me encuentre a la Salgado a solas, voy a preguntarle cómo se explica ella que con casi cuatro millones de parados todavía nadie haya puesto cerco a su ministerio.

- Ni al tuyo… rezongó Manolo.

domingo, 17 de enero de 2010

Ha quedado inaugurado el año

Ha quedado inaugurado el año 2010, se dijo a sí mismo don Tino, en víspera de Reyes, justo cuando se conocía que la afiliación a la Seguridad Social estaba en los 18 millones de personas y que los desempleados rondaban los 3,9 millones, si bien el proceso de destrucción de empleo empezaba a ralentizarse, lo cual es un buen dato en sí mismo.

Hombre realista como es, debió sospechar que el año no iba a ser un camino de rosas pero la realidad es más cruda que la sospecha. El día 6, como regalo real – de realidad, no de realeza – recibía una patada en las mismísimas. El periódico Público, que no parece de derechas, le obsequiaba con una andanada en uno de sus blogs con el sugerente título “Corbacho no dimite. ¿Sorprendidos?

El bloguero admite que “sería injusto culpar a Corbacho de este agujero sin fondo” que es el paro, “aunque convendría detenerse en el papel del ministro”. Y añade “si no cabe reprocharle que el número de parados se haya multiplicado prácticamente por dos desde 2008 ni tampoco atribuirle mérito alguno cuando la recuperación del empleo se produzca, sería muy interesante que alguien explicara en qué consiste su función, más allá de mantener al día las estadísticas, llamar a los interlocutores sociales para recordarles la hora de las reuniones y contestar al gobernador del Banco de España cuando se pone pesadísimo con eso de las reformas estructurales”.

El mensaje del bloguero es que si las cifras de paro van a seguir subiendo independientemente de lo que haga o deje de hacer el ministro a qué espera éste para irse a su casa.

Bien, aceptemos la hipótesis de trabajo. Don Tino dimite y se vuelve a l’Hospitalet o a la Diputación y al Palau Sant Jordi si le hacen hueco. ¿Y luego? Zapatero nombra a otro ministro para que haga ¿qué? ¿Qué puede hacer un ministro de trabajo para CREAR empleo? Si alguien tiene una idea eficaz, que la diga, a mi no se me ocurre.

Salvo que la sugerencia sea que fuera Rajoy quien proponga el titular, en cuyo caso ya se conocen las prioridades y no parece que pasen por la defensa de los derechos adquiridos por los trabajadores.

No está en mi ánimo erigirme en abogada defensora de don Tino, que las encontrará mejores sin duda, y añado que considero imprescindible y saludable la crítica a los cargos públicos, tan mal recibida siempre. Pero entre la crítica y el pim pam pum hay un trecho. ¿Qué puede hacer un ministro de Trabajo en tiempos como éstos? Por ejemplo, negarse a las pretensiones de don Díaz Ferrán de bajar cinco puntos las cotizaciones a la Seguridad Social que hubieran puesto en riesgo las pensiones futuras. Un ministro de Rajoy, probablemente, no lo hubiera hecho. Y tampoco hubiera intervenido mucho más eficazmente en rebajar las estadísticas de paro.

Así, ¿Nadie tiene la culpa de la destrucción de empleo? Pues sí: quienes han creado, alentado, sostenido y defendido, y además se han beneficiado, de una estructura productiva que prima la especulación sobre la producción. Quienes han transformado las plusvalías de los años de bonanza en yates y casoplones en vez de en mejorar la productividad. Quienes han aprovechado la inmigración para precarizar el empleo… (La columna de Joaquín Estefanía en El País de hoy apunta en la misma dirección, no es que yo sea una maniática).

Item más, ¿Qué puede hacer don Tino o cualquier otro ministro de Trabajo en el ejercicio de su cargo? Pues, a mi manera de ver, establecer las condiciones para un buen entendimiento entre los agentes sociales que permita alcanzar acuerdos sociales equilbrados y crear estructuras laborales eficientes, de manera que se garantices los derechos sociales de los trabajadores sin que carguen excesivamente los costes empresariales. Acuerdos que resultan harto difíciles cuando una de las partes, como ha ocurrido recientemente con el mister de la Ceoé, se dedica en sus ratos de ocio a apalear las partes nobles del ministro de turno.

Como se ve, a don Tino le están dando la apertura del año. Menos mal que pudo asistir al concierto de inauguración de presidencia en el Palacio Real, que me iba hecho un pincel. Una breve recompensa para lo que le esperaba. Proseguirá…

jueves, 14 de enero de 2010

A Dios pongo por testigo

¡Que gusto empezar el año ociando! Me lo apunto para años sucesivos. He desconectado de todo aunque me hubiera gustado desconectar aún más para no enterarme de algunas cosas. Que parece que no tenemos arreglo, los seres humanos.

Leo las portadas del periódico “Público” de lo que llevamos de año y te dan sucesivas patadas en los morros del siguiente calibre: asesinadas por el machismo; los politicos encarcelan, los líderes no actúan; Cataluña, Valencia y Madrid disparan el paro; el PP empieza el año en los tribunales; la Fiscalía investiga a Díaz Ferrán por estafa; Vic rechaza a los sin papeles; Haiti: cien mil muertos en el país más pobre de América.

Vamos, que no hay tregua. Entre eso y que se acaban las vacaciones, me está entrando una depre posnavideña de mucho cuidado. A sacarme de ella ha venido la Miss, aspirante oficial a nuera. Me llamó el lunes con la proposición de salir de rebajas.

- Imposible, guapa, por dos razones de peso. A. estoy liadísima. B. me he gastado ya hasta la paga de julio.

Me llamó el martes con la proposición de salir un rato. Respuesta similar.

- Imposible, guapa, fíjate la que está cayendo. ¿Dónde vamos a ir con este tiempo?

Me llamó el miércoles, empezando por el principio: es que quiero hablar contigo. ¿Es imprescindible?, pregunto. Responde que sí.

Allá que me fui como debían ir los cristianos al coliseo: con resignación y dispuestos a lo que fuera por amor al todopoderoso que en el caso de los creyentes era su Dios y en el mío es el heredero.

Un poco menos que los días anteriores pero ayer caían en Madrid chuzos de punta. La Miss, inasequible al desaliento, se me presenta hecha un pincel. La mini más mini que imaginarse pueda, los tacones de aguja de por lo menos diez centímetros, un abrigo de pelo largo que a mí me engordaría tres tallas pero que a ella le sienta como un guante, unos leguins de esos que yo me ponía con reparos cuando tenía otra edad, un gorrito amazona color burdeos, una bufanda que yo arrastraría pero que a ella le llega a las rodillas. Guapa de caerte, que en eso se aprecia cómo mejora la especie. De lejos se veía que llegaba retrechera y juncal.

- Supongo que ya lo sabrás pero yo también quería contártelo…

- Pues así, de repente, no sé a qué te refieres, tanteo, mientras repaso lo más rápido que puedo la lista de cosas que debía saber y no sé si sé.

- Me lo ha pedido, por fin, me lo ha pedido, suelta, con su voz cantarina.

- Te ha pedido ¿el qué?

- Me parece que quieres quedarte conmigo, porque seguro que ya te lo ha dicho tu hijo.

- Seguro, pero ahora no caigo, respondo tratando de ganar tiempo.

- Me ha pedido que me case con él…

Acabáramos. Otra de la especie crédula.

- Y yo quiero que sepas que no vas a perder a tu hijo, sino que me gustaría que ganaras una hija, me dice la Miss en su ingenuidad.

Así que ahí me tienes, recién empezado el año, con España presidiendo la Unión Europea, con los periódicos chorreando la desgracia de Haití, y yo tratando de no herir la sensibilidad de una criatura de la especie guapa que te caes e ingenua que te mueres.

- Verás, nena, en esos casos a lo mejor no hay que tomarse las cosas al pie de la letra. Que no digo yo que no te lo haya pedido, pero a lo mejor tampoco es para tomárselo aqui te pillo aqui te mato. Aparte de que una chica como tu, lista y bien preparada no necesita para nada estar esperando que venga un príncipe azul a traerle medias naranjas, que eso son historias de otra época. Que las mujeres debemos aspirar a cosas mejores…

- Mejores que tu hijo, no creo que haya muchos, contesta, enamorada como una becerra.

- Te advierto que está hecho a imagen y semejanza de su padre, que no sé si es el mejor modelo, digo yo.

Me mira como si yo fuera alienígena. Yo misma me siento como si lo fuera, que no hay cosa que más me repatee que tener que hablar mal del ex (incluso tener que hablar aunque sea bien). ¿Cómo explicarle que lo que pasa es que conozco el percal? Salgo del trance como puedo, fatal, seguramente.

En cuanto la pierdo de vista, llamo al heredero.

- ¿Qué es eso de que vas a casarte?

- Ni loco, me responde.

- ¿Por qué se lo dices a la Miss, entonces?

- Algo tengo que decirle para que no se largue, que hay mucho desaprensivo suelto…

- La madre que te parió, le digo y cuelgo.

Decido dar un rodeo antes de volver a casa. El rodeo me pilla justo en la puerta del Cortinglés así que entro y me compro un jersey de cashemere. A Dios pongo por testigo que estos no me amargan a mí el año 2010.