martes, 31 de enero de 2012

El cachorrólogo

¡Qué susto hemos tenido este fin de semana! No sé si aún me he repuesto. Les aviso desde ya: no estoy para estos trotes.

El programa empezó cuando oí por el teléfono que a la comida del sábado se apuntaban los habituales y los santos padres vascos. (Luego no me digan que me quejo de vicio, es que en cuanto amanece el sábado esta casa es una sucursal del Mercado de San Miguel: todos los conocidos vienen a hacer catas de productos comestibles y bebestibles).

Vinieron a comer, efectivamente. Un cocido madrileño, que es el plato favorito de Ignacio.

- Ay, Ignacio, no sé cómo puedes hacer la digestión de tanta grasa, le dice Gigi con expresión en la que se mezclan la admiración por el aguante de su humano y la repugnancia por la ordinariez de la pitanza.

- Las verdurillas le quitan la grasa, se justifica mi humana –que se ha pasado la mañana en la cocina- y además los ingredientes son naturales y ecológicos.

Esa es otra manía que les ha entrado. Lo ecológico. En esta casa no se come nada que no tenga certificado medioambiental. Para que la niña se críe sana, dicen. A la única que se le permite algún exceso es a mí, que me como mis potingues.

- He comprado los potingues de tu gata, paté de pescado, para que luego digas, se pavonea mi humana las pocas veces que se acuerda de mi comida.

Así que soy la excepción. Aquí, desde los huevos que comen al jabón con el que se lavan, pasando por las sábanas en las que duermen, todo es ecológico. Es una manía, claro, pero también es una cosa de negocios. La Miss y el Heredero han montado una empresa rural, pero de eso ya les hablaré en otro momento que si no, me disperso.

Les contaba lo del sábado. La comida había empezado suave porque mi humano alfa había avisado de que no quería discusiones. Y mi humana, otra cosa no sé pero lo que dice él va a misa. Así que estuvo comedida. Mi humano había advertido también a Mamen de que tratara con mesura a los santos padres y ella había dicho que vale. No sé si Ignacio había avisado a Gigi pero ella se pasó la comida cantando las excelencias de su niña.

- La pobre es tan sufrida, nunca se queja de nada, y miraba a la preñadita con cara de aflicción.

- Mujer, que el embarazo no es una enfermedad y ella está muy bien, no tiene por qué quejarse, responde mi humana.

- No será una enfermedad pero no sabes lo que es cargar con un peso de casi tres kilos sobre los riñones 24 horas al día, tercia el Heredero.

- No, no lo sé, a ti te trajo MRW en una caja de cartón, no sé si te acuerdas, responde mi humana.

- Ay, tan joven y en estos trances, suspira Gigi.

- Mamá, que cuando tú tenías mi edad yo ya había hecho la comunión, arguye la Miss.

Y en esto que Gigi se pone a llorar.

- Ay, mi niña, por dios, mi niña, verla así, repetía entre gemidos.

- Verla, ¿cómo?, preguntó el Heredero.

- Dejadla, dejadla que llore, a ver si así se le pasa, suspiró Ignacio.

- ¿Qué es lo que se le tiene que pasar?, preguntó a su vez la Miss.

-  ¡La tontería! Eso es lo que se le tendría que pasar, pero no hay miedo, se le ha quedado crónica ¿No os habíais dado cuenta de que cada vez está más tonta?, bramó Ignacio, que hasta yo misma me asuste, y mira que a mí las cosas de los humanos ya no me impresionan.

- ¡Papá, por dios, no digas esas cosas horribles a mamá!, se quejó la Miss.

- Ignacio, ¿te sirvo un coñac?, intentó terciar el Heredero.

- Eso, que se emborrache, respondió Gigi, aumentando el tono de sus sollozos.

- ¿Yo me emborracho? ¿Soy yo el que se emborracha? Lo que me faltaba por oir. ¡Vamos, hombre!, repetía Ignacio.

Mis humanos, Mamen y Charly se habían quedado mudos y quietos, como de escayola.

A todo esto, Gigi lloraba como si la estuvieran apaleando, Ignacio preguntaba a voz encuello si alguien le había visto a él borracho, el Heredero abrazaba a la Miss que se había puesto a llorar.

- Ya, ya, ya, repetía mientras la acunaba. 

De pronto, la Miss empezó a berrear:

- ¡¡¡¡¡¡¡Ayyyyy, ayyyyy, ayyyy, ay, ay, ay, yyyy!!!!!!

El Heredero se levantó de un salto. Ignacio se sentó de golpe. Gigi se calló de repente. Mis humanos se acercaron a la preñadita.

- ¿Qué ha pasado?, preguntaron al alimón.

- Me duele la niña, se quejaba la Miss, entre lágrimas, sollozos y mocos. (No sé si debería contarlo, pero es que se le caía el moquillo).

- Vamos a urgencias ahora mismo, propuso el Heredero.

- No, a urgencias, no, se resistía la Miss.

- Ay, mi niña, que se me va, ay, mi niña, otra vez se puso a llorar Gigi.

Mi humana se volvió a ella y, muy seria –no enfadada, seria- le dijo:

- En tu casa, lloras y gritas lo que quieras, pero ahora mismo, te estás callada.

Gigi la miró con ojos de susto, pero se quedó muda.

- Mejor que no se mueva y el médico venga a verla, propuso Ignacio. Acto seguido, marcó un número en su móvil.

- Paco, que la niña se ha puesto mala, sería bueno que vinieras a verla, ordenó. Luego, le dio la dirección de esta casa y colgó.

Mi humana llevó a la Miss a la cama. Era cosa de ver la procesión. La Miss agarrándose la tripa como que se le fuera a caer, mi humana llevándola abrazada por la cintura. Mamen y Gigi detrás, como almas en pena. En el salón, los hombres de la tribu. El Heredero con el ceño fruncido, Charly como atornillado a la silla, Ignacio fumando como una olla express, mi humano sentado, quieto, raro en él. 

El cachorrólogo era amigo de los santos padres. Llegó, se metió en la habitación con la Miss y mi humana y cerró la puerta. Auscultó a la preñadita, que hacía rato había dejado de llorar pero no de quejarse.

- ¿Dónde te duele?, le preguntó.

- Aquí, señalaba la Miss el estómago.

- ¿Qué has comido?

- Cocido, respondió mi humana.

- Conozco dietas más adecuadas para una embarazada, pero dudo que unos garbanzos ni siquiera el tocino, aceleren un parto, dijo el hombre. 

- Me he disgustado un poco, confesó la Miss haciendo pucheros.

- ¿Qué puede disgustar a una mujer como tú, que tienes todos los vientos a favor?, se interesó el cachorrólogo, cariñoso.

La Miss volvió a llorar como una magdalena.

- Una pequeña discusión de Ignacio y Gigi, justificó mi humana.

- Bueno, pues o mucho me equivoco o aún te quedan por lo menos quince días para dar a luz. Tómate una infusión mitad tila, mitad manzanilla, descansa y nada de lloros. Y a tus padres, déjalos que ya van siendo mayores para que se arreglen por sí mismos, concluyó el médico.

Después del sofocón, los invitados se fueron pronto. Todos, incluso Mamen y Charly, que siempre se rezagan.

Cuando se quedan solos, mi humana comenta:

- A mí me dices esas cosas, en ese tono y delante de todo el mundo y no cenas en esta casa, fíjate bien lo que te digo.

- No, si yo pensaba tomar sólo un vaso de leche, que no sé si he hecho la digestión de la comida, responde mi humano, por si acaso.

miércoles, 25 de enero de 2012

Secretos de familia

Esto es un sinvivir. Esmeralda está permanentemente en casa,. Por la mañana se queda porque le da miedo salir sola. Cree que, si sale, le van a atracar o, en el mejor de los casos, un coche se subirá a la acera para atropellarla. Al metro no baja porque los espacios cerrados le producen claustrofobia. Por la tarde no sale porque dice que mi humana va muy deprisa a todas partes y ella es más pausada.

- Pues nada, nena, aquí te quedas que yo tengo mucho que hacer, le responde mi humana.

Mi humano alfa pasa directamente de ella.
- Anda, maja, que no sales por no hacer el esfuerzo. No eres tú vaga ni nada, le dice.

Esmeralda se calla. Delante de ellos, porque en cuanto se queda sola se explaya conmigo. No porque me tenga confianza, que si pudiera ya me habría tirado por el hueco del ascensor, sino porque cree que lo que a mí me cuenta va a quedar en secreto. No sabe adónde ha ido a plantar la era.

- Mírale el tonto este, que se le cae la baba sólo con mirarla. ¿Qué le dará esa puta?

La “puta” es mi humana, quién lo iba a decir. La cuñada tiene la teoría de que todas las mujeres son “unas putas” –perdonen el desliz, pero yo tengo que ser fiel a mis fuentes- menos ella y la reina que son unas santas. La princesa también lo fue antes de casarse pero, según asegura, se ha reformado por la vía matrimonial.

Las mujeres, según la teoría de Esmeralda, utilizan malas artes para atraer a los hombres y tenerlos atados a la falda y, de esa manera, separarlos de sus padres y, muy especialmente, de las hermanas. Esa es una teoría elaborada por ella misma que ya la he oído antes pero estos días se ha visto reforzada con un libro que está leyendo: La soledad de la reina. Según parece, en él se viene a demostrar que el rey es un poco pendón y la reina una santa sufrida.

Tenían que verla leyendo el tomo de marras (la cuñada no es de libros digitales, es un poco chapada a la antigua) y lanzando exabruptos contra todas las novias que se ha beneficiado el monarca. Que, pienso yo, algo habrá tenido que ver también. Y si es de los que se dejan hacer, peor aún.

- Unas putas, eso es lo que son todas, repite una media de dos veces por página.

Cuando ella perora yo me finjo dormida salvo cuando levanta la voz, como si estuviera en el Congreso de los Diputados, y se altera toda ella, que no hay forma de disimular. Abro los ojos y la miro con espanto.

Entonces, se me enfrenta y pregunta:

- Tú ¿qué miras, gata tonta?

Ganas me dan de responderla.
- Miro a una humana tonta de verdad, que como no sabe alcanzar las uvas dice que están verdes. 

Pero no digo ni miau, que en mi caso estaría justificado. Porque yo soy de poco discutir. No como mi humana, a quien le encantan las trifulcas. 

Aunque no siempre lo parezca ésta es una casa bastante civilizada y mi humana se reprime las ganas de retorcer la cabeza a la cuñada cuando se pone muy pesada, aunque yo le oigo crujir los músculos del esfuerzo de contención. Por lo general, sonríe como si la quisiera verdaderamente. Hasta que salta con mi humano alfa:

- Tu hermana no es más tonta porque no practica, deja caer.

- Practicar en tontería es, justamente, lo que lleva haciendo toda su vida, responde mi humano. Al contrario que ella, él es un flemático.

Creo que se aproxima el gran día porque va llegando a Madrid la plantilla familiar al completo. Espero que la Miss no se demore porque estoy pensando en emigrar a otra casa que resulte más acogedora que esta.
 

jueves, 19 de enero de 2012

La cuñada


Una de las cosas buenas de ser gata y no humana es que no tienes cuñadas. A mi humana alfa a veces le gustaría ser gata. Se lo noto estos días en la forma que me mira.

Por si no lo saben, mi humano alfa no nació en esta casa. No, nació en el pueblo y durante años, más de lo que suele ser costumbre en los humanos alfa, vivió feliz y contento, a su aire. Sin mujer alfa fija. Como yo, pero en humano macho.

- Siempre estaba disponible, he oído contar a un colega de entonces, para ir a las fiestas, para ir con la moto, para ir a la bodega. No tenía problemas de horario ni de noche, ni de tarde, ni de mañana. Salía de casa cuando quería, volvía cuando le daba la gana, nadie le preguntaba adónde vas ni de dónde vienes. Tenía el último modelo de coche, el último modelo de moto, el último modelo de raqueta de squash. Le veías siempre rodeado de amigas, era un tipo feliz. Hasta que llegó Ladelatiza y se jodió todo.
(Ustedes disculparán el exabrupto, que yo no seré muy ilustrada pero malhablada tampoco soy, trato, nada más, de ser fiel a lo que oigo para que ustedes pueden hacerse una composición de lugar).

Como no le conocí entonces no quiero opinar pero, aunque la humana no sea santa de mi devoción, he de confesar que ahora también parece contento: tiene raquetas, tiene moto, tiene coche, tiene amigas. No serán el último modelo pero también él va teniendo una edad.

Lo que quería explicarles es que la humana alfa se llevó un tipo escogido de calidad superior, salvo un pequeño detalle: en el lote venía la cuñada, Esmeraldita. Es lo que en los programas de la tele -que veo cuando no hay documentales en la 2- llaman una petarda. Lo que viene a ser una sinsorga.

Estos días la tenemos en casa y yo estoy de los nervios.

Conocí a la cuñada cuando vino a recoger a su gata. Era un regalo del Heredero para que estuviera acompañada. Parece que la doña estaba traspasando la edad límite en la que las humanas hembras que no se han emparejado pueden ir perdiendo toda esperanza y el niño quería hacerle una gracia.

Le trajo una gata con pedigree, una siamesa joven, de pelo lustroso y mirada aristocrática. Podía haberla llevado directamente al pueblo pero no, la trajo a esta casa unas navidades y la siamesa creyó que éste iba a ser su palacio. Fue sacarla de la cesta, verme y erizársele los bigotes. Bufaba como la olla expres. Yo soy de natural pacífico y me achiqué. Me entró miedo de que quisieran quedarse con la siamesa, me metí debajo de la cama y no salí hasta que la casa dejó de oler a gatapija.

Una sospecha boba por mi parte porque estaba claro que la pija donde encajaba era en casa de la cuñada. Allí ha vivido como una reina hasta hace un año que ha pasado a otra vida, con gran pesar de la cuñada.  

Desde entonces, todo se la va en preguntar si ya me he muerto.
- ¿Qué tal la Poe? ¿Todavía resiste?, le oigo decir por el teléfono cada vez que llama.

Me pregunto a ella qué le importa cuánto resisto yo o qué culpa tengo de que se haya quedado sin la pija.

Esmeralda ha venido al médico. Eso dice. Mi humana y yo sabemos que ha venido porque no quiere perder ripio de lo que pasa con la cachorra.

Para colmo, duerme en mi habitación. Cada noche, llega al sofá, levanta mis cojines, mi manta, mi ratón, mis cosas, sin ningún miramiento, sabiendo que estoy ahí. Yo me finjo dormida para mantener el tipo.

- Anda, vete fuera, que te crees la reina de los mares, me dice al oído, para que no la oigan.
- Chiti, bonita, ven, no molestes a Esmeralda, dice mi humana en voz alta, para que la oiga la cuñada.

Yo miro a la una y a la otra y como les digo una cosa les digo otra. Mi humana se habrá llevado oro molido pero en el pecado lleva la penitencia. Vaya regalito de cuñada.

martes, 17 de enero de 2012

La jefa y la tele

Mi humana tiene jefa nueva. Jefa, he dicho. Lo dice como si fuera el gran advenimiento.

- Es la primera vez en la historia, ya era hora, le cuenta por teléfono a alguien.

Pone el inalámbrico en modo manos libres. Dice que es para hacer otras cosas mientras habla pero yo sé que lo hace porque se está quedando sorda como una tapia y no le gusta reconocerlo. Cosas de la edad.

- Ahora lo que hace falta es que lo haga bien, le responde el aparato.

- A ver, no empieces con la misma canción, que estoy harta de tener jefes inútiles y gilipollas, así que la jefa tiene margen, se pone brava mi humana.

Mi humana es una feminista de libro que se orienta con arreglo a dos principios:

1.- Las mujeres siempre tienen razón.
2.- Cuando no tienen razón se aplica el artículo 1.

Con esos antecedentes, se entiende que esté contenta con la nueva jefa. La he visto en la tele y a mí no me parece que sea gran cosa pero ella aplica el artículo 1. Mi humana es más bien rara, por si no lo saben.

La tele es una máquina que me gusta particularmente. Es más fácil de manejar que el ordenador chino éste. Aprietas un botón y ¡ale hop! aparece una película o un documental o el telediario.

Lo descubrí por casualidad, no crean. Un día, andando sobre el sofá, pisé una cosa negra y alargada. Estaba sola en casa y, de pronto, el salón se llenó de voces. Del susto, me caí del sofá. Cuando me recuperé subí de nuevo y olí la cosa negra y alargada. Fui aprendiendo a base de prueba y error. Ahora ya elijo programa. Me gustan las pelís de dibujos y los documentales de la 2, lo que más de todo. Me ha aficionado mi humano alfa, que es muy animal para sus cosas. Dicho sea con todos los respetos. 

domingo, 15 de enero de 2012

Excrecencia familiar


En esta casa todo se celebra comiendo: las navidades, las vacaciones, los cumpleaños, las alegrías, las preocupaciones, todo. Luego se quejan de que engordan, así son los humanos.

Mis humanos alfa se pasaron la primera fase de las navidades sentados a la mesa: nochebuena, navidad, post navidad, pre Nochevieja. No pasaría nada si lo celebraran ellos solos pero quiá, a mis humanos alfa les gusta comer en compañía. Cuantos más, mejor. Y cuanto más tiempo permanecen a la mesa, mejor se lo pasan, parece ser. Horas enteras se pasan ahí, sentados, raca que raca. Arreglando el mundo.

Me acuerdo una vez, que se sentaron a comer a las 3 de la tarde y se levantaron a las 3 de la madrugada, con una pausa para preparar “algo de picar” cuando se hizo de noche. Fue el 13 de marzo de 2004.

La humana alfa de la casa, que no es santa de mi devoción, no sé si lo han advertido, tiene muchos defectos pero tiene alguna virtud: puede montar una comida o una cena en un santiamén. Los amigos lo saben y han hecho de esta casa un jubileo. Sin respeto ninguno por los que también vivimos en ella.   

Ayer volvimos a tener comida. Los de siempre, que a ella le gusta pasar lista.

- Mañana pongo el cordero, que vienen a comer los chicos y Mamen.

“Los chicos” son el Heredero y la Miss y Mamen son ella misma y su Charly. Mamen es como de la familia, a veces más. Ella y mis humanos alfa son amigos desde hace muchos años aunque por separado. Por un lado eran amigas ellas y por otro Mamen y mi macho alfa sin que mis humanos se conocieran. Charly es una adiposidad de la amiga. Buena persona pero de otra pasta. Un vicioso de la vida sana: gimnasia, bicicleta, marcha, tennis, padle, natación. Lo que se entiende por un multiespecialista.

- Tanta salud te va a matar, le dice mi humana en plan choteo.

Mi humano alfa es un santo, no como ella. Yo aguanto en esta casa por él, que si no hace tiempo que me habría ido. No alcanzo a entender las razones por las que él se queda motu proprio. Y encima sin quejarse.

La comida empezó tarde, como siempre porque Mamen nunca es puntual.

- Es una cosa genética, no se conoce de ninguna ocasión que haya llegado a tiempo a ninguna cita, dice mi humana como si expusiera una teoría científica.

La Miss sigue engordando de frente, igual de guapa que siempre y cada día con un modelito nuevo. El Heredero engorda distributiva, lenta e inexorablemente: todo alrededor. Entran en trompa, cargados de paquetes.

- Hemos comprado patucos y baberos para la bebé, dice el padre de la criatura.
- No compréis demasiado que luego os regalarán muchas cosas, dice mi humana alfa.
- Yo estuve ayer en el Corte Inglés y la compré un jersecito rosa, añade Mamen.
- ¿Lo ves? Yo también he comprado un vestido, es monísimo y estaba rebajado, confiesa la teórica del anticompra.

Entre comida y sobremesa la casa estuvo ocupada hasta las siete. La Miss echó una siestecilla después de comer. Es una experta en tener a todo el mundo pendiente de ella. El Heredero la tapa con una manta para no se enfríe, mi humano le coloca un reposapiés, mi humana prepara un té para que haga mejor la digestión.

Cuando la casa se llena de gente yo me retiro a mis aposentos. Aposento, en realidad. Es lo que llaman habitación de invitados. Me subo al sofá, me meto entre los cojines y espero a que se vayan para no oir hablar de “la bebé”. Infructuosamente. Me tienen harta con tanta visita y tanta bebé.

- Y hemos visto una cuna estupenda, de madera maciza, oigo a mi humano alfa.
- Yo la he comprado 100 acciones del Banco de Santander ahora que están a buen precio, una cosa simbólica, cuenta Charly.
- Si se salva de la gimnasia le matará el romanticismo, sentencia Mamen.

martes, 10 de enero de 2012

Subidón


Bueno, bueno, bueno, esto se anima ¡Qué subidón! Esta mañana he esperado nerviosita perdida a que se fueran los dos a trabajar y, en cuanto he oído la puerta del ascensor, he corrido al despacho y he dado al interruptor de la luz que pone en marcha a la vez el adsl y el ordenador. Et voilà, ahí estábamos.

Muchas gracias a todos mis lectores. Me siento como si hubiera ganado el premio Planeta: importante y poderosa.

Aparte de la curiosidad por ver el blog, me ha dado alegría verlos salir porque tenía ganas de volver a una vida normal. Todo lo normal que se puede tener la vida en esta casa, hay que decirlo. ¡Qué navidades me han dado! En la primera fase, convirtieron la casa en el pasillo del metro de Sol. Un jubileo intergeneracional. Los santos padres vascos, Mamen y Charly, el Heredero y la Miss, mis señoritos, la cuñada y el abuelo rural. Se les olvida que esta casa no es la Zarzuela, precisamente. En la segunda fase, en cambio, vivimos la operación abandono de hogar. ¿No habrán oído hablar mis humanos del término medio?

El 22 de diciembre, mientras los niños de San Ildefonso cantaban los números de la lotería que no nos tocan, aparecían el Heredero y la Miss. El Heredero ha cogido unos kilitos, no sé si por la tranquilidad de espíritu, por la vida recogida o como consecuencia de los tuppers que se lleva de esta casa con cocido y potajes varios. La Miss también ha cogido unos kilitos pero los tiene todos puestos en la tripa. Si la miras de espalda te crees que es la misma pero, en cuanto se da la vuelta, te topas con la barriguilla.

- Mi barriguilla cervecera, le dice el Heredero pasándole la mano con ternura.

Quién le ha visto y quién le ve a este pollo. De ser un calavera que no dejaba pasar una –una humana, quiero decir- se ha convertido en un sosaina. Con decir que cuando nos contó que iba a tener un cachorro se le humedecieron los ojos de la emoción, está todo dicho.

- Queremos que nuestro cachorro tenga abuelos jóvenes, le dijo a su madre, el muy zalamero.

Ella se puso babosilla. Y él más.

No me quedó más remedio que levantar la voz para que el momento no acabara en un valle de lágrimas.
- Chiti, bonita, que vamos a tener una niña, me dijo ella.

Mira que sabe que me molesta, pues como si nada. Chiti. Se empeña en llamarme Chiti. Soy una gata adulta, no un peluche. Pero ¿qué vas a esperar de una humana que se hace llamar “ladelatiza”?

Cuando me llama Chiti yo pongo cara de pantera asesina. Da igual. Ella insiste una y otra vez. Cualquier día la escupo.

En fin, no quiero insistir en imposibles para no caer en la melancolía. Quería señalar que cuando ella dijo lo de la niña nadie sabía aún cuál era el sexo del cachorro. Pero ella se empecinó –como suele- y empezó a contar a todo el mundo que el Heredero y la Miss iban a tener una niña.

- ¿Ya os han dicho lo que va a ser?, le preguntaban.
- Aún no, pero seguro que es niña, respondía ella.

Hasta que el día de la lotería llegaron los preñadillos con una foto que lo confirmaba. Me van a traer una niña. Lo aviso desde ya. No me hace ninguna gracia.

lunes, 9 de enero de 2012

Con permiso


Cada día vengo a ver. Doy a la tecla correspondiente, espero y miro. Nada, no hay manera. Ella no escribe en este blog.

La veo algunos días sentada al ordenador. Luego, cuando se va, entro y compruebo que sigue sin escribir. He descubierto la tecla mágica del blog a fuerza de verla a ella. Me gusta fijarme porque siempre se aprende algo. Tengo debilidad por la electrónica: esos aparatillos que, de pronto, se llenan de vida. Soy buena aprendiendo y soy mañosa, ya se ve.

Me he puesto a la tarea porque pienso que personas como ustedes, tan atentas y educadas, se merecen una explicación, ya que no una despedida.  Sospecho que ella no tiene intención de volver a escribir aquí así que, con su permiso, me he decidido yo.

He dado muchas vueltas sobre cómo decirles que he decidido tomar el relevo sin que ustedes me consideren una impostora. He pensado formas de presentarme. Decir, por ejemplo:

- Los conozco bien porque vivo en esta casa desde hace 18 años.  

- Me gusta más él que ella. (Rectifico: me gusta él, no me gusta ella).

- Me llamo Poe.

- Tengo el pelo negro.

- Soy una gata.

Soy una gata lista, me gustaría añadir. Que trata de aprender. Tengo mucho que contar. Y éste es un lugar tan bueno como otro cualquiera para hacerlo.

Me cuesta admitirlo porque con el tiempo les he cogido cariño pero en esta familia nadie es normal. No lo eran antes de la boda y los parientes colaterales han venido a empeorar las cosas. Los colaterales son para echarlos de comer aparte, aunque sea yo la que come en otro lado.

Me había hecho ilusiones de que tras la boda recuperaríamos la vida de antes, la tranquilidad de los tres solos, pero estaba muy equivocada. En cuanto acabó la fiesta unos se fueron por un lado y otros por otro. Los novios, de luna de miel. Los santos padres vascos a recuperarse a Isla Mauricio. Ellos se fueron a Roma y aquí me quedé yo, sola con la asistenta. Que no digo que sea mala humana, pero viene, se pone a sus cosas, me llena el cuenco de comida, me cambia el agua, me limpia la bandeja de arena, pero ni me mira ni me dirige la palabra. 

Cuando no me había recuperado de aquel viaje llegó el verano. En verano, a los humanos les entra el hormiguillo y sienten la necesidad vital de irse de casa. Una vez me llevaron con ellos, cuando era más joven, y no me gustó la experiencia. Me pasaba el día igual de sola en un territorio desconocido. Prefiero a la asistenta. Cuando se va, me queda la casa para mí sola.

Volvieron de las vacaciones cambiados. Lo noté nada más verlos. Traían un aire como si hubieran tenido una aparición. Una sonrisa boba. Hasta que oí que ella lo contaba por teléfono.

- Vamos a ser abuelos, decía.

O sea, el Heredero y la Miss van a traer un cachorro. Para la primavera, según parece.

Y así están, como que les ha dado un aire. A ella se le ha olvidado que tiene un blog que atender, a él le ha entrado un ansia de trascendencia Esta casa no es lo que era y me temo que vamos a peor, ya lo verán.