jueves, 29 de marzo de 2012

La huelga


Esta Niña nos va a traer la ruina. Lo llevo diciendo desde que nació y no me hacen mucho caso pero cada día es más evidente.

Hoy, por si no lo saben, ha habido huelga general. Mi humana lleva una semana dando la barrila para que todos hagan huelga, que este gobierno está destrozando todos los derechos de los trabajadores y los avances sociales que tanto han costado. La Miss dice que ella no puede porque está de permiso maternal.

- Pues haces huelga de consumo, no compras nada ese día, como si fuera domingo, propone mi humana.

- ¿Qué más da que se compre un día u otro?, insiste la Miss.

- Pues no da lo mismo, es el valor simbólico de la omisión del gasto en ese día justamente.

El Heredero dice que él no puede permitírselo, que ahora es padre y una familia tiene muchos gastos. Aparte de que no están los tiempos para arriesgar empleos.

- Pues verás qué mundo vas a dejar a tu hija como prospere esta reforma laboral, protesta su madre.

Cuando se quedan solos, la Miss le comenta:

- Tu madre cada vez está más talibana.

- Hay otras cosas peores, responde el Heredero sin mirarla siquiera.

- ¿Lo dices por mi mamá?, pregunta ella.

- Lo digo en general. Que hay cosas peores que ser talibana como mi madre.

La Miss tuerce un poco el morrito. Se nota que la conversación entre ellos no está muy fluida. Para mí que es por la Niña, ya se lo he dicho.

Eso fue el sábado. Ayer, le echó un chorreo a mi humano porque se olvidó de comprar tabaco.

- Mañana lo compro, por una cajetilla no pasa nada, alega él.

- No pasa nada, solo que eres un esquirol tabaquero, contesta mi humana.

Él se calla porque es poco dado a discutir, al contrario que ella, que le va la marcha dialéctica.

- Vergüenza me daría, rezonga la humana pidiendo guerra.

Esta mañana, aunque no iba a trabajar, se ha levantado pronto, arrastrando a mi humano en el madrugón.

- ¿Dónde vas tan pronto?, pregunta él.

- A ver lo que pasa por la calle.

Desayunan en la terraza aprovechando la buena temperatura del día. En la puerta del Carrefour un grupo de jóvenes trata de impedir que abran al público. Vocean consignas a favor de la huelga y corean insultos a la policía, que empieza a llegar por docenas. Un vecino dice que cerca de nuestra calle una furgoneta policial ha atropellado a un piquete.





 

- Se han puesto en mitad de la calle y los policías no han podido evitar el atropello, explica el vecino. 

El piquete de abajo también debe de conocer el incidente porque sus consignas aluden a atropellos, aparte de llamar asesinos a los policías, directamente. Nuestra calle se llena de furgonas y de policías vestidos como los hombres de Harrelson que toman posiciones en la puerta del supermercado.

El grupo de jóvenes, con pinta de estudiantes, sigue voceando sus consignas con aire festivo. Uno de ellos, abre los brazos en cruz y grita a los polis:

- Miradnos a los ojos, somos jóvenes y buena gente, no somos malos.

De pronto, los hombres de Harrelson se ponen en marcha y lanzan una carga contra el piquete que sale por pies calle arriba. Un grupo de policías agarra a un joven caído en el suelo y le apalean a conciencia. Mi humana va a por la cámara de fotos y se pone a disparar en modo metralleta, al tiempo que protesta acaloradamente.

 

- No hay derecho, no pueden hacer eso, luego dicen que los insultan.

- Lo que no se puede hacer es llamar asesinos a los policías y que no pase nada, responde mi humano.

- Ah, ¿no? ¿Qué tienen que hacer, entonces, liarse a tiros para que se lo llamen con razón?, se lanza por la tremenda mi humana.

- No he dicho eso, digo que entre los piquetes los hay que saben bien cómo tocar los huevos, responde él.

- Y por eso hay que apalearlos en el suelo y entre varios, sigue ella.

- Cuando sales en piquete sabes que das y te pueden dar, razona mi humano.

- Pues muy bien, ahora bajas y les dices que te ha parecido muy bien y que vayan entrenando a sus hijos en ese método y a ver qué gracia te hace si un día la Niña se manifiesta y una panda de polis de esos la apalea en el suelo. Total, ya sabe a lo que se expone.

Touché, me digo. Ya ha sacado a relucir a la Niña para darle en los bajos. Efectivamente, mi humano se revuelve enfadado.

- Cuando te pones así es que no se puede hablar contigo, le dice.

- Ah, soy yo la que se pone así, mira por dónde, protesta ella.

A todo esto, han ido subiendo el tono de voz en parte por el enfado y en parte porque también en la calle ha aumentado el ruido. Un policía mira hacia arriba y le dice al compañero:

- Jodo, no sé qué es peor si aguantar a un piquete o a esa de allá arriba…

Le salva que ella no lo oye porque empieza a estar un poco sorda y yo, que tengo un oído fino, no pienso contárselo. Me tiendo al sol y me hago la dormida mientras pienso en lo felices que éramos en la era a.d.N. (antes de la Niña).

lunes, 19 de marzo de 2012

La rebelión de las hormonas

Mi humana tiene fama de bruja. Ella lo cuenta riéndose, como que fuera una gracia. De vez en cuando se adelanta a dar alguna noticia, en parte por pura chiripa, en parte por el cálculo de probabilidades y en parte porque es mitad cotilla mitad observadora, pero ella cree que tiene poderes sobrenaturales. Los demás hacen como que se lo creen.

Mi humana lleva días diciendo que los chicos están pasando por una crisis. Mi humano dice que lo que pasa es que están cansados porque la Niña les absorbe toda la energía y ha tenido la genial idea de proponer que vengan unos días a casa para que les puedan ayudar en el cuidado de la cachorra y ellos puedan descansar.

Yo les escucho a ambos y, por esta vez, me alegro de no hablar su mismo idioma. Porque no quiero darles un disgusto, pero el asunto pinta mal. 

Parece que al Heredero y a la Miss les ha costado decidirse pero, finalmente, aceptaron pasar una semana de gorra en casa de los abuelos.

Como ya he contado, comparto habitación con la Niña. Pasando por alto otras menudencias, eso significa que soy testigo –involuntaria, pero testigo- de lo que hablan la nueva mamá y el nuevo papá. Y de lo que no hablan. De cómo se miran.

La Miss ha sufrido una mutación después del parto. Me dirán: todas las mujeres cambian después de parir. 
No, el suyo es un cambio que no tiene nada que ver con su aspecto, más sutil y más profundo. Empieza por la mirada, que recuerda a la de las gatas en puerperio; sigue por la forma de moverse, como si estuviera al acecho de que le fueran a robar, y continúa en la manera de tratar al Heredero.

En ese punto es donde primero me percaté de que la Niña había cambiado el status anterior. Antes de su llegada, la Miss era toda dulzura y las palabras que cruzaba con el Heredero rezumaban almíbar a chorros.

- Sí, cariño. Lo que tú digas, cariño. Sí, mi vida.

Ese tipo de empalago que, a fuerza de repetido, acababa por resultar natural en ella. Pero no eran solo las palabras, también la forma de mirarlo. Una manera que viene a decir: Este lo quiero para mí.

El Heredero había tenido muchas novias antes de la Miss. Era lo que mi humana llama un “picaflores”. Hoy con una, mañana con otra, sin complicaciones ni compromisos. Nunca tuvo intención de casarse y de hijos, ni pensar. Pero llegó la Miss y puso en marcha la “Operación Gota Malaya”.

Tengo que decir, a quienes no la conozcan, que la Miss no necesita de ninguna estrategia frente a un humano macho normal. Pero el Heredero no es muy normal. Así que llegó la Miss, le hizo ojitos, una chica que quita el hipo, y se le puso melosa. Lo que tú digas, cariño. Sí, cariño. Y el Heredero, gota a gota, empezó a ponerse tierno.

De ahí al matrimonio hay un trecho pero la Miss le fue subiendo poco a poco al tobogán y cuando ya estaba arriba le dio un empujoncillo. Zasss. Un bodorrio de altos vuelos en el pueblo de mi humano alfa. Aún no hace un año que se casaron y ya ven.

No sé si lo ven pero yo se lo cuento. Desde que ha nacido la Niña, la Miss ya no mira al Heredero con ojos de vaca enamorada, tampoco repite con la misma insistencia el sí cariño, lo que tú digas cariño. Ahora, la Miss mira a su Niña como la Luna debe mirar a la Tierra, con cuidado de no perder la órbita. Al Heredero le ha sacado de la órbita y le hace el caso justito, justito para que no parezca una visita.

Nada sin mi Niña, es su lema. Otro, la Niña es mía. A los demás se la deja con cuentagotas según su santa voluntad. Con mi humano también lo intenta pero él hace como que no la oye y coge a la Niña cuando quiere. Es el único que se salva. A mi humana, en cambio, la tiene a raya.

Hace unos días, el Heredero entró en la habitación sigilosamente, mientras la Niña dormía. No había llegado a la cuna cuando ya estaba la Miss encima.

- ¿Qué vas a hacer?, le preguntó en plan ordeno y mando.

- Quería ver si se había despertado, respondió él, con un tono de sumisión totalmente desconocida.

- Pues me lo dices y ya te digo yo que sí que está dormida, oigo a la Miss. 

El Heredero se calló. Quién te ha visto y quién te ve, pensé.

Estaba pensando en ese cambio tan radical cuando en un programa de cotilleo de la tele –de esos que mi humana dice que no ve- oigo que a una famosa le preguntan por su cachorro.

- Es el hombre de mi vida, ni su padre ni nadie, él es mi único amor, responde.

Mi humana, que está al quite, comenta:

- Otra a la que se le ha puesto la hormona de punta. Va a ser verdad que algunas mujeres lo único que esperan de la vida es ser madres.

Como sea eso lo que le pasa a la Miss no es nada la que nos espera.

lunes, 5 de marzo de 2012

Las visitas


No era para tanto. Le doy demasiadas vueltas a la cabeza porque estoy todo el día sola. He visto a la Niña y se lo aseguro: no es para tanto. No sé a qué viene tanto jaleo. Es un rebujillo de poca carne, lanas y telas. 2 kilos, 250 gramos pesó al nacer.

- Está por debajo del percentil, explica la Miss.

Quiere decir que ha nacido canijilla pero nadie se atreve a decirlo en voz alta. Al contrario, aclaran que tuvieron que abrirle la tripa porque la niña tenía sufrimiento fetal y menos mal que el médico estuvo atento. Que enseguida cogerá peso y será una fortachona pero, la verdad, la ves ahora y da grima. Lo que les digo, una canijilla.

Me la trajeron el sábado que, a lo que parece, ha quedado instituido como Día Oficial de la Familia Unida.
La llevan de un sitio a otro en una silla de coche en la que la Niña parece aún más pequeña. Porque no hay sillas de la talla subpercentil.

Para que entiendan cómo fue la entrada de la Niña en casa sólo puedo remitirles a la entrada del Papa en la Plaza de Colón. Menos el papamóvil, lo demás idéntico.

El Heredero, con la silla en la mano, la Miss detrás sin perder de vista a su cachorrilla. Mi humana babeando. Y ahí tienen a mi humano alfa que le arrebata la silla, se viene a mi habitación, pone el trono encima de mi sofá, libra al rebujillo de sus ataduras y la coge en brazos. Me la va a enseñar, pienso, ahora me la enseñará. Pues no, la coge y se la lleva. La Miss hace ademán de interceptarle el paso.

- No deberías cogerla, es su hora de dormir.

- Ya, dice mi humano. Y se la lleva al salón.

Me ignora. Me ignora totalmente. Como si no existiera. Vuelven al cabo de un rato. La Miss sigue con que la Niña tiene que dormir. Mi humana asiente. El Heredero, mudo. Mi humano alega que la Niña lo que necesita es conocer a su familia lo antes posible y que él es su abuelo.

No te fastidia. Ganas me dan de recordarle que él es un abuelo postizo pero estoy intentando retirarme de los pensamientos negativos.

Por fin, entre todos consiguen que abandone a su presa y mi humano deja a la Niña en una cuna plegable que han comprado los abuelos para cuando venga a casa. La Miss me mira con cara de agente de la Guardia Civil en control de alcoholemia. 

- ¿No deberíamos sacar a la gata de la habitación de la Niña?

Es posible que la maternidad afecte también a la memoria porque esta habitación ha sido siempre la mía. Mi humana me mira con ojos de sospecha. El Heredero tiene una cara de aburrimiento que no puede con ella. Y entonces, mi humano alfa vuelve a coger a la niña y me la trae.

- Mírala, Poe, es pequeñita y tienes que tener cuidado con ella, me dice.

Yo trato de hacerme la interesante y vuelvo la cabeza, como que no me importa lo que dice. Él insiste.

- Mírala qué guapa es ¿A que se parece a su abuela?

La miro de reojo. Mi humano está perdiendo el juicio. Vamos, decir que ese rebujillo es guapa es estar ciego perdido.

Me acaricia con una mano pero es a la Niña a quien tiene en brazos. La Miss insiste.

- Creo que es mejor sacar a la gata de la habitación.

- Dejamos la puerta abierta para que salga si quiere, propone mi humano alfa.

Por fin se van. La Niña se rebulle. Me asomo un poco. Pensar que esa cosa insignificante ha venido a quitarme el puesto, me encorajina más. Me vuelvo a mi sitio, debajo de las almohadas. A pensar y a esperar que se vayan. En vano. No sólo no se van ellos sino que viene más gente.

Mamen y su Charly, los primeros. Mamen es una loca de la vida, buena gente, pero loca de la vida. Mi humana habla siempre bien de ella, (lo que ya es un mérito) asegura que es la más inteligente, la más divertida, la más guapa, la más interesante y la que más ha ligado y ligaría si ella quisiera. No lo dudo pero tal como yo la veo, una loca de la vida. Claro que para aguantar muchos años a mi humana y a su Charly, muy normal no se puede estar.
Bueno, pues Mamen entró directamente a mi habitación y cogió a la Niña en brazos.

- Puedo cogerla, ¿verdad?, preguntó a la Miss, cuando ya había le hecho la revisión.

- No deberíais, que se va a acostumbrar a los brazos, responde la Miss, con cara de circunstancias.

- Ah, pues muy bien, que se acostumbre, que se acostumbre, le dice Mamen.

- Claro y cuando llore por las noches te llamamos para que vengas a dormirla, se queja el Heredero.

- A ti ¿qué te pasa? ¿No estás contento con una niña tan bonita?, se sorprende la amiga del alma.  

- Sí estoy contento pero la vais a malcriar entre todos. Y luego lo pago yo, se lamenta el padre.

Le miro y me doy cuenta que al Heredero se le está poniendo una cara rara. Miro a la Miss y compruebo que la maternidad no le ha sentado bien a la expresión. Mamen, que es más lista que todos los demás juntos, también ha debido de percatarse de algo.

- Oye, qué guapa estás, no parece que hayas parido, le dice a la Miss, con voz de falsa.

- La cesárea es lo que tiene, responde ella, un punto desabrida.

- ¡Qué bonita está la cosita esta!, insiste Mamen, yo creo que ha ganado peso desde que nació…

La Miss pugna por cogérsela para devolverla a la cuna cuando aparece mi humano.

- ¿Has visto cómo se está poniendo de guapa? ¿A qué parece más mayor?, le dice.

- Eso mismo estaba diciendo yo, corrobora Mamen.

- Ciento cincuenta gramos más mayor, señala el Heredero.

- Oye, como te pongas así de tonto cojo a la Niña y me la llevo a mi casa, vamos, hombre, a cualquiera que se le diga, una niña así de bonita y tú con esa cara desaborida, amenaza la amiga. 

- No le hagas caso, es que se está haciendo un poco viejo, explica mi humano.

El Heredero se va. La Miss ordena que dejen a la Niña en su cuna.

- Ahora mismo, responde mi humano. Coge el rebujillo de manos de Mamen y la descubre las piernas.

- Mira que pierninas más torneaditas que tiene.

Cuando creo que no voy a poder soportar más tontería, llaman al timbre. Más visitas. Llegan las holandesas.
Justo, las que faltaban. La holandesa madre abraza a la Miss y le grita que está guapísima y cómo lo ha hecho para perder todos los kilos en un pispás. Eso dice: pispás. La duendecilla se viene directo a mi habitación. Se asoma a la cuna, coge el chupete de la Niña y se lo mete en la boca. A la Miss le va a dar el parasiempre, me digo. Sale de la habitación y enseña el chupete como un trofeo.

- No cojas las cosas de la Niña, le amonesta tibiamente la holandesa madre.

Mi humana coge el chupete y al momento vuelve con otro nuevo que deja en la almohada de la Niña.
Entonces, la duendecilla se acuerda de la vieja cantinela.

- ¿Dónde está el gatito?, pregunta.

- Es gatita y está descansando, anda, déjala, responde mi humana.

La Niña y yo tenemos un momento de sosiego cuando por fin salen todos de la habitación. Un momento, he dicho, porque al instante vuelve la duendecilla, levanta los cojines y me advierte.

- Si arañas a la Niña te cortan las uñas…

He aprovechado el resto del fin de semana, que mis humanos han estado fuera, para informarme en internet si hay algún lugar donde las gatas repudiadas por los humanos podamos pedir asilo político.