jueves, 17 de enero de 2013

Lo que se nombra

Sólo existe lo que se nombra, lo que se dice, lo que se cuenta. Se lo tengo más que oído a mi humana. Ella lo dice a propósito de las mujeres pero yo creo que esa es una verdad universal que vale para todo.
- Ahí tienes el caso de María Lejárraga, escritora y feminista, cuyas obras las firmó el marido, Gregorio Martínez Sierra. ¿Quién es el famoso? ¿Quién aparece como autor? El marido, a ella no se la nombra, nos recuerda de vez en cuando.

Otras veces le da por el valor del trabajo y nos vuelve a contar que, según la socióloga Mª Ángeles Durán, el PIB español se duplicaría si la contabilidad nacional computara el valor del trabajo no remunerado que realizan las mujeres: la gestión de la casa, la ayuda a la dependencia. Esas tareas que se consideran domésticas y a las que ningún hombre se siente llamado.

Una variante de este mensaje es el papel de los abuelos.
- Ayudo a mis hijos, dicen los abuelos que se quedan con los nietos, un día y otro día, mientras los papás de los niños trabajan diez horas diarias, cuando deberían decir que tapan las vergüenzas del gobierno de turno.
Aunque cuando más lo repite es a propósito de la violencia machista. Su teoría es que si en vez de llamarse crímenes pasionales se les calificara de crímenes machistas se identificaría a los matones como asesinos y no como amantes desesperados.
- Es necesario llamar a las cosas por su nombre, machaca la humana.
- Pooo, grita la Niña, y me mira.

Estamos en la terraza y yo finjo que sigo durmiendo, pero entorno los ojos y la veo cómo se sulfura al creer que no le presto atención.
- Poooo, llama de nuevo y señala con el dedo un barco.

Abro los ojos, la miro y, luego miro al mar. Estos días el sol anda jugando al escondite con las nubes. Ahora me asomo, ahora me escondo. En estos momentos, un rayo de luz se abre paso en los bordes de una nube grande y gris y se lanza directamente al mar. El barco parece navegar sobre una inmensa llanura incendiada.
-Poo, murmura la Niña, admirada, como yo, por la belleza de la escena.

Lo cuento aquí para que quede constancia oficial. La Niña, que no llama a su padre, ni a su madre, ni a su abuela, ni a su abuelo, me ha llamado a mí. Tengo que recordarle a mi humana que sólo existe lo que se nombra.

La nube gris, finalmente, se traga al sol. El barco navega ahora sobre un mar tan oscuro como la nube. La Niña me mira y se ríe. 
- Poo…

jueves, 10 de enero de 2013

Jueves al sol


Estamos en la terraza la Niña y yo tomando plácidamente el sol. De vez en cuando sale la Miss para comprobar que la Niña sigue atada a la silla, tal como ella le ha dejado.
- Eso es, muy bien, cariñito. La Niña tiene que estar quietecita y portarse bien como mamá le ha dicho, la repite tantas veces como aparece.

La Niña mira a su madre con cara angelical –que es la que tiene de serie- y, si acaso, hace un gesto con la manita para que la supermamá del mundo-mundial se mueva y no le quite la visión del mar, que es lo que de verdad nos gusta y nos entretiene a ella y a mí.

Cuando la Miss se va, la Niña señala con su dedillo el mar y dice “aba”, que, como ella y yo sabemos, quiere decir “agua”. Tan pequeña y ya ha comprendido la composición del universo. En cuanto se entere el humano alfa, se empeñará en que reconozcan internacionalmente la inteligencia precoz de su nieta y la humana tendrá que convencerle de que lo que hace la Niña es lo que hacen todos los niños del mundo. Esfuerzo inútil. Mi humano está convencido de que la Niña es un prodigio de la naturaleza como la Miss está convencida de que la maternidad la ha inventado ella.

A la Miss la maternidad le ha puesto la hormona de punta hasta extremos que yo desconocía que se pudiera poner. Por lo que deduzco, tampoco a la humana le parece normal.

- Yo creo que alguien debería explicarle a esta criatura que otras mujeres han parido antes que ella, murmura mi humana con la franqueza que le es propia.

- Déjala, es natural que esté emocionada después de haber traído al mundo una niña como la nuestra, responde mi humano con el embeleso propio de un abuelo primerizo.

- Joer, estoy rodeada, se lamenta la jubilada.

La cosa habría podido quedar así, en un juego floral sobre la maternidad y la infancia, si no se hubiera introducido una variable respecto a la que la humana es muy sensible: el trabajo de la mujer y su autonomía económica. El primer percance se produjo allá por el final del verano cuando ella entendió que la Miss debería pensar en reincorporarse a su oficina o adonde quiera que trabaje.

- ¿Qué vais a hacer con la Niña cuando vuelvas al trabajo? ¿Habéis buscado guardería o vais a contratar una tata?, preguntó de sopetón en la primera comida tras la reentré. En realidad, ella quería adelantarse por si a los papás se les había ocurrido endosarle la nieta a ella, aprovechando la jubilación.

- Aún no hemos decidido nada, respondió el Heredero, pero en el tono se notaba claramente que esa era una herida sangrante.

- ¿Cómo vamos a dejarla en manos extrañas, tan pequeña como es?, añadió la Miss con cara de espanto.

- A los siete meses hay muchos niños que se quedan con una tata y sobreviven. Para no hablar de los que, con menos tiempo, se quedan en las guarderías, dijo la humana.

- Por eso, entre otras cosas, vivimos en un mundo tan deshumanizado, argumentó la Miss.

- Por eso y, sobre todo, porque los que manejan el dinero están tratando de devolvernos a la época feudal, saltó la humana, mirando de reojo al Heredero.

- Bueno, mamá está bien que te diviertas con tus manifas pero no nos des el mitin, que no somos tus yayoflautas ni los desarrapados del 15-M, respondió el Heredero.

- Pues mejor ser perroflauta que capitalista explotador, dejó caer la humana.

- Estábamos hablando de la Niña, terció mi humano alfa, que no pierde de vista lo que verdaderamente le importa.

- De la Niña y del trabajo de su madre, añadió la humana.

- Me estoy pensando si vuelvo a trabajar o no, contestó la madre aludida. 

- ¿Qué tienes que pensarte?, atacó la humana.

- Es que no sé si me merece la pena, dijo la Miss.

- ¿De qué pena hablas? No sé si te das cuenta de la cantidad de mujeres que quisieran tener un trabajo al que volver para sacar adelante a sus hijos y a su familia, insistió la humana.

- No sé si tú te das cuenta de que ese no es nuestro caso, apuntó el Heredero.

- En materia de derechos, cuando una mujer da un paso atrás todas las mujeres salimos perdiendo, mi humana no se anda con paños calientes.

- Si nos vamos a poner talibanes mejor lo dejamos, concluyó el Heredero.

- ¿Reivindicar el derecho de la mujer al trabajo es ponerse talibana?

- Reivindicar el derecho no, considerarlo un deber, a lo mejor, respondió la Miss a la suegra.

- Por lo menos, te garantizarás la excedencia, apuntó la humana.

- En el despacho son más bien partidarios de rescindir el contrato y reconsiderar el ingreso si luego quiero volver, pero he hablado con mi padre y me garantiza que puedo incorporarme a su empresa cuando quiera, explicó la Miss.

- Hay que fastidiarse con el empresariado humanista, como se moderniza la oligarquía, masculló la humana.

- ¿Qué tiene de malo que me quede a cuidar a mi niña si no necesito mi salario para comer?, preguntó la Miss.

- No tiene nada de malo pero muchas generaciones de mujeres hemos peleado batallas muy duras para compatibilizar dignamente la maternidad y el trabajo para que vengan ahora las niñatas a descubrir la maternidad como dedicación y realización personal exclusiva, explotó mi humana.

- Yo no soy una niñata, se defendió la Miss.

- Ni la primera mujer que ha parido, respondió la humana.

- No seré la primera pero en materia de maternidad, mejor es pasarse que no llegar.

Ahí nos dimos cuenta todos, incluida yo, de que la Miss puede tener la hormona alterada y, ocasionalmente, parecer un poco bobita pero que se trata sólo de apariencia. Llegado el caso, puede ser igual de harpía que la humana. O más. No sería el único descubrimiento de aquella comida.

- Mejor dejamos la cuestión porque creo que tenemos distintos puntos de vista. Ojalá nunca tengas que cambiar de criterio a la fuerza. Ojalá nunca descubras de golpe hasta qué punto es conveniente que la mujer tenga autonomía económica porque tu marido te cambia el horizonte, espetó mi humana con esa sangre fría que le sale a veces.

Todos se quedaron callados. Incluso el humano, con lo aficionado que es él a templar gaitas. Todos, también el Heredero al que, en ese momento, se le encendieron las mejillas. Mi humana se percató rápidamente. Yo también, no lo digo por presumir.

Cuando nos quedamos solos, la jubilada se lo contó a mi humano.

- El Heredero tiene un asunto.

- Pero ¿qué dices? Qué cosas se te ocurren, descartó él.

- Ojalá me equivoque pero creo que no. Le he visto ruborizarse y el Heredero no se ruboriza si no es que le han pillado con las manos en la masa.

- Pero, vamos a ver ¿En qué masa le has pillado?

- Es una cuestión de alusiones y sutilezas pero éste tiene un asunto, acuérdate de lo que te digo.

Si esto que les cuento ocurriera en un mundo literario, después de aquella comida se habrían desencadenado una serie de desencuentros y otros sucesos de trascendencia diversa. Pero esto que les estoy contando es la vida real y esta humana mía tiene esos prontos que le permiten decir rotundidades y luego seguir como que aquí no ha pasado nada. Al domingo siguiente, el Heredero puso una excusa y no fueron a comer, como era su costumbre, pero quince días después volvieron al redil y todos tan felices.

- Si piensas seguir haciendo descubrimientos guárdalos para ti, no vayan a dejarnos sin la Niña, advirtió el humano alfa.

No nos han dejado sin la Niña, aunque a mí no me hubiera importado mucho, francamente. La Niña va por casa más que antes. La lleva la supermamá que, lejos de apaciguarse, está cada vez más maternalmente focalizada. El término no es mío, es de la amiga psicóloga argentina de la humana.

- Dejálo y no te hagas mala sangre, la Miss focaliza su atención vital en la nena. Ocurre con frecuencia y, sorprendentemente, con más frecuencia entre las mamás jóvenes primíparas. Se le pasará cuando la pequeña vaya creciendo.

La pequeña va creciendo y la Miss sigue igual de fundamentalista y de focalizada. Quien no sigue igual es el Heredero. Primero, porque está mucho más ocupado y, luego, porque está mucho más ¿cómo lo diría? ¿Distante? Sí, distante puede ser el término. Ahora mismo, como varios miles de kilómetros de distante.

- Papi te manda besitos desde Frankfurt, le dice la Miss a la Niña. Otras veces es Nueva York o Londres o Singapur. Sitios que tienen una cosa en común: a ninguno se va en metro.

En Navidad fueron a San Sebastián con los papás de la Miss pero en Nochevieja le surgió al Heredero un viaje urgente.
- Si quieres podéis iros los dos, nosotros nos quedamos con la Niña, propuso mi humano.

- No, no es bueno mezclar lo personal con el trabajo, ya me quedo yo con la Niña, respondió la Miss por los dos.

Luego, cuando madre e hijo se quedaron solos, oí que la humana le decía:
- Tiene razón tu mujer, donde tienes la olla no metas lo otro.

- Es trabajo, mamá, sólo trabajo, respondió el Heredero con risita de conejo. Y cada día que pasa eres por hablada…

- Mayorcito eres y sabrás lo que haces y lo que arriesgas. Una cosa te digo sólo: nos quedaremos con tu mujer y con tu hija pero a mí no me tomes por tonta. ¿Vale?

Así que cogimos los bártulos, llenamos el coche hasta el retrovisor y aquí estamos, en la playa. Al sol, tan ricamente. Mirando cómo llegan las olas y rompen en la orilla, cómo se acercan y pasan los barquitos que van a pescar. Cuando se acerca un barco la Niña me mira, apunta con su dedillo y pone cara de asombro, con la boquita en O.
- Ohhh.
- Sí, cariño, es un barco, traduce la Miss si está cerca.

Oigo en la radio que medio país está aterido pero nosotros, de momento, estamos así, el jueves al sol. 

sábado, 5 de enero de 2013

Lo que yo daría


Lo que yo daría porque el tiempo volviera hacia atrás.
Los humanos, la especie de humanos que frecuenta esta casa, hablan y no paran de la crisis. Que si la crisis económica, la crisis financiera, la crisis empresarial, la crisis laboral, la crisis de valores, la crisis, dicen y repiten. Sobre crisis podría impartir yo un máster.

Para irnos situando. Cuando yo llegué a esta casa –dejando aparte el hecho diferencial de que yo era joven- en ella vivíamos mis humanos y yo y, a ratos, el Heredero. Mis humanos se dedicaban a sus cosas y por casa paraban más bien poco. Cuando estaban, mi humana me hacía el mismo caso que ahora o menos pero mi humano vivía pendiente de mí, me cogía en brazos, me achuchaba, me preguntaba qué quería comer.

Llevaba yo una vida de lujo, aún me acuerdo.
El Heredero es muy de ir a su aire entonces y ahora. De vez en cuando traía una Rubia nueva y nos la presentaba. Otra Rubia de su vida, comentaba mi humana. Cada rubia venía a durar un trimestre de promedio. El Heredero tiene cierta inclinación por las rubias de piernas largas y aspecto de miss. Hasta que un día trajo a la auténtica Miss.

Al principio, la Miss nos cayó bien. Era simpática, cariñosa, parecía más lista que el Heredero y menos presuntuosa. A mí me pasaba la mano por el lomo y me decía palabras tiernas. Parece que al Heredero le hacía lo mismo. Nos conquistó. En el conciliábulo casero hubo acuerdo unánime de que era la mejor novia que se había echado el Heredero.

Nos dimos cuenta enseguida de que, además de simpática y cariñosa, la Miss era una tanqueta. Espectacular que te caes, como la definió Mamen, pero una tanqueta. Se le había metido entre ceja y ceja cazar al Heredero y, por más que él se defendió, lo cazó. Es verdad que estaba bien dotada, de lo que estaba a la vista y de lo que nos fuimos enterando, esto es, la fortuna familiar. Y el Heredero es muy mirado para las cosas susceptibles de ser contadas. Contadas de contar, no de narrar. Máxime si cotizan en bolsa y/o se imprimen en la Fábrica de Moneda y Timbre.

La conclusión ya la conocen. Mis humanos pidieron a Ignacio y a Gigi la mano de la Miss para el Heredero y, poco después, montaron un bodorrio del que aún se habla en el pueblo de mi humano alfa. Poco después, lo justito de después, según cálculos de mi humana y de Mamen, nació la Níña. Y ahí se acabó mi dicha.

Mi humano cree que no hay más niña en el mundo que la Niña de sus ojos. Mi humana cree que ser abuela es mérito que sólo tiene ella y nadie más. Mamen cree que, puesto que conoce al Heredero desde antes de nacer, la Niña es también suya. Y, por encima de todos ellos, la Miss está convencida de ser la primera y única mujer que ha parido una criatura y de que la maternidad ha sido y es su misión en el mundo.
Desde hace casi un año el mundo gira en torno a una niña que, por todo mérito, aún no ha aprendido a andar, que sólo sabe agarrarse al pelo, a las orejas o a la nariz de quien la coge en brazos, sonríe y hace gorjeos. Y para de contar. Esa es la Niña que les tiene sorbido el seso, ya ven. A mí me ignoran o me miran con suspicacia como si yo fuera un dragón dispuesto a comerse a la cachorra.

Por si no fuera suficiente con la Niña para amargarme la existencia, mi humana se jubiló este verano. 
Lo que yo daría porque la jubilada volviera al trabajo. Volviera y se quedara, me refiero. Lo que yo daría por volver a la primavera, cuando toda la casa era mía la mayor parte del tiempo y sólo tenía que aguantar a la Niña y a los Herederos –de vez en cuando-. Mi castillo era mi morada. Todo eso se acabó desde el momento en que la humana se jubiló. Me tiene tan desesperada que hay días que añoro a la cuñada, no digo más.

¿Desesperada?, se preguntará Valdomicer, como si lo viera. Desesperada, si. Porque ahora a la humana le ha dado por viajar. Una afición loable que proporciona mucha cultura, me dirán. Y yo les daría la razón si no fuera porque, cuando se le mete una idea en la cabeza, embarca a quien se le pone por delante.
- Sería estupendo vivir junto al mar ¿verdad?, podíamos probar, se le ocurrió un día.

Desde ese momento mi humano, que es más de secano que el centeno, empezó a soñar con el mar. Y como ambos se retroalimentan, de pronto les entraron las prisas y no pudieron esperar al verano. Así que hemos estrenado mes y año –enero, 2013- a la orilla del mar. Observarán que he empleado el plural y han observado bien porque aquí estamos todos. Bueno, todos, todos, no. Falta el Heredero pero están la Miss y la Niña.

Yo no conocía el mar más que a través de la televisión. Y no es lo mismo, lo reconozco. La mar es grande y extensa como la tierra pero tiene movilidad propia. La contemplo desde la terraza, tumbada al sol. Durante horas, miro el ir y venir del agua. El primer día me asaltó una duda ¿Y si al mar le da por seguir moviéndose y llega hasta aquí? ¿Por dónde salirnos? Parece que no, que tierra y mar han llegado a algún tipo de entente y el agua se limita a hacer amagos de invasión para retirarse inmediatamente.

A la Niña también le gusta el mar porque se queda mirando como hipnotizada. Como yo, vamos. Hoy hemos tomado el café en la terraza. Hace una tarde primaveral a despecho del calendario. De pronto, mi humana coge a la Niña y le dice:
- Verás que morenita te vas a poner para cuando venga papá.

La Miss no dice ni media palabra. Mi humano hace como que no ha oído nada. Yo sigo mirando al mar. Para mí que el Heredero tiene otros planes. Otro que está como yo. Lo que él daría porque el tiempo volviera hacia atrás.