domingo, 28 de febrero de 2010

Mensaje de la Botella: un APLI

Las telecomunicaciones están a punto de acabar con la correspondencia postal. El cartero ya no reparte declaraciones de amor, ni mensajes de los amigos lejanos, ni las quejas de los padres a la hija que ha suspendido o al hijo que se ha echado la novia inadecuada.

Esos mensajes se envían ahora vía correo electrónico o a través del móvil. Los buzones se llenan de correspondencia comercial o de publicidad. Las cartas son de los bancos, de las firmas comerciales o de la administración.

A mí, salvo el presidente del Corte Inglés, que me felicita muy amablemente las navidades y el cumpleaños, (por cierto, a ver si me acuerdo un año de estos de devolverle la felicitación) o los candidatos en época electoral, raramente me escribe alguien importante o simplemente conocido.

Por eso me extrañó que, hace unas semanas, me llegara una carta con la firma de Ana Botella. Una carta no muy afectuosa, pero correcta. Se ve que es una chica bien educada porque no me tutea como si ella fuera una dependiente de la calle Serrano y yo una clienta con posibles. No, doña Ana me trata de usted. Muy bien me parece ese detalle.

Estimado vecino/a, dice. Ya he advertido que no es muy personal. Abreviando, me comunica que los servicios de limpieza, que son sus mandados, van a venir a mi calle, por segundo año consecutivo, añade, “para llevar a cabo un programa de actuaciones especiales de limpieza integral, que tiene como objeto optimizar el servicio de limpieza y recogida de residuos en los espacios públicos”.

Seguidamente, se pone minuciosa. Las APLI de marras incluirán: “recogida de muebles y enseres; vaciado, reparación y reposición de papeleras; eliminación de pintadas; eliminación de manchas en el pavimento; baldeo y barrido de aceras y calzadas; recogida de excrementos caninos; limpieza de contenedores de papel, cartón y vidrio y su entorno”.

Me comunica, de paso, que el objetivo de estas actuaciones es mejorar la calidad general de nuestras calles, se disculpa por las molestias que estas labores pudieran causarme y pide mi participación.

“El éxito en el funcionamiento de esta compleja actuación”, me comunica, “requiere de la colaboración ciudadana, tanto en el momento en que la actuación se esté realizando en su calle, como posteriormente, contribuyendo día a día a mantener la ciudad en el mejor estado de limpieza y salubridad”. Luego me proporciona dos teléfonos y una dirección de correo electrónico por si tengo alguna duda o sugerencia que ofrecer.

Llevo semanas tentada de llamar a cualquiera de los teléfonos o escribirle, preguntándome qué ha querido decirme la segunda teniente de alcalde de Madrid y delegada del Área de Gobierno de Medio Ambiente en su misiva. ¿Tengo que salir a aplaudir a la cuadrilla de limpieza cuando llegue? ¿He de poner una colgadura en el balcón como si fuera fiesta nacional para celebrar la visita? Y una vez concluida la APLI, ¿debo fregar a diario la parte alícuota de mi acera?

Agradezco, sinceramente, la carta en lo que tiene de detalle, pero, me pregunto, si eso que con tanta minuciosidad me cuenta la señora Botella es una actuacion programada que merece correspondencia especial para contármelo privadamente, ¿a qué se dedican los servicios de limpieza habitualmente? ¿A investigar sobre física cuántica?

Parece que no. Me saca de dudas un folletito, editado en color verde, como no podía ser menos, donde me informe que “estas actuaciones – las ya familiares APLI – no sustituyen a la limpieza ordinaria, sino que vienen a reforzarla con el fin de mantener la ciudad limpia para todos los ciudadanos y se llevarán a cabo en los 21 distritos de la ciudad”.

O sea, que la candidata in pectore a alcaldesa ha gastado SU tiempo, que le agradezco muy sinceramente, y MI dinero para informarme de que los servicios de limpieza a sus órdenes van a cumplir con el trabajo que se supone tienen encomendado.

La verdad, lo cuento aquí porque espero que no salga de entre nosotros. No quiero ni pensar que la idea prospere. La que puede organizarse si en cada nivel de la administración les da por ponerse estupendos. Ya me veo a don Tino dictando una carta a su secretaria para comunicar a la ciudadanía que el lunes va a despachar largo y tendido con su Manolo, el miércoles tiene intención de reunirse con los sindicatos y el viernes acudirá a la reunión del Consejo de Ministros. Acompañado de folleto en el que se indica horario de reuniones e itinerario a la Moncloa.

jueves, 25 de febrero de 2010

La noche de los tiempos


Me lo he leído. He terminado el libro de Muñoz Molina, “La noche de los tiempos”. Casi mil páginas por las que transitan un puñado de seres humanos situados en un momento crucial de la historia de España: los prolegómenos y los primeros meses de la guerra civil. Con todas sus miserias y todas su grandezas.

El autor teje una narración utilizando para ello materiales reales y otros de ficción. El resultado es un relato que se lee con gusto e interés, al menos así lo he leído yo, pero que deja un poso amargo.

La historia indica que la guerra civil fue el resultado de un cúmulo de variables: un proletariado carente de presente y de esperanza, una clase poderosa aferrada a sus privilegios, una iglesia católica igual de poderosa, reaccionaria y ciega, un ejército anclado en el siglo XIX… Y un viento de furia que ciega a la mayoría.

Sé con toda certeza que los responsables de la masacre fueron los golpistas que se levantaron contra el gobierno legal, quienes los financiaron, los apoyaron y les sostuvieron pero sé también que muchos de los políticos de la época alentaron irresponsablemente el fuego y algunos otros permitieron estúpida y pasivamente que los golpistas allegaran material inflamable. Intuyo también que, luego, en ambos lados se cometieron atrocidades.

La noche de los tiempos habla de eso: de las barbaridades que somos capaces de cometer los seres humanos en situaciones descontroladas. En un momento del relato, Ignacio Abel, el protagonista, un arquitecto de izquierdas, afirma que ninguno de los dos bandos merece ganar la guerra. Es posible que así fuera pero es indudable que el precio pagado por los errores no fue el mismo.

Sobre la peripecia amorosa de la pareja protagonista sobrevuela la descripción de un tiempo desolador que, más de 70 años después, sigue teniendo vigencia. Uno de los protagonistas de aquellos hechos que aún vive con lucidez suficiente para analizar su tiempo, Santiago Carrillo, viene repitiendo que la derecha actual se parece demasiado a la que propició y apoyó la guerra civil, salvo que el ejército actual no es golpista.

No me atrevería yo a tanto pero en lo que sí encuentro semejanzas es en ese concepto patrimonial de la derecha española según el cual es propietaria de la razón social “España”. Y del diccionario de la lengua. Todo lo que se refiere a lo español es patrimonio de la derecha: ellos son la vara de medir la patria y lo patriótico, los patriotas, los creyentes, lo decente. Ellos son la vara de medir todo.

Desde esa perspectiva, echo en falta un partido conservador ilustrado y moderno – en España lo más parecido sería Convergencia i Unió en Cataluña, conservadores pero no carcas, salvo que los nacionalismos me parecen más bien regresivos y pelín peligrosos – homologable a los grandes partidos europeos y europeístas. El PP no me lo parece.

La izquierda actual, en cambio, es muy distinta de la de los años 30. Creo que ha aprendido la lección de que la intolerancia y la intransigencia tienen un recorrido corto y un precio alto.

También echo en falta un partido de izquierda auténticamente progresista. Al PSOE actual lo veo como una versión educada del centrismo tradicional, más atento a disputar el espacio electoral al PP que a abordar un verdadero cambio de la sociedad. Los economistas acostumbran a señalar que la diferencia entre un gobierno conservador y otro progresista son unos 3.000 millones de diferencia en los presupuestos.

Personalmente, me gustaría que se apreciara la diferencia entre un gobierno de uno u otro signo en algo más que en partidas presupuestarias. En la distinta manera de entender la política y la sociedad; en la diferente forma de repartir la riqueza, de controlar el poder; vamos, lo que se entiende por izquierda.

Dicho lo cual, vuelvo al relato de Muñoz Molina. El autor se sitúa en dos niveles narrativos: el del observador y el del acompañante. Relata lo que ocurre en España, y luego en Estados Unidos, desde la óptica de un narrador desapasionado y, simultáneamente, desde la perspectiva del protagonista.

El lector se pregunta: ¿Qué habría hecho yo en tales circunstancias? No sé los demás, yo, irme, estoy segura. Poner tierra por medio. Me hubiera ido de España.
Yo, es que soy muy poco patriota. Directamente, no creo en las patrias que, como drácula, reclaman sangre humana para mantenerse lozanas. Me repelen.

Estoy persuadida de que, llegado el caso, arraigaría en cualquier otro lugar. Desde muy pequeña me he sentido cómoda allí donde he ido. Incluso cuando voy de vacaciones a otro lugar, casi siempre me entran ganas de quedarme.

Diré más, el 23 de febrero de 1981, cuando oí en la radio – en la voz de Rafael Luis Díaz, a través de la Ser - que el coronel Tejero entraba en el Congreso lo primero que hice fue buscar el pasaporte. Pensé, y sigo pensando, que hay cosas mejores por las que luchar que por un trozo de tierra.

lunes, 22 de febrero de 2010

Clítoris, ¡huy!, qué risa

Hemos pasado varios días con pitorreo en grado superlativo en los medios de comunicación y entre la gente bien pensante a propósito de la subvención de 26.597 euros que el Ministerio de Igualdad ha concedido a la Universidad Complutense de Madrid y a la investigadora Nieves Martín Alguacil para financiar un estudio que lleva el bonito título: «Mapa de inervación de excitación sexual en clítoris y labios menores; aplicación en Genitoplastia».

Los susodichos vienen haciendo bromas y chirigotas sobre el despilfarro general del gobierno y el particular de la ministra Aído. La ministra es cuestión tiene varios defectos: el primero, su condición de mujer. Además, es carne fresca y algo inexperta en temas de protocolo y relaciones públicas, por eso suelen brearla finamente los mismos bien pensantes.

Confieso que soy de la opinión de que el de Igualdad es un ministerio de sobra que cubriría sus funciones igual de bien y con menos gasto como una Secretaría de Estado. Y añado que no me cae especialmente bien la ministra Aído. Más aún, creo que Zapatero pudo haber encontrado varios cientos de mujeres con mayor preparación intelectual, mejor formación feminista y administrativa y mejor curriculum que ella. Pero eso también lo pienso de algún que otro ministro, y no quiero señalar para no distraerme.

Antes de seguir, me adelanto a reconocer que algunas meteduras de pata de la ministra pueden pasar a la antología del disparate.

Pero he visto que le han hecho una campaña tan miserable, especialmente en lo que se refiere al proyecto de ley de despenalización del aborto, desde los obispos de la Conferencia Episcopal a los curas de las parroquias pasando por los meapilas de turno, que ahora me muerdo la lengua antes de hacer una ironía sobre ella.

Lo de la subvención es un mero incidente sin mayor importancia. Pero me ha gustado mucho la respuesta que ha dado Ignacio Escolar – a mi manera de ver uno de los mejores periodistas de la camada jóven – en su blog. Te invito a que le eches un ojo. Confieso que yo no lo hubiera dicho mejor.

Los bien pensantes y aledaños ideológicos se han quedado en la cáscara, como es su costumbre. Ni se han molestado en ver de qué va la cosa, en conocer que se trata de la salud de mujeres mutiladas.

En realidad, hubiera dado lo mismo. Después de todo, se trata de cosas de mujeres, ¡huy!, qué risa.

viernes, 19 de febrero de 2010

...y otra de piratas

Hay cosas para las que no valen ni el pinganillo ni la tele ni internet. Hay que estar in situ o esperar a los periódicos del día siguiente, que son los que cuentan las entretelas de los hechos.

Los de hoy vienen buenos. Resulta que el presidente decidió el mismo miércoles que en dos meses quería un pacto decente y formal, para enderezar de una tacada la economía, el empleo y la confianza nacional. Así que nombró a toda máquina una comisión con tres de sus ministros favoritos: la vice económica y sus chicos listos: Sebastián y don José. Don Tino ni está ni se le espera.

Lo cual encaja bien con el trato que el presi viene dando a su ministro de lo laboral. Mediante la comunicación no verbal le ha dicho reiteradamente: en vista de que no consigues cerrar un acuerdo social como Dios y Alá mandan, al menos no estorbes. Y don Tino procura no hacer ruido. De hecho, ni siquiera suele aparecer por los escenarios donde se cuecen estos asuntos.

Pero el día del debate debió de darle un ataque de ministeritis porque en el pasillo del Congreso, se acercó a Blanco y, delante de los periodistas que rodeaban a éste, le dijo: Anda, cuéntales por qué no estoy en la comisión. Don José, antes simplemente Pepe, respondió: Porque tu eres el ministro de lo laboral y otros estamos para… otras cosas. A lo que don Tino contestó: Otros estáis para el futuro y el futuro es Blanco.

Los periódicos de ayer recogían el diálogo y le daban interpretaciones diversas. Para unos, don Tino ha querido lavarse la cara, nada más. Pero lo más interpretan la frase como un puntapié a Zapatero. Porque si el futuro es Pepe, no es José Luis.

Yo estaba por pensar que el jefe se ha aficionado al futbol y le ha cogido cariño al Real Madrid. De ahí su apuesta por un futuro blanco. Que también son ganas, conociendo la afición culé del presi.

La claque pepera no ha perdido ocasión de meter el dedo en el ojo de don Tino y ayer en el Congreso le preguntaron por su futuro. El ministro respondió que tiene mucho pasado a sus espaldas defendiendo un partido y un proyecto en el Partido Socialista de Cataluña.

Hoy, los responsables sindicales se chotean ligeramente de don Tino y los titulares más suaves recuerdan su baja valoración popular y le consideran “fuera de juego”.

Manolo ha pasado por el pasillo de la tercera como un vendaval. No ha dicho nada pero en la cara se leía que iba pensando: miraqueletengodichoquenohable. Llevaba en la mano un ejemplar de El Periódico de Cataluña donde se referían a don Tino como José Corbacho. Eso, donde se supone que es conocido.

Lo que te digo, que en una de estas se hace del Real Madrid. Igual hace carrera, ahora que dicen que Pellegrini anda en la cuerda floja.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Una de cow boys


Me he pasado la mañana con el pinganillo pegado a la oreja para seguir el debate que en el Congreso de los Diputados mantenía el presidente del Gobierno con el resto de partidos a propósito de la situación económica.

Mi señorito acudió puntual a su escaño, de los primeros sino el primero. Anda el hombre inquieto por ciertos movimientos estratégicos que cree ver en derredor suyo.

Entre los inquilinos de esta casa decir movimientos es como mentar a la bicha. Los movimientos por aquí suelen ser telúricos y la estrategia, significa directamente que alguien te está moviendo el sillón. El jefe está intranquilo y se le nota desde lejos. Llega con el andar más cansino, la ojera caída y apenas se le oye el nosdías.


Don Tino está preocupado porque cree que no le quieren. Desde que llegó, estaba convencido de que no le quieren en Madrid porque es catalán. Ahora es mucho peor: cree que no le quieren en Madrid y tampoco en Cataluña. Nos están puteando, le susurra su Manolo. Querrás decir puenteando, sugiere don Tino. Puteando, he dicho puteando, responde el portavoz, con la dulzura que le caracteriza.


Más aún, está persuadido de que los suyos se quieren quedar con su silla. Y no sabe bien quienes son suyos. El jueves organizó una comida en su despacho con algunos de los parlamentarios de la Comisión del P. de Toledo y se llevó al responsable de la S. Social que, en teoría, está a sus órdenes pero que en su partido es el que corta el bacalao en materia laboral y económica. (Se pidieron el menú del día del comedor, que tocaba hamburguesa. Así que en los periódicos ya han empezado a referirse al pacto de la hamburguesa).


Se nota que quiere tomar la iniciativa y que no sabe bien cómo hacerlo porque en cuanto se descuida llega otro y le toma la delantera o le desautoriza.

A lo que iba del debate. Internet me ha permitido ver los distintos puntos de vista, según el medio, y la opinión que les merecía cada intervención.

- Rajoy desprecia un gran pacto y se limita a pedir la cabeza de Zapatero, titulaba Público.

- Zapatero promete un pacto en dos meses y Rajoy pide su relevo, decía El País.

- Un debate sin acuerdos a la vista, El Mundo

- Zapatero quiere cuatro pactos en dos meses y Rajoy le pide un cambio radical, ABC.

Y así sucesivamente.

Más aún, me he bajado los textos de los discursos iniciales del presidente del gobierno y del lider de la oposición y los he leído detenidamente. ¿Y qué? Pues tengo la sensación de un dejà vu. Esto me suena de algo, ¿Dónde lo he visto yo?, será que lo he soñado. Es como la eterna cantinela.


El gobierno lo tiene crudo. La economía va directamente mal y la mejoría se anuncia lenta y escasa. Su margen de maniobra es reducido y difícil, aparte de sus propios errores.

El primer partido de la oposición se está relamiendo de gusto por las dificultades del gobierno y ni loco quiere dar facilidades. Prefiere que se vaya cociendo en su propio jugo. Así que utiliza artimañas dialécticas, movimientos de distracción.

Zapatero ha desgranado una serie de cifras y datos económicos que parecen anunciar una leve mejoría. Rajoy, con un ojo y medio en las encuestas, le ha respondido que ese cuento ya lo ha oído.

El gallego ha actualizado el lema de su predecesor, Aznar, le ha espetado varias veces el váyase, señor presidente y ha pedido a los diputados socialistas que echen al presidente. El leonés le ha acusado de cobarde y de no tener lo que hay que tener – los hombres siempre sitúan el análisis intelectual a la altura de la entrepierna – para echarle. En cambio, le ha guiñado un ojo a CiU que, previamente, le había anunciado su disponibilidad. Y así ha pasado la mañana.


Yo tengo trabajo, no tengo hipoteca ni deudas y miro la pantalla de mi ordenador con cierto distanciamiento pero me imagino a un parado de 50 años sin expectativa de encontrar trabajo o a un empresario en riesgo de quiebra a la espera de soluciones de los políticos escuchando el bla, bla, bla de esta panda de privilegiados que ocupan el Parlamento.

Ninguno de los oradores que nos representan se ha atrevido a subir al estrado y decir: estamos aquí tratando de cubrir la papeleta pero todos, gobierno y oposición, sabemos que la cuestión económica no es de nuestra competencia. La crisis se arreglará cuando y como quieran quienes la han causado: el poder financiero, el poder bancario, la multinacional del dinero...

La macroeconomía, ese poder fáctico que lo mismo hunde la bolsa que la sube por las nubes, que lo mismo reparte préstamos como chuches que niega el crédito imprescindible para que las empresas subsistan.


Los miraba a través de la página web del Congreso y me producía una cierta ternura: la misma que me causan los niños jugando a cow boys o a piratas.

jueves, 11 de febrero de 2010

El misterioso azar

El pasado domingo me ocurrió una curiosa casualidad. Cuando me disponía a acceder a una de las salas del antiguo Hospital de San Carlos, hoy Museo Reina Sofía, me topé con un hombre que tenía una ceja totalmente oscura y la otra mitad oscura y mitad albina. Un fenómeno, me pareció. Será que he recorrido poco mundo pero era la primera vez que veía una cosa así.

Seguí la visita y, unos metros después, un chico joven con la misma rareza. La ceja derecha parcialmente albina. Ya es casualidad, me dije. Pero antes de terminar el recorrido aún me encontré con otra persona con idéntica pecualiaridad, todas ellas sin aparente conexión entre sí. Debe ser que éstos han visto algo que les ha impresionado sobremanera, pensé, pero no lo suficiente para encanecer del todo. La impresión les ha alcanzado sólo media ceja.

El azar es algo misterioso. Cuando se produce, en casos de más fuste que una sucesión de cejas raras, me provoca una perplejidad que me cuesta explicar.

Recuerdo dos azares misteriosos de los que he sido testigo en un caso y protagonista en otro.

Hace años, salimos mi chico y yo para asistir a un concierto y cuando llegamos encontramos que el aforo estaba cubierto y no podíamos entrar. Allí mismo nos encontramos con una pareja de amigos – ambos argentinos, Nani, residente en Madrid, y Oscar, vecino de Buenos Aires, de vacaciones en Madrid, a los que les había ocurrido lo mismo que a nosotros. En vista de lo cual, decidimos dar un paseo por el centro.

A la ruta se nos unió otra amiga, con la que previamente habíamos quedado para cenar en casa después del concierto. Cambiamos los planes iniciales para adaptarlos a los cinco y nos fuimos a cenar a un argentino del centro. Tras una larga sobremesa, decidimos tomar una copa en el Palacio de Gaviria en la calle Arenal.

Cuando nos dirigíamos allí, pasada la 1 de la madrugada, vemos que Oscar se para a saludar una familia que bajaba varias maletas de un taxi. Grandes abrazos, gran algazara.

¿Qué está pasando? Nos preguntamos los cuatro. Ocurría que Oscar se había encontrado con unos vecinos de Buenos Aires que, pásmate, estaban recorriendo Europa y acababan de llegar de París. Habían tenido que darse un montón de casualidades, amén de varios cambios de planes, para que aquellos bonaerenses fueran a encontrarse en plena calle Arenal en la madrugada de Madrid. Misterios de la vida.

El segundo azar me toca más cerca. Ocurrió poco después que mi ex se largara de casa, llevándose lo más valioso que había en ella, incluyendo al hijo que teníamos en común. Aunque él no era Romeo y, con toda seguridad, yo no era Julieta, y hacía mucho tiempo que lo nuestro era una mezcla de rutina y responsabilidad arrastrada, el percance me había dejado hecha una braga. Un hombre, ni de lejos, me decía a mí misma, si voy por la calle y veo venir unos pantalones, me cambio de acera.

En ese trance, me llamó un chico al que conocía de haberlo visto cuatro veces y haber cruzado tres palabras con él.

- Que me he enterado de que te has separado, me dijo.

- Pues sí, te has enterado bien, respondí.

- Yo quería decirte que toda la vida he pensado que eras una chica estupenda y que Manolo tenía mucha suerte por compartir la vida contigo. Que era justamente lo que yo quería, una mujer como tú. Así que, siento mucho que lo estés pasando mal pero quería pedirte la oportunidad de salir contigo y bla, bla, bla.

He de añadir que he visto varias veces la película “Calle Mayor”, en la que un grupo de amigos se confabulan para que uno de ellos corteje a la solterona del pueblo, le pida en matrimonio y, cuando ya está en el bote, darse el idem y dejarle a ella a merced de las burlas de sus vecinos. Pensé que el pollo, que para más inri se llamaba – y se sigue llamando – Manolo, como el ex, había hecho una apuesta con sus amigos y querían correrse una juerga a mi costa. Eso, y que no estaba el horno para bollos. (Mi abuela, que no era marquesa como doña Espe, pero que era deslenguada como si fuera presidenta de la Comunidad, hubiera dicho que no estaba la zorra para bailes).

Prosigo. Le dije, de la mejor manera que supe, que le agradecía la deferencia de haber esperado tanto tiempo manteniendo sus sentimientos en silencio pero que no tenía el cuerpo para romances, que no tenía intención de tener pareja ni entonces ni en jamás de los jamases.

Lo cual era más verdad que el sol y la luna juntos. A la sazón no tenía ninguna intención de tener pareja en mi vida.

Lo que ocurre es que la vida es eso que pasa mientras nosotros hacemos planes (Lennon dixit). Y poco después apareció mi chico en mi vida, suavito, como el que no quiere la cosa, y cuando quise ponerme en guardia ya era tarde y ambos estábamos enamorados como dos colegiales. Romeo y Julieta en su quintaesencia.

Llevábamos unos meses saliendo juntos cuando un día fuimos a comer a un sitio que conocíamos de oídas. Entramos en el restaurante cogiditos de la mano y ¿a quién dirás que nos encontramos? Efectivamente, a Manolo bis. El pobre, se puso lívido que hasta yo misma, que soy un poco cegata, lo noté. Me sentí fatal. Porque el chico no me importaba ni poco ni mucho, fuera cierta o no la historia de su amor platónico, pero tampoco tenía ningún interés en herir sus sentimientos, cualesquiera que fueran.

En fin, pensé, que mala pata la coincidencia.

Pasado un tiempo, dos o tres años, una amiga nos invitó a una cena en una asociación de cine forum de la que era socia. Aceptamos la invitación y ¿a quien nos encontramos? Exacto. No sólo estaba Manolo bis, es que era el presidente de la cosa. Nos saludó muy amablemente y me dijo que se alegraba de verme feliz.

Yo creo que el azar se está cebando conmigo, pensé. Pero me había quedado corta.

Resultó que el invitado de honor de la cena era un director de cine que había estudiado en la misma facultad que mi chico y, ta,ta,ta,chan, en la misma que Manolo bis. En promociones distintas, menos mal, pero coleguis. Tócate los pies. A veces el azar se pone a hacer horas extras y es la releche.

domingo, 7 de febrero de 2010

Coincidencia interplanetaria


Hay hechos que por sí mismos tienen importancia pero que, mezclados, resultan explosivos. No me refiero al trinitrotolueno, aunque valdría como ejemplo. Me refiero a la coincidencia interplanetaria que se produjo el viernes 5 de febrero, celebración de santa Águeda, patrona de las mujeres para más señas.

Ese día el presidente del gobierno se reunía con los agentes sociales para presentarles la propuesta de medidas laborales que tendrán que debatirse en el diálogo social y luego convertirse en medidas concretas para paliar el roto que la crisis económica y financiera ha hecho en el empleo.

Algo más de cuatro millones de personas están registradas en las oficinas del desempleo, casi el 20% de la población activa, casi el 10% de la población total española. Muchos dramas personales, un desastre para el país.

Cuatro millones de personas que no pueden hacer planes para mañana, que no pueden afrontar proyectos de futuro; muchos de ellos jóvenes, obligados a permanecer en casa de sus padres, impedidos de independizarse, imposibilitados de empezar a vivir. Muchos también, personas maduras, que han traspasado la frontera de los cuarenta años y ven truncada su vida profesional y laboral, que tienen el temor fundado de que no volverán a ser contratados.

Un porcentaje considerable de ellos vive agobiado por la espada de Damocles que pende sobre su vivienda y sobre ellos mismos si no son capaces de pagar la cuota mensual de su hipoteca; agobio justificado porque no pocos de entre ellos ya han perdido el piso, embargado por el banco, cualquier banco, que tan dispuesto estuvo a conceder el préstamo hipotecario por encima del valor real de la casa.

Ese mismo día, las noticias se hacían eco de la millonaria jubilación - coincidencia interplanetaria - del presidente del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA). 80 millones de euros recibirá el pollo cuando se decida a dejar el tajo. 80 millones de euros, uno detrás de otro. El salario de un mes de 80.000 mileuristas, que se dice pronto, el salario de un año de 5.714 trabajadores, incluídas pagas extraordinarias.

Al beneficiario de la bicoca, Francisco González en el DNI, no le dará un soponcio al recibirlo, que es lo que me pasaría a mí, y probablemente a muchos de los mileuristas, porque la entrega le pillará acostumbrado. En 2009 cobró un salario de 5,32 millones de euros; en 2008, 5,34 millones. De esas nóminas, percibió 3,39 millones de euros en concepto de salario variable, en razón del beneficio y la eficiencia del banco.

La eficiencia debe de ser por la rapidez con la que se ejecutan los embargos porque, de hacer caso a las quejas de los pequeños empresarios, no cabe atribuirse a la rapidez con que conceden los créditos a la inversión o las líneas de crédito para el circulante.

Te preguntarás si es por indemnizaciones como ésta por lo que el gobierno ha presentado su propuesta de reforma de las pensiones pero desde ya te digo que no. Nada que ver, estas paguitas corren por cuenta de la empresa. El banco del susodicho ha anunciado que piensa congelar las indemnizaciones por cese de sus consejeros ejecutivos. Una iniciativa que considera “acorde con las nuevas exigencias internacionales en materia de retribuciones al sector financiero”. Repito, congelar. A lo que parece, a estos angelitos no se les aplicará la subida del IPC.

Cuánto lo siento, oye.

jueves, 4 de febrero de 2010

La de San Quintín

La de San Quintín es un juego de niños al lado de la que se ha montado en esta santa casa, por otro alias el misterio…ni.

Llevamos una racha que el pasillo de la tercera más que un corredor de edificio oficial parece la Gran Vía en días navideños. Un trajín que no es normal. Como no es normal nada de lo que está pasando.

Conste que en esta casa tenemos el trasero pelado en materia de momentos de zozobra y conocemos que el tiempo disuelve las mayores tensiones como azucarillo en agua. Por aquí han pasado titulares de toda condición: listos, muy listos, tontos, muy tontos y mediopensionistas. Leales y felones, políticos y trepas, educados y groseros, cultos y analfabetos funcionales. A todos ellos ha sobrevido la institución y hemos sobrevivido quienes aquí trabajamos. El tiempo es el único lenitivo infalible.

Lo que iba diciendo, que el año ha empezado peor imposible. Ha subido el número de parados y ha bajado el de afiliados a la Seguridad Social. Una cantinela que ya va siendo habitual.

Lo que no es habitual es que, con la que está cayendo, con cuatro millones de trabajadores sin trabajo, el Gobieno se embarque en una reforma de las pensiones que obligará a trabajar dos años más para cobrar lo mismo. ¿Por qué? Eso nos hemos preguntado l@s ordenanzas, incluso los funcionarios de mayor nivel. ¿A qué viene meterse en estas jaranas?

La explicación la ha proporcionado el secretario de Estado de la materia, el boss de Seg. Social, un tipo granítico, alto y grueso y aspecto un poco feroz, que habita en la sexta pero que despacha por aquí y en la tercera se reune con los periodistas para darles explicaciones pertinentes.

Por él nos hemos enterado de que la propuesta de reforma de pensiones no es un invento que se haya sacado el ministerio de la manga en un rapto de inspiración invernal, aprovechando una tarde de nevada. No. La propuesta del ministerio es el resultado de un acuerdo que el Parlamento adoptó el pasado año a requerimiento del P. de Toledo.

¿Que qué es el Pacto de T.? Se ha dado este nombre al acuerdo del pleno del Congreso de los Diputados de abril de 1995 por el que se aprobaba un documento en el que se analizaban los problemas estructurales del sistema de seg. social y las principales reformas que debían acometerse en el mismo.

No sé muy bien si la referencia a Toledo se debe a su condición de ciudad de las tres culturas (cristiana, judía y musulmana), por lo arduo de poner de acuerdo a todos los partidos, o simplemente, alude a que en esta ciudad se elaborara el documento constitucional.

En el acuerdo se contemplaba la creación de una comisión legislativa no permanente, integrada por todos los partidos políticos, en la que se discutirían las modificaciones del sistema.

Con la constitución de esta comisión-pacto se pretendía implicar a todos los partidos en la defensa del sistema y obligaba a pactar en su seno cualquier modificación que afectara a la seguridad social.

Bueno, pues esta misma comisión es la que el pasado año reclamó al gobierno que, antes del mes de febrero de 2010, presentara su propuesta de reforma del sistema de pensiones a la vista de que los 8,6 millones de pensionistas que conforman la nómina de 2010 se convertirán en 10,1 millones en el 2020, 12,5 millones en el 2030 y 15,3 millones el año 2040. O sea, que la pirámide de población que, en teoría, debe ser amplia en la base, los más jóvenes, para ir afilándose en la cúspide, los más mayores, en España va camino de ponerse patas arribas. A medida que avance el siglo XXI habrá más viejos que jóvenes en España. Viejos a los que habrá que pagar pensiones, para lo cual habrá que arbitrar fórmulas de manera que el dinero llegue para todos.

¿Por qué cada vez somos más viejos?, te preguntarás. Pues muy sencillo, porque las mujeres cada vez paren menos, a la vista de que la sociedad les hace pagar un peaje demasiado caro sin valorar el esfuerzo de la maternidad (y gracias a que las mujeres inmigrantes aún no se han percatado del asunto o son más decididas y se embarazan, ajenas a las estadísticas). Eso, y que los españoles cada vez vivimos más tiempo: somos el segundo país en expectativa de vida, después de Japón, que en algo teníamos que destacar.

Para abreviar, la Comisión del P. de Toledo reclama al gobierno que se dé prisa en presentar un proyecto de reforma como base para la discusión. El gobierno hace los deberes y presenta el proyecto en fecha a la comisión que se lo había reclamado. El documento es un tocho de 49 páginas en el que se hace un repaso a la situación del sistema de seguridad social y se exponen algunas consideraciones para garantizar su mantenimiento en las mismas condiciones a despecho del envejecimiento poblacional. Ni una sola medida legislativa.

En la página 42, se sugiere que “siguiendo el camino emprendido por otros países europeos, la edad legal u ordinaria de jubilación debe desplazarse desde los 65 hasta los 67 años. Este incremento ha de aplicarse paulatinamente a lo largo de un período de tiempo razonable, que guarde correspondencia tanto para las necesidades del sistema como adaptación de los ciudadanos a los cambios normativos. Las experiencias de los países europeos pueden servir de valioso indicador en la definición que no obstante ha de basarse esencialmente en nuestra realidad demográfica”.

Bueno, pues a partir de ese texto se ha armado la mundial. Lo cual es lícito porque en un país libre cada cual es muy idem de expresar su opinión y lo que a mí me parece una maravilla a ti puede parecerte un adefesio. Lo raro es que el jefe del primer partido de la oposición se lance cuesta abajo y sin frenos a reprochar al presidente del gobierno que piense reformar las pensiones hurtando el debate al Parlamento. Pero, vamos a ver, ¿adonde se ha presentado el proyecto si no es en el Parlamento?

Bien es verdad que el gobierno pone de su parte cuanto puede para que le zurren bien zurrado. Que ya son ganas de dar que hablar, hacer que el proyecto lo presente la vicepresidenta económica, E. Salgado, en vez de don Tino, como hubiera sido lo natural, puesto que las pensiones son competencia suya.

Don Tino estaba en esos momentos en Barcelona clausurando un evento de los de la presidencia comunitaria. Don Tino es que tiene la rara habilidad de estar en el lugar inadecuado en el momento inoportuno. La ayuda de 420 euros a los parados le pilló solazándose en la playa de Comarruga. El acuerdo del diálogo social directamente no lo encuentra y el momento más decisivo en su departamento, cual es la reforma de las pensiones, le pilla en el bando opuesto y en la ciudad distinta.

Eso, y que los periodistas son muy dados a hurgar en la llaga, que se han pasado la semana insistiendo en que la papela parece que lleva el acento del M. de Hacienda, más que el de Trabajo. Y don Tino poniendo su mejor cara. Y Manolo, en un sinvivir, ten cuidado con lo que dices, que estos quieren pillarte en un renuncio, tú, mejor callado.

Lo que te digo, que el pasillo de la tercera ha sido un jubileo estos últimos días. Un trasiego contínuo. A don Tino se le han acentuado las ojeras y a Manolo el mal humor.

lunes, 1 de febrero de 2010

Románico verbal



Me gusta el románico. Me gusta perderme por esos pueblos que esconden tesoros ocultos que no somos capaces de descifrar, a pesar de nuestra avanzada tecnología.

Me gusta rebuscar en las imágenes de sus canecillos y en sus capiteles para tratar de encontrar su significado oculto, el mensaje que quisieron transmitirnos los hermanos constructores.



En mis primeras andanzas, me preguntaba por qué aquellos artesanos, que conocían la técnica y demostraron dominar los principios de la arquitectura, nos legaron unas figuras tan grotescas y desproporcionadas, con animales imaginarios, dragones, arpías, sirenas, centauros, músicos, hombres y mujeres de sexos enormes…




En realidad, los maestros constructores del románico ejercían una función didáctica entre los fieles de la época, la mayoría analfabetos. Aquellas escenas en piedra eran catecismos, a la manera de los actuales comics. De ahí la desmesura, la reiteración de temas, de imágenes…



He pensado en ello estos días ante la reiteración de exabruptos por parte de algunos políticos. Son como las figuras románicas; sus excesos, pura hipérbole.

Personalmente, dudo de su valor pedagógico pero sin duda que esa desmesura es útil para llamar la atención.



Doña Espe de la Jura de Santa Gadea, hace gala de lenguaraz no porque sus papás no se hayan gastado sus buenos duros en mejores colegios sino por el prurito de enseñar a sus súbditos – ella tiene súbditos, no votantes – cuáles son sus enemigos. Y al enemigo, ni agua.



Don Mariano de las Grandes Ausencias, no se prodiga en propuestas de contenido político pero, en cambio, gusta de hacer gracietas. Ayer acusó al presidente Zapatero de hacer anuncios “a tontas y a locas”. Parece que con ellos, los tontos y locos, no van los anuncios del presidente.



El ex presidente de la Junta de Extremadura, don Juan Carlos Penicilínico, casi un profesional de las declaraciones altisonantes, reclamaba hace poco “una sanidad para los españoles y sólo para los españoles”.



Y ya, en plan realmente didáctico, recuerdo las palabras de Alfonso de las Grandes Guerras cuando acusó al entonces presidente del Gobierno de tentaciones golpistas con aquello de que si el caballo de Pavía entrara en el Congreso, Suárez se subiría a la grupa.

Para no olvidar a la inefable Leire Pajín y la coincidencia planetaria. “Les sugiero que estén atentos al próximo acontecimiento histórico que se producirá en nuestro planeta: la coincidencia de dos presidencias a ambos lados del Atlantico, la presidencia de Obama en Estados Unidos y Zapatero presidiendo la Unión Europea”.



Al oir o rememorar perlas como éstas, la primera hipótesis es: estos tipos están un poco p’allá. Pero luego adviertes que lo suyo es la docencia, una manera de explicar a sus votantes el valor y la utilidad de su trabajo. Una especie de arpía – con perdón para doña Espe – de sirena, de serpiente, de dragón de siete cabezas y no todas pensantes…