martes, 16 de marzo de 2010

El violinista rusa de Sol ha vuelto


El pasado 17 de noviembre escribí sobre una pareja, a la que supongo de origen ruso, que habitualmente ocupa uno de los pasillos subterráneos del metro de Sol. Él toca el violín y ella pasa dulcemente las páginas de la partitura.

Me gusta encontrarlos cuando por las mañanas me dirijo al trabajo. Oir su música, comprobar que están allí. Se me han hecho familiares.

Pero durante unas semanas han estado ausentes. Me preguntaba qué habría sido de ellos. Como los días pasaban y seguían sin aparecer, llegué a pensar que no volverían.

En la esquina que ellos ocupaban se instaló poco después otro músico. Tiene pinta de griego y toca el acordeón. Acostumbra a interpretar el tema de Lara del Doctor Zibago. No digo que sea mal músico pero carece de la dulzura y del sentimiento del violinista ruso. Además, mira descaradamente a los transeúntes, como reclamando atención. El violinista, por el contrario, cuando interpreta su música parece desentenderse de lo que le rodea. Creo que es un artista.

Hace días que han vuelto el violinista y su mujer. Lo supe antes de verlos, al oir las notas del violín, y sentí verdadera alegría, como si reencontrara a dos amigos. Como su esquina está en disputa, han optado por instalarse en otro punto del subterráneo. También yo he modificado mi itinerario habitual para verlos.

Hoy les he vuelto a encontrar cuando volvía del trabajo. Él desgranaba una melodía dulce y triste a la vez cuyos ecos se expandían por el subterráneo haciéndose un hueco entre las voces y las risas de la gente. Les he ofrecido una sonrisa, no sé de qué otro modo puedo expresarles mi agradecimiento.

9 comentarios:

Uma dijo...

Los recuerdo de tu post anterior!!
me alegro que estén de vuelta...
Los músicos del metro han sido la banda sonora de muchos reencuentros cuando volviamos M y Yo juntos, tras recogerle del aeropuerto en el tiempo de la distancia...
en fin!!
besos

ODRY dijo...

Hay tanta gente que tiene cosas que ofrecer y tan poquita a la que dan la oportunidad de darlo todo.
Nos esperan tiempos dificiles, a pesar de los anuncios, no soy pesimista es que simpemente sigo en paro y aunque tengo muchisima suerte soy consciente de que esto no va bien.

Lo siento tengo un día raro.

Un besazo

La de la tiza dijo...

Uma: a veces no prestamos atención a la gente que contribuye a hacernos un poco más feliz ni nos importa cómo es su vida.
Me pregunto cómo será la vida de esos violinistas...

La de la tiza dijo...

Odry: eso es lo más inquietante de este mundo que habitamos. La cantidad de personas que hay desaprovechadas porque la sociedad no les ofrece una oportunidad de ser rentable.
Estos son tiempos difíciles, es verdad, y el futuro no se presenta mucho mejor. Ahora bien, ¿qué podemos hacer para cambiarlo? ¿Hacemos todo lo que podemos? ¿Nos quejamos de boquilla y luego no hacemos nada?
Yo también tengo suerto pero me siento responsable de lo que pasa. Así tengo todos los días, raros.

Valdomicer dijo...

Me ha llamado poderosamente la atención esta entrada.
Eso es convertir los pasillos del metro en salón de conciertos. Eso es seguir el más estricto protocolo. No toca de oído.... ¡Lee la música!.
Lo imagino vestido de negro y con lazo de pajarita, ejerciendo el verdadero ritual del concierto.
De verdad es un artista. Y de los buenos.

Tita dijo...

Si algo me hace soportable Madrid y el subsuelo son los músicos del metro. Ese olor y esa luminosidad artificial quedan neutralizados por las interpretaciones que con más o con menos arte nos regalan los músicos y músicas del metro. Casi siempre y casi todos me emocionan: realmente salvo en las fiestas del pueblo o en algún concierto, no oigo mucha música en directo. Por lo tanto también siempre siempre, les doy dinero.

Ahora bajo mucho menos a Madrid y casi siempre en coche, pero recuerdo la época en la que mi tren pasaba por Sol: cuando se abrían las puertas, olía a chocolate. Una podía cerrar los ojos si había conseguido sitio, sabiendo que, aunque no funcionara la megafonía, al pasar por Sol el olor la delataría...

Hermoso post...un abrazo

Tita dijo...

Pd: Fijaté que si hasta Ramoncín y compañía cantaran en el metro, les daría algo...

La de la tiza dijo...

Valdomicer: efectivamente, algunas estaciones de metro son salas de concierto donde actúan excelentes profesionales que carecen de oportunidad para ofrecer su música en lugares más adecuados.
Como llevamos una vida tan ajetreada no siempre prestamos la atención que se merecen pero los hay buenos de verdad. También algún que otro maula.
El violinista del que hablo es de los buenos, realmente bueno.

La de la tiza dijo...

Tita: es verdad que la red de medtro te ofrece la posibilidad de disfrutar de la música en directo sin esfuerzo.
A mi me gusta el transporte público porque me permite leer mientras viajo.
Ramoncín no me gusta como músico ni antes ni ahora pero, por razones que no hacen al caso, tuve oportunidad de tratarle y es una persona muy comprometida y muy generosa. Aunque ahora le están haciendo una campaña terrible como si fuera el único responsable de la SGAE.