lunes, 22 de marzo de 2010

El misterio de la luz



Se produce dos veces al año, coincidiendo con los equinoccios de primavera y de otoño, alrededor del 21 de marzo y del 22 de septiembre. La escenificación del misterio ocurre en la iglesia de San Juan de Ortega, en pleno Camino de Santiago, lugar, por otra parte, pleno de misterios para nuestras entendederas racionales.
La fábrica de esta iglesia data del siglo XII y está situada en plena comarca del Oca, topónimo de reminiscencias mistéricas, como casi todo lo que se refiere al Camino.


La tradición refiere que el monasterio y la hospedería aneja fueron levantados por Juan de Ortega para proteger y acoger a los peregrinos que solían ser asaltados por ladrones a su paso por los Montes de Oca. A lo largo de los siglos fue creciendo su fama y gozó de la protección de reyes y prelados, como la propia reina Isabel la Católica y el Papa Adriano VI.


Actualmente, su hospedería sigue siendo frecuentada por los peregrinos que pasan por miles cada año. Años atrás, merodeó por el lugar un perro conocido como Calixto Peregrino que solía acompañar a los caminantes durante uno o varios tramos de su itinerario para retornar indefectiblemente a San Juan de Ortega. El nombre fue heredado por una saga completa de canes, todos con idéntica inclinación protectora. La última vez que estuve, aún pude acariciar al último vástago de la estirpe.


Si se dispone de tiempo, basta con sentarse en las inmediaciones de la hospedería para escuchar las historias que refiere gente variopinta procedente de cualquier lugar del planeta que, por las razones más diversas, un día decidió ponerse en camino para repetir el itinerario que millones de hombres y mujeres vienen haciendo desde al menos hace doce siglos siguiendo la luz de la Vía Láctea.


Es en ese lugar donde cada equinoccio, poco después de las cinco de la tarde, un rayo de sol se cuela por una ojiva de la fachada y viene a iluminar el capitel situado a la izquierda del ábside de la iglesia, justo sobre la escena que representa la Anunciación del Ángel a la Virgen María. La luz sigue su recorrido por el capitel para mostrar el Nacimiento y, finalmente, la Adoración de los Reyes Magos, antes de desvanecerse.


El proceso se prolonga durante unos diez minutos, tiempo durante el cual uno no puede por menos de sobrecogerse, en parte por el espectáculo y en parte por la herencia que depositaron en nosotros quienes construyeron el monasterio, poseedores de conocimientos profundos sobre arquitectura y astronomía.

A veces me pregunto si somos acreedores de su legado.

2 comentarios:

Uma dijo...

ostis!! que chulo! y que ganas y que pereza me da hacer el camino!

Valdomicer dijo...

Los templos cristianos han sido siempre calendarios, que marcaban los tiempos de sembrar o cosechar.
El ábside de todos ellos están orientado al este.
Y, en fin, todos los ornamentos arquitectónicos tienen una misión.
Antiguamente había una ley, aún vigente en muchos sitios, que prohíbe construir edificios más altos que la torre de la iglesia.
Besos.