domingo, 4 de abril de 2010
Gran Vía de Madrid (editado)
¿Qué son cien años para una calle? Una minucia. Así está de esplendorosa la Gran Vía de Madrid, que hoy cumple su primer centenario.
Esta calle, que enlaza la de Alcalá con la Plaza de España, ha tenido muchos nombres oficiales – Conde de Peñalver, Pi y Margall, Eduardo Dato, de la CNT, Avenida de México y de Rusia, de los Obuses, por la querencia de la aviación enemiga durante la guerra civil, de José Antonio - pero, para los madrileños, sólo uno: la Gran Vía.
La capital de España, que no suele ser muy cuidadosa con sus vías, ha pasado también por distintas fases: desde el mimo al abandono. Ahora hace el paripé del centenario para disimular que hasta anteayer tenía sus aledaños en el olvido absoluto. Así que disimularemos. Y, quienes podamos, disfrutaremos de las ventajas de un paseo, de poco más de un kilómetro, por esta joven centenaria.
Los puntos de interés son múltiples. Antes de dar el primer paso desde la calle de Alcalá, ya puedes hacer un alto si quieres ver el museo de relojes que ha ido formando la familia que ocupa la joyería Grassy.
Para una calle que estaba llamada a ser lo mejorcito de la villa, fueron convocados los arquitectos más afamados de la época: Ignacio de Cárdenas, los Février, los Zuazo, Muguruza, Laredo, Reynalds, Martínez Feduchi, Carrión…
El ábside del oratorio de Cabellero de Gracia es obra del arquitecto Villanueva y es monumento nacional.
Los muy modernos, encontrarán aquí lo último de la moda porque la Gran Vía es la calle comercial por excelencia, más que la calle Serrano, con un atractivo especial para el mundo guiri.
Los menos modernos, tienen una cita de Chicote – el del agasajo postinero con la crema de la intelectualidad. Por aquí han pasado todos los que han sido algo – desde princesas destronadas como Soraya hasta científicos como Fleming, el de la penicilina -. A falta de postinerías, de cremas y de intelectualidades, de princesas y de científicos, el visitante puede tomarse un cóctel, echarse una parrafada con los camareros o, simplemente, sentarse un rato a ver pasar a gente de medio mundo que a diario se da cita por aquí.
La Gran Vía fue hasta hace poco tiempo la calle de los cines. Donde se estrenaban las películas de moda. Hoy, los cines están en retirada en beneficio de las franquicias de moda y de los teatros musicales.
Ver el antiguo cine Avenida convertido en un H&M da un cierto yuyu, francamente. Y ve a contar a las mocitas y los zangolotinos que acuden a esta tienda que, aquí al lado, debutó y sentó sus reales allá por los años 50-60 del siglo pasado, un personaje atípico que se llamó Coccinelle, una transexual francesa que, según acabo de enterarme, murió en 2006.
Si tienes oportunidad, paséate con calma, con tiempo suficiente para leer los múltiples y variados letreros que cuelgan de sus fachadas. “La felicidad no se compra, se construye”, dice uno, sobre una entidad bancaria. Debe ser de antes de la crisis.
En otro edificio, una apelación poco tranquilizadora: “Si vis pacem, para bellum” (Si quieres la paz, prepara la guerra).
Si pretendes hacer una pausa, puedes toparte con alguien que duerme en el banco porque, otra de las características de la Gran Vía es que acoge por igual a los grandes magnates que a los desposeídos de la tierra.
Por acoger, acoge la administración de loterias de Doña Manolita donde, cada otoño, se forman largas colas de quienes pretenden hacerse con un décimo de premio seguro. Y donde tiene sus dominios uno de los pocos limpiabotas que quedan en Madrid.
Al llegar al edificio de la Telefónica, haz una pausa. Por aquí pasaron cientos de periodistas y escritores que escribieron sobre la guerra civil española. Hombres y mujeres de las Brigadas Internacionales se dieron cita en este rincón de un Madrid que fue a ratos víctima y a ratos verdugo.
Si andas buscando un libro, aprovecha que has de pasar ante la Casa del Libro. Lo que no encuentres aquí, búscalo en la Cuesta de Moyano, que nace en la plaza de Atocha y rinde camino a las puertas del Retiro.
En fin, la Gran Vía es, a mi manera de ver, la calle más madrileña de Madrid.
“Cosa que puede poner en admiración a toda una universidad, por discreta que sea”, en palabras de don Quijote, recogidas en el cartel que se levanta en la esquina de los números impares con la calle Alcalá, muy cerca de donde podrás ver la minimaqueta que han descubierto los reyes, él, nieto de aquél otro que la inauguró, ayer hizo un siglo.
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12 comentarios:
Hace aaaaaños que no paso por la Gran Vía. Mira que la pateé en los años sesenta con mi guitarra, mi capa y mis cintas de tuno. Cien años ya.
¿Siguen poniendo el café con una jarra de agua en Chicote?. Seguro que ya no.
¡¡¡¡Cuanta nostalgia!!!.
Besos.
¡No me digas que fuiste tuno!
A mí me rondaron dos veces y, cuando lo cuento, me miran como se hablara de que ligué con Viriato.
Hace tiempo que no entro por Chicote y no puedo corroborar lo del agua. Donde sí lo hacen es en la chocolatería San Ginés, de la que soy asidua.
Si tienes oportunidad, no te pierdas un paseo por la Gran Vía. De verdad que está guapa.
A mi el edificio que más me gusta es el de Metropolis, pero la verdad es que Madrid me encanta en general.
Gracias por un blog tan bonito.
Un besazo
Cuanto sabe mi Tiza y que bien cuenta las cosas!
¿Te puedes creer que nunca he reparado en el abside que dices?
¿y que no he entrado en chicote?
Lo arreglaré en mi próximo paseo...
¡¡¡estos madrileños de adopción que no han "visitado" ni "vivido" Madrid!!!
besos
A mi la Gran vía siempre me gustó, cuando llegué a España me paseaba horas recorriéndola... de arriba a abajo de abajo a arriba...
un día con mis padres cogí un autobus de guiris de esos que quieren ser londinenses y descubrí la gran vía mirando hacia el cielo... y descubrí tantos detalles que no había visto nunca... pero el que más me gusta es el de callao... es tan atípico son sus colores y formas
Besos
Odry: el edificio de Metrópolis, defienden los puristas, no pertenece propiamente a la Gran Vía sino a la calle Alcalá. A mí me gustaba más cuando lo coronaba el Fénix pero es verdad que es un edificio muy parisino, muy cosmopolita.
Gracias a tí por tus visitas, es un gusto.
Uma: es una construcción como incrustrada dentro de otra, la primitiva en la moderna. Por otra parte, el oratorio de Caballero de Gracia, que da nombre a la calle paralela (donde hay algún restaurante con cosas muy ricas, dicho sea de paso), tiene algunas leyendas interesantes, que relata en su autobiografía de Madrid el escritor Federico Carlos Sainz de Robles.
El arquitecto de la iglesia es el mismo del museo del Prado, Juan de Villanueva, y la fábrica neoclásica. En el interior se guarda un Cristo de la Agonía de muy buena factura.
Tirso de Molina escribió una obrita sobre el mismo Caballero, que era un italiano trasplantado a Madrid.
Crue, podio, ¿qué es eso de ir en un autobús de guiris? Dondequiera que vayas tu, ese es un transporte de guiris, rubia.
Bromas aparte, la Gran Vía tuvo la virtud de reunir a los mejores arquitectos de la época, que vinieron a lucirse, en una época en la que España parecía que se incorporaba a los países desarrollados. Una especie de pasarela de edificios nobles. Los hay muy curiosos, si te paras a observar.
Yo, como voy siempre con mi cámara de fotos a cuestas, me la tengo casi topografiada.
¡¡¡Cuanto sabe mi Tiza y que bien cuenta las cosas!
besos
¡Qué descripción tan maravillosa! ¿Las fotos son tuyas? me encantan. Me gusta Madrid de día, con sol y ese cielo que solo tiene Madrid, y me gusta pasar por Gran Vía por la noche. Mi santo, madrileño emigrado conmigo a las afueras (muy afueras), tampoco puede resistirse a cruzar Madrid por ella en vez de coger radiales ¿lo puedes creer?
¿Sabes qué otro cartel chulo he visto yo? En Doña Manolita, con esas largas colas (casi desde septiembre) tienen un cartel en el que piden a los "coleros" que los días pares hagan la cola hacia un lado, y los impares al otro, para no molestar a los demás comercios.
Me encanta la Gran Vía, y es verdad que es muy "Madrid"
¡Y es agradable saber que un día nos podemos cruzar por ella!
Hola, Tita, ya sé que quienes vivís en lo que tu llamas las afueras disfrutáis de casoplones ocho veces mi piso pero a mí me gusta el centro. Cuanto más centro, mejor.
Y, sí, cualquier día nos cruzamos porque yo, como dice una amiga, siempre estoy recogidita en la calle.
En cuanto a los carteles, un día haré un post con algunos de los que tengo, que los hay muy chulos.
Besitos, guapa.
Ah, sí, efectivamente, la mayoría de las fotos del blog son mías. Soy el terror de la familia con la cámara.
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