sábado, 19 de febrero de 2011

Comida en la Residencia

La santa madre vasca llega a Madrid el martes y esa misma noche nos llama la Miss para proponerme que comamos juntas.

- ¿Te viene bien mañana?, sugiere.

- Vale.

- Ya llamo yo a Mamen, no te preocupes, añade.

- Muy bien.

Un rato después, llama Mamen.

- ¿Dónde te parece que comamos mañana?, pregunta. Tenemos que pensarlo bien porque a tu consuegra el Ritz le parecerá una tabernilla de nada.

- Pues tú, que no tienes que trabajar, repasa los sitios que conocemos y mañana lo hablamos, propongo.
Media hora después, vuelve a llamar.

- Ya lo tengo, me cuenta, alborozada. Podemos ir al restaurante de la Residencia de Estudiantes. No es de lujo, pero tiene mucho encanto y un toque intelectual.
La idea me parece estupenda. La Residencia es un lugar interesante y acogedor y en el restaurante se come bien.

Quedamos a las dos y media y, como es natural, Mamen llega diez minutos después. Gigi tiene un aire como más juvenil, quizá es la ausencia de la sombra omnipresente de Ignacio. La Miss, que está igual de guapa que siempre, nos advierte que ella tiene trabajo por la tarde y que nos dejará tan pronto como sirvan los postres.
Pasamos a tomar el café al saloncito. En las mesas próximas, unas chicas jóvenes hablan de exámenes. Se disfruta un aire de cuarto de estar familiar.

- ¡Qué lugar más agradable!, dice Gigi, no tenía ni idea de que existiera un sitio así.

- ¿No has oído hablar de la Institución Libre de Enseñanza?, pregunto.

- Me suena vagamente, dice. (Que te dan ganas de preguntar: Pero, nena, ¿tú en que mundo vives? No obstante, respondo muy educadamente).

- Pues aquí se incubó un proyecto de España moderna que, desgraciadamente, se frustró con la guerra civil y lo que vino después. Aquí germinó lo mejor de nosotros como proyecto de pueblo, aquí se cruzaron filósofos, escritores, pintores, cineastas, arquitectos... ¿No has leído La noche de los tiempos de Muñoz Molina?

- No, no lo he leído, contesta, un poco avergonzada.

- Pues si tienes ocasión, no te lo pierdas. Cuenta, creo que atinadamente, cómo fueron aquellos años y te plantea, qué haría uno en caso de locura colectiva, le digo.

- Aquí, tu consuegra es un poco pestiñazo, ya sabes, interviene Mamen para suavizar el discurso.

Gigi sonríe y me parece adivinar una mirada aviesa. A saber qué estará pensando.

- Oye, yo quería preguntaros una cosa, y espero que no os moleste. Esto, vosotras ¿lo hacéis mucho?

La pregunta se presta a interpretación múltiple. Mamen ha entendido:

- ¿Vosotros hacéis esto muchas veces? Y responde:

- No tantas como a mí me gustaría porque ésta (y me señala) es una plasta que siempre está ocupada pero por lo menos una vez al mes.

Gigi pone cara de circunstancias. Porque, si no he interpretado mal, ella ha pretendido decir:

- Estooooo, vosotras ¿LO hacéis mucho? Así que pregunto a mi vez:

- Si hacemos ¿qué?

Inmediatamente le suben los colores que parece una amapola, de donde deduzco que he dado en el clavo.

- Perdonad, que lo último que yo quisiera es molestaros, es que no sé con quién hablar de una cosa así. Yo no tengo una amiga como vosotras con quien compartir cosas íntimas...

Noto que Mamen acaba de percatarse de qué va la vaina.

- ¡Ah, ya, te refieres al folleteo!, dispara.

Miro a Gigi y me dan ganas de preguntarle si ha pasado el sarampión. No sé si ese rojo de cara puede ser sólo rubor.

- Oye, que lo siento mucho, es que a mí me han enseñado que de eso no se habla y además no tengo con quien hacerlo... A veces pienso que la niña sabe más que yo.

- Seguro que sí, tercia Mamen.

- Nuestros hijos saben de todo más que nosotros, es ley de vida, digo yo por quitar hierro al asunto.

- Ya, y perdonad que insista, pero ¿vosotras lo hacéis mucho? (Está claro que a ella le interesa la cuestión).

- Hija, pues lo que se puede, se adelanta mi amiga. Unas veces más y otras menos.

- Sí, pero ¿Cuántas son más y cuántas menos?, insiste Gigi.

- Verás, es que no hay un baremo exacto, intento exponer mi teoría sin hacer sangre en carne ajena, depende de cómo sea la relación: no es lo mismo en el primer año que el décimo; depende del tiempo disponible: no es igual en vacaciones que cuando ambos trabajamos; depende del ambiente: es diferente si uno acaba de tener un detalle tierno que si se ha discutido; no sabría cuantificar en número.

- Ya, pero ¿más de una vez al año?, aventura Gigi, con aire de osadía.

- No fastidies, hija, muchas más, sale rauda Mamen.

- Sí, alguna más, añado y trato de hacer señas a mi amiga de que afloje la marcha.

- Me vais a tomar por rara pero es que yo tuve un parto muy malo cuando la niña y decidimos no tener más hijos. (A estas horas la color de su cara es escarlata total, siento que está haciendo un esfuerzo sobrehumano). Yo creí que, entonces, lo decente era dormir en habitaciones separadas y luego, pues como que nos hemos acostumbrado. Pero estas navidades, en el pueblo...

- Ya, ya, le corta Mamen.

- Ay, no me digas que os distéis cuenta.

- Sólo nosotras, de casualidad y porque sabes que te apreciamos, le consuelo.

- Luego lo hemos hablado Ignacio y yo. Él dice que no es normal que en un matrimonio no haya sexo.

- En eso creo que tiene razón, digo, y no me puedo creer que me ponga de parte del padre vasco. Sobre todo tú que te estás perdiendo una parte muy gratificante de la relación, añado.

- Ya, ya, admite la santa madre vasca.

Me parece que por hoy hemos tenido razón suficiente de confidencias así que propongo dar una vuelta por la calle Serrano, que está al ladito, y allá que nos vamos, como tres reinonas. Pero el tiempo se nos pone en contra. A la altura del nuevo Corte Inglés – donde estuvo Marks & Spencer – se pone a diluviar. Entramos, compro el libro de Muñoz Molina y se lo ofrezco a Gigi.

- Espero que te guste.

A lo mejor es por la lluvia, pero yo diría que tiene los ojos húmedos.

7 comentarios:

Pilar Abalorios dijo...

Si al final resultará que la santa madre vasca, lleva toda la vida in albis, casi me da pena.

Besos

Tita dijo...

Yo, cambiando un poco a Dorothy, añado:

-No hay nada como la amistad
-No hay nada como la amistad
-No hay nada como la amistad

Pobre Gigi...tantos años en secano. Esto con amigas como vosotras, no la hubiera pasado. No me extraña que se la humedezcan los ojos.

Me he reido tanto como me has enternecido...

Besos

ODRY dijo...

Ja ja ja, pobre mujer, las próximas compras a la que te la lleves que sea un sexo, que eso si que tiene para varos blogs seguiditos, ja ja ja.

Un besazo.

Anónimo dijo...

Lo de santa madre le viene al pelo, jajajaja

¡Besos!

Uma dijo...

Me ha parecido un poco agresiva tu primera actitud con la pobre gigi, el libro casi que acaba de salir, no tenia pq haberlo leido y yo tampoco tenia ideade lo de la institucion de libre enseñanza.
Por lo demás, no me creo q por muy pija,catolica y apostolica q sea lleve años sin echar un casquete!
besos

Mary Limón Roe dijo...

Que digo yo que si los contrayentes han hecho ya los cursillos que parece que la cosa se está poniendo cruda.

Cruela DeVal dijo...

Gigi morirá virgen y mártir
A este pasa su himen se ha recompuesto....
Nada a emborracharse en el pueblo y mano de santo... bueno en este caso creo que los santos sobran
besos