miércoles, 9 de diciembre de 2009

Para que te enteres

Ser empresario en tiempos de bonanza debe ser tarea muy fácil y placentera. Ser ministro cuando los datos soplan a favor debe ser un cometido liviano y satisfactorio. Ser empresario en tiempos de crisis económica debe ser arduo. Ser ministro en tiempos de dificultades debe ser complicado. Empresarios y ministros tienen duro trabajo en los tiempos que corren.

Durante años, el boss de los empresarios ha venido siendo un tipo sin ningún compromiso empresarial, un cura sin parroquia, como si dijéramos, lo que le ha permitido pontificar sin medida a sabiendas de que nadie le iba a pillar en un renuncio. José Mª Cuevas fue presidente de la Ceoé para lo bueno y para lo malo.

Hombre curtido en el seno franquista, amigo de Rodolfo Martín Villa en su época universitaria, claramente conservador, patrocinador de José Mª Aznar en su paso por Castilla y León, tuvo el acierto de negociar con los sucesivos gobiernos a lo largo de sus 23 años de presidencia y alcanzar con socialistas y populares acuerdos sociales que permitieron años de calma laboral.

A Cuevas le sucedió Gerardo Díaz Ferrán, un hombre atado a sus empresas. Conservador, entusiasta de la lideresa de Madrid, que le había otorgado alguna que otra prebenda y favoreció su elección como presidente de los empresarios madrileños, ha venido cortocircuitando hasta hacer descarrilar los intentos de diálogo social propuestos por el gobierno a través del ministro de Trabajo, don Tino.

A lo que se ve, la táctica ha resultado negativa para ambos. A don Díaz del hierro, con tanto tejemaneje, se le han ido sus empresas al garete de manera que ha tenido que malvenderlas en medio de las protestas de sus trabajadores, tras sumar una tonelada de deudas, entre otros con la Seguridad Social.

A don Tino se le están desmoronando sus proyectos hispano catalanes. El ministro tiene dicho que, cuando deje Madrid y vuelva a Cataluña preferiría no retornar al mundo municipal de donde procede, la alcaldía de L’Hospitalet exactamente, pero que se ofrece al partido, al PSOE y al PSC, para lo que gusten mandar. No lo ha dicho expresamente, al menos yo no lo he oído, pero se sobreentiende que iría encantado a la Generalitat. Tampoco lo dice pero flota en el aire que lo que de verdad le encantaría es ser molt honorable. En una palabra, sustituir a Montilla. A ver por qué no va a poder ser lendacatalan un extremeño si el actual es cordobés, debe pensar don Tino.

La estrategia para hacerse un hueco en Barcelona pasaba por hacerse el imprescindible en Madrid. Y resulta que tampoco. Don Tino no ha sido capaz de poner firmes al unísono a sindicatos y patronal. Un suelto en el periódico Público ponía negro sobre blanco la situación de don Tino: “El ministro de las malas noticias”, decía. Buena burra hemos comprado, ha debido decirse a sí mismo Zapatero, tras el fracaso de las negociaciones, en las que tan buenos resultados obtuvo Jesús Caldera, predecesor de don Tino.

El diálogo social ha hecho aguas para disgusto del presidente Zapatero que anda muy necesitadito de resultados tangibles, que no es bueno jugar con las cosas de comer.

En vista de lo cual, el último consejo de ministros ha nombrado un interlocutor especial para el diálogo social: Alfonso Morón. El cargo exacto es director de Gabinete para el Diálogo Social, con rango de secretario general. Su tarea es la de “asistir al ministro en el desarrollo del diálogo social, mediante el impulso, coordinación y seguimiento del mismo y la constante interlocución con los agentes sociales”. O sea, un ahí queda eso como una catedral.

A mayor abundamiento, Morón llega con experiencia en la materia: formó parte del mismo equipo de Caldera que sacó adelante el acuerdo para la mejora del crecimiento del empleo, firmado por gobierno e interlocutores sociales en 2006. Para que te enteres de cómo hay que hacer las cosas, ha debido decirle el presidente a don Tino.

Eso digo yo, habrá remachado Caldera desde su particular Olimpo, la factoría de las ideologías que le/se ha regalado Zapatero.

Y en esas anda don Tino, tratando de enterarse.

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