lunes, 23 de agosto de 2010

Comida de familia



Ahí está el otro grupo, a dos metros de nosotros. Nos esperan de pie, haciendo tiempo con el maître, que se desvive como si estuviera delante de la familia real.

No es pasión de madre, pero el Heredero está guapo de caerse culo. Y, sin pasión de suegra, la Miss hace honor al título. No me extraña que tenga al Heredero al retortero porque guapa es hasta cansarse. Se me ha puesto además un vestidito, porque de alguna manera hay que llamar a lo que lleva, que a su lado el de Mamen parece un hábito de clausura. Escote mucho más abajo del canalillo, un hombro al aire y la espalda hasta el asiento de la silla.

A la madre me la había imaginado más joven, no sé por qué, pero debemos andar a la par. El padre parece un galán de Hollywood años 60 más tipo Cary Grant en Charada que Robert Redford en Peligrosamente juntos, pero una cosa así. Ambos son tipos altos, de buena estructura ósea. Y guapos, con esa belleza que da el haber comido bien, haber tenido buenas lecturas, una vida confortable y pocas preocupaciones desde muchas generaciones anteriores. Y una buena genética, claro. Ahora comprendo a quién sale la Miss.

El Heredero se adelanta para hacer las presentaciones. La Miss me abraza cariñosa, me da un par de besos y me susurra al oído: Gracias por hacer venido. La sonrío y la achucho un poco.

- Estás muy guapa, le digo, bajito.

La madre se llama Elisabeth del Carmen, pero la conocen por Gigi, por una abuela francesa (se ve que en las familias vascas con posibles siempre hay una abuela francesa, que esto me lo tengo yo muy leído). El padre se llama Ignacio María de Loyola, pero como es gente campechana, sólo le llaman Ignacio. Ignacio, no Nacho, ni Iñaki, Ignacio. Ambos tienen apellidos compuestos con mucho goitia, yoaga, ascoa, gorri, enea, guren, andia o azar. Estos son vascos y no los pobres del coche, me digo mientras duran las presentaciones.

La mesa es circular y está adornada con flores, blancas y rosa pálido. Hay una tarjeta en cada plato. Mi sitio está entre el padre y el Heredero. Enfrente, mi chico flanqueado por Gigi y la Miss. Al otro lado del padre, Mamen, Carlos junto a la madre. Puro protocolo. Y eso que no era nada oficial.

Mi chico me guiña un ojo. Noto que el Heredero me aprieta la mano. No me lo puedo creer ¿qué le pasa a este hijo mío que siempre ha sido un cardo y a quien hay que sacarle los besos con cuentagotas y sin testigos?

- ¡Qué guapa estás!, me dice el muy mamón, te sienta bien el moreno…

- Si lo haces por la herencia no te molestes, le respondo, ya sabes que pienso gastármelo todo.

Esta frase se lo habré dicho cienes y cienes de veces, pero, en ese momento, todos ríen, creyendo que es una ocurrencia mía.

- Él piensa que lo digo en broma pero va totalmente en serio, soy contraria a las herencias, sobre todo si soy la donante, añado. Y noto que todos estamos más distendidos.

- ¿Conocéis la carta?, pregunta el padre, una vez acomodados. Mi chico refiere que éste es el restaurante al que vinimos en nuestra primera visita a Donosti y que, en la última, comimos unas angulas riquísimas. Convenimos en que sea el padre quien seleccione el menú. Entonces hace una seña casi imperceptible al maître, quien da orden de que empiecen a servir. Vamos, que aquí está todo bien ensayado.


Mamen bromea con el Heredero, Ignacio entra rápidamente al trapo. Carlos explica a Gigi los secretos de las Bolsas europeas. La Miss mira tiernamente al Heredero y luego me mira a mí. La comida transcurre plácidamente, Mamen cuenta la vida y milagros de mi Heredero, las gracias que hacía ya en la cuna, lo listo, lo guapo, lo alto que es.

- Parece que quisiéramos colocar al chico, digo yo y en el mismo momento me doy cuenta de que podía haberme mordido la lengua.

- Yo diría que el chico está bien colocado, el padre lo coge al aire. Y, si me aceptas un comentario muy personal, déjanos agradecerte tus esfuerzos y desvelos de madre para educar y formar a una persona tan estupenda y admirable como tu hijo. Tanto Gigi como yo queríamos que supieras que nos sentimos muy afortunados de que nuestros hijos hayan decidido compartir sus vidas. Nuestra hija ha sido siempre una niña idealista y temíamos que se enamorara de alguien que no estuviera a su altura, que le hiciera sufrir, ya sabes, ese temor que nos ataca a los padres - se justifica - así que desde que conocemos a tu hijo no hacemos más que dar gracias a Dios porque nos lo haya puesto en su camino.

A esas alturas del discurso yo me debato entre el culito hecho pepsicola y las ganas de salir corriendo de la encerrona. Sosiégate, nena, me digo a mí misma. El tío este tiene más razón que un santo. Ese zángano que hace ojitos a la Miss me ha costado esfuerzos, desvelos y sinsabores por toneladas. Está muy bien que alguien lo reconozca. Noto en su mirada que a mi chico se le está cayendo la baba. Todos me miran como si yo fuera la novia. Soy consciente de que tengo que responder pero sólo se me ocurren incoherencias y, además, estoy segura de que voy a tartamudear.

- El amor, digo por fin, es algo que la vida reparte a ciegas, una cuestión de suerte. Mi hijo es muy afortunado porque ha encontrado en su camino alguien que le quiere y eso es más de lo que pueden decir muchos seres humanos sobre la tierra. Espero que él sepa lo privilegiado que es y que ambos sean capaces de conservar la ilusión que viven hoy.

Ya repuesta, añado que yo no soy una entusiasta del matrimonio, que creo que las mujeres todavía llevamos la peor parte y la carga más pesada, que creo en las relaciones de igualdad, en el respeto mutuo más que en los papeles. En fín, que les echo un speech porque no van a creerse esta panda de conjurados que se van a ir de rositas después de la que me han montado. Mientras hablo, noto que a la Miss le caen dos lagrimones.

- Deseo que todas las lágrimas que derrames en tu vida sean de emoción y no de pena, le digo.

Entonces, ella se arranca delante de todos y me suelta.

- Yo sé que te he dado la lata muchas veces contándote mis cuitas y que al principio no te caía muy bien (Yo pongo cara de circunstancias). Como te he dicho muchas veces, yo quiero mucho a tu hijo, aunque a veces se portara como un verdadero cabestro (la Gigi pone cara de espanto). Pero ahora que vamos a casarnos, quiero decir delante de todos y de él también, que cuando alguna vez me daban ganas de dejarlo pensaba que un chico con una madre como tú tiene que ser forzosamente un tío extraordinario. Entonces te llamaba, tú me dabas largas pero siempre me escuchabas y me dabas buenos consejos, que yo he procurado seguir. He aprendido mucho de ti y espero seguir aprendiendo, así que no te preocupes que éste no sabe aún lo que vale un peine, concluye señalando al Heredero.

No se me caen las bragas al suelo porque estoy sentada, que diría Julia Roberts. Gigi la mira como alucinada, Carlos se ríe, Mamen la achucha cariñosamente. El Heredero pone ojos de vaca enamorada. Esto va en serio, nena. Y entonces el padre se explica.

- Parece que en esta nueva familia los hombres vamos a estar en inferioridad de condiciones, dice con sorna, así que he de añadir por mi parte que a mí el Heredero me ha impresionado enorme y muy gratamente por su inteligencia dinámica y emocional (¿será eso una virtud?), su capacidad de iniciativa y sus recursos creativos así que, si vamos a ponernos sinceros, quiero anunciar que tengo grandes proyectos empresariales que espero llevemos a cabo juntos.

Al Heredero le chorrea la satisfacción por todos los poros de la cara. Y a mi, ahora sí, empiezan a encajarme todas las piezas.

4 comentarios:

Pilar dijo...

La lavadora con la boca abierta a punto de vomitarme la primera hornada de imprescindibes camino de Ribadesella, pero que espere...tenemos crónica de la comida noficial del compromiso del heredero y la misssssssssssssssss


Bueno, guapa, emocionado me has, hasta la lágrimilla tonta, pero lágrimilla. La Miss si además es guapa, es casi casi ireal, me alegro muchísimo por tí, y de paso por el heredero, que tu serás muy tuya pero, si el niño es feliz, buena parte de tu felicidad está asegurada.

La familia, bien, gracias. Mejor un poco de más que un mucho de menos ¿no?


(ya me imagino las crónicas sociales que nos esperan y el brujuleo con la foto del Hola!)

Bueno, te dejo que me asalta el resto del maleterío.

Besos y enhorabuena.

Tita dijo...

Coooooooñó!

Aparte de todo lo que traes, ¡qué pedazo de crónica! Oye, esto es cotilleo del bueno, y lo demás tonterías ¡qué profusión de detalles, y cuanto la he disfrutado!

A mí tampoco se me han caido las bragas según te leía por simpatía a ti, porque también estaba sentada.

Te aviso por si no has caido, que la madre del heredero, en este caso novio, o sea, tú madrina, sobresaldrá lo quiera o no en ceremonias y varios ¿has pensado ya el modelito?

Muchos besos, y ¡que sea para bien y para muchos años!

Anónimo dijo...

¡Enhorabuena! que esto va en serio y hay compromiso ! la comida todo un éxito y el relato de la crónica extraordinario !

Besos !

La de la tiza dijo...

Pilar, por un casual, ¿Tú compraste la maleta a la Piquer?
Porque lo tuyo este verano es para escribir una guía. Luego disimulas con la lavadora.
De paso, te comunico que mi amiga Mamen anda por allí. Por si os encontráis, vosotras, las ricas por vuestra casa.
Tita: en esas ando, en lo del modelito.
Bet, así estoy yo, cogiendo kilos y lorzas. No hay dicha completa, lo que yo te diga.
Y a todas, que disfrutéis vuestras vacaciones y ocios varios, corretonas.