jueves, 15 de julio de 2010

Una de traca


Han pasado solo cuatro días desde que España salió a la calle para vocear su alegría por el triunfo de la selección de futbol en el campeonato mundial. Apenas cuatro días, cuando el presidente del gobierno ha subido al estrado para dar cuentas a los ciudadanos del estado de la nación.

José Luis Rodríguez Zapatero es hombre que, al parecer, controla sus emociones. A él no se le escaparía un beso como a Casillas, ni harto de vino. Se controla tanto que su discurso le deja a uno frío. Quizá no pueda reprochársele nada pero tampoco emociona. Hace un relato de la situación con arreglo a su perspectiva política.

Bueno, vale ¿y qué? dan ganas de decir.

Terminado el discurso, salen a la palestra los portavoces parlamentarios para opinar sobre la exposición del presidente. Salvo el socialista, todos se muestran en desacuerdo. La portavoz popular no esboza ni un solo argumento, corta el árbol por la base y lanza una descalificación despreciativa al presidente.

Sáenz de Santamaría es una profesional brillante e inteligente que suele errar el tono del mensaje. El gobierno ha cometido errores suficientes como para hacer una oposición saludable señalando estos fallos. Cebarse en el menosprecio y la descalificación es impropio de una parlamentaria democrática y no contribuye a mejorar la salubridad del sistema.

Por la tarde, abre la sesión el portavoz del primer partido de la oposición, Mariano Rajoy, un parlamentario mejor dotado para la oratoria que el presidente. Elabora un discurso inteligible, mostrando las contradicciones del presidente sin anunciar ninguna medida ni programa alternativo. Los suyos le aplauden con entusiasmo.

Mientras habla me dedico a estudiar la comunicación no verbal de uno y otro. Zapatero permanece inexpresivo o lo que es peor, pone cara lela. Si está tragando bilis lo disimula. Tampoco la cara de Rajoy coincide con sus palabras. Hay algo en su expresión que desentona con el discurso. Es el gesto de quien no se cree a sí mismo, que dice lo que hay que decir, no lo que quisiera decir, en el supuesto de que tenga algo que decir, que tampoco está claro.

En la segunda respuesta al presidente popular se le escapa un lapsus. Congeló las pensiones de los funcionarios, le acusa atropelladamente. O eso espero. Porque el gobierno ha congelado las pensiones y ha bajado el salario a los funcionarios.
¿Cree usted que le importa a alguien lo que yo hice hace diez o quince años?, pregunta Rajoy retóricamente. Pues yo creo que sí, porque Rajoy es un político que ha sido vicepresidente del gobierno con Aznar, que ha pasado por varios ministerios: de Presidencia, de Interior, de Administraciones Públicas, de Educación, en ninguno de esos puestos ha dejado señal alguna por la que pueda ser recordado. Y eso ya es indicativo de su capacidad de gobierno o de gestión.

Rajoy parece un bienmandado pero ¿tiene ideas propias? Si las tiene, ¿por qué no las expone? Si no las tiene ¿quién se las dictará en el supuesto de que llegara al gobierno?

El debate se ha deslizado a partir de ahí, por un rosario de descalificaciones. El presidente le reprocha al portavoz de la oposición su incapacidad para “arrimar el hombro”. El portavoz de la oposición le acusa de no cumplir su palabra. Parecen entretenidos en el juego.

Echo en falta en el presidente un discurso que explique el modelo de estado y de sociedad que defiende. Echo en falta en el presidente del primer partido de la oposición un discurso que explique qué medidas tiene en proyecto para sacar a España del atolladero en que se encuentra. Cómo piensa crear empleo, cómo piensa reducir el déficit público, cómo piensa mejorar las políticas sociales, cómo piensa mejorar la gestión de Zapatero.

Como he tenido unos días de excesos, arrastro un déficit de sueño. Ya quisieran ambos oradores que ese fuera su único déficit, pienso. Es el último pensamiento consciente que recuerdo porque enseguida me duermo, acunada por el runrún de los discursos. Aún alcanzo a ver a don Tino, que aplaude al presidente con un entusiasmo perfectamente descriptible. Huy, que mala espina me dan esas palmitas…

Cuando me despierto, oigo a Bono pedir a los diputados respeto al orador. Cuando se hace el silencio, Zapatero se dirige a Rajoy: Ni que usted estuviera para echar cohetes en las encuestas…

He ahí la cuestión, ya ves tú. En un momento como el que estamos atravesando y al final todo queda en una traca dialéctica.

5 comentarios:

Ellyllon dijo...

Al final siempre es un patio de colegio y éso es lo más triste.

De todas formas, al empezar a leer tu post me acordé de que no sé dónde oí que se atrasó el debate a esta semana para que si España ganaba el mundial, ni dios estuviera pendiente.

pero mira, contigo no lo han conseguido jejejejejejejeje

Gracias por la instrucción.
Siempre es un placer leerte aunqeu no comente.
Besicos
Elly

Pilar dijo...

Pues eso que Iniestagol y españacampeonadelmundo, y como no consigo arrancarme la parte del cerebrpo que se interesa por la política, llevo un cabreo que como si fuera francesa y mi selección se hubiera vuelto en cuartos.

Y el señor jefe de la oposición, hoy ni ha acudido a la cita, mandahuevoseh?

Tita dijo...

Ay qué depresión y cuanta razón tienes....

Solo puedo decir una cosa:

Goldiniesta

Angelillo dijo...

Vaya, con semejante post, no hace falta ni leer los periódicos ni tragarse el debate ni nada. Solo un detalle: cuando era pequeño, recuerdo el televisor de la casa de mi familia encendido todo el día, siguiendo el debate o como ruido de fondo, como ocurría el día de la lotería de navidad. Este año, apenas aguanté quince minutos delante del televisor para pasar a ver dibujos animados.

La de la tiza dijo...

Ellyllon: es que yo para esto de la política soy tirando a pesada. Siempre pienso que si no funcionan bien la culpa es mía por haber elegido mal, creo que lo personal es político.
Y gracias por pasarte, siempre es agradable verte por aqui.
Pilar: a Rajoy le pasa siempre como a mí en ocasiones, le puede la soñarrera. Si no se molestara, yo diría que es un vago profesional.
Tita: nada de depresiones, que les daba yo una tal que así...
Angelillo: eso es lo malo, que acabaremos por pasar olímpicamente de la política y entonces vendrán y nos las darán todas juntas en el mismo carrillo (con perdón de Carrillo, don Santiago).