jueves, 2 de septiembre de 2010

Quién es quién


Para sosegarme de tantos acontecimientos familiares me estoy dando un atracón de lectura. Acabo de percatarme de que casi todo lo que he leído últimamente está escrito por mujeres. La elección por mi parte es casual, lo que no debe ser casualidad es que ahora haya más literatura escrita por mujeres. ¡Qué bien!

He terminado hace poco Los ojos amarillos de los cocodrilos de Katherine Pancol. Soy un poco reticente a los best sellers y más si son traducciones pero éste me ha gustado. Está bien escrito, sobre todo la primera parte. Luego decae un poco, debe de ser difícil resolver magistralmente una historia con tantos personajes. A ver si le echo una ojeada a la versión original.

Previamente, había leído La princesa india, de Inma Chacón. Por curiosidad; me gustó mucho Dulce Chacón y quería ver cómo se desenvolvía su gemela. Está bien. Sin más.
Antes, había terminado El Tiempo entre costuras, de María Dueñas y, más recientemente, Dime quién soy, de Julia Navarro.

Éstos últimos me han gustado poco. De la Dueñas no diré nada porque es escritora primeriza y no tengo más referencias de ella. Si le han hecho una buena promoción y ha vendido mucho, pues bien está. Veremos a ver qué ocurre en adelante.

Me centro, pues, en la Navarro. Como periodista siempre me pareció mediocre y basta leer sus columnas en las revistas dominicales para comprenderlo. Siempre se ha movido en el entorno del poder – del poder socialista, inicialmente, luego de lo pepero – y se ha beneficiado de sus relaciones privilegiadas. Nada más. Nunca ha levantado un scoop, nunca ha hecho una investigación seria y rigurosa. Nunca ha escrito bien. Tampoco ahora.

Pero lo que no le dio el periodismo – fama y dinero - parece que se lo están dando los best sellers (me niego a llamar literatura a estos libros que se publicitan como electrodomésticos y se venden como churros).

No he leído sus publicaciones anteriores. Creo que seguiré sin hacerlo. Me basta con el que he terminado. El asunto que plantea – una mujer supuestamente independiente que en los años 30 abandona a su marido y a su hijo siguiendo a un amante comunista - tiene interés y podía haberlo desarrollado mejor de estar dotada de una mínima destreza. Algunas de las situaciones que relata son inconcebibles, otras imposibles. Y las que serían posibles ellas las torna increíbles. Aparte de lo cual, están mal relatadas.

Yo no sé si sería capaz de levantar una historia similar pero no hace falta ser Cervantes para distinguir el Quijote del resto de libros. Basta tener un poco de criterio.

Tampoco soy crítica literaria. Lo que me ha llamado la atención es su reiterado lamento. El narrador de la historia es un periodista joven subempleado en un periódico digital, que se lamenta repetidamente de lo mal que está la profesión en España.

“En mi profesión ser decente suele conducir a que te quedes sin empleo. No sabes cómo está el periodismo en este país”, advierte ya en la página 8 de las 1714 que tiene el libro en el formato en que yo lo he leído. Y sigue: “O estás alineado con la derecha o lo estás con la izquierda. No eres más que una correa de transmisión de las consignas de uno o de otro. Pero intentar contar simplemente lo que pasa y opinar honradamente, te lleva a la marginación y al paro.

- Siempre te había tenido por un chico de izquierdas – dijo mi tía con cierta sorna -. Y ahora gobierna la izquierda…

- Ya, pero el gobierno quiere que los periodistas afines cierren los ojos y la boca ante sus errores. Criticarlos significa el extrañamiento. Dejan de considerarte uno de los suyos y, claro, como tampoco eres de los otros, te quedas en tierra de nadie, o sea en el paro, como estoy yo.”

El mismo argumentario, con ligeras variantes, lo reiterará, venga o no a cuento, a lo largo del libro para que no quede duda de cuál es su diagnóstico sobre la situación de la profesión periodística.

Lo que dice es cierto. Pero no sé si ella es la más autorizada para sostenerlo. Y, además, es sólo una parte de la verdad.

La Navarro es, como bien sabes, una periodista veterana. Pertenece a esa generación que se formó en la transición, que se creyó lo del cuarto poder. Una generación que, con demasiada frecuencia, compadreó con la información y los afectos.

En los años anteriores, periodistas y políticos habían convivido juntos en la universidad, (Periodismo era aún Escuela, ni siquiera Facultad) a veces habían sido detenidos en las mismas redadas, habían recibido palos de los mismos grises, habían corrido en las mismas calles y se habían refugiado en las mismas casas.

Periodistas y políticos vivieron en la misma trinchera convencidos unos y otros de que estaban poniendo los cimientos de una sociedad nueva. Así fue, en efecto, pero se produjo un malentendido. El de creer que periodistas y políticos compartían intereses, cuando en realidad se trata de objetivos opuestos. La tarea del periodista es, justamente, descubrir y señalar los puntos débiles de los políticos, de la política.

Como pronto se vería, los políticos tenían el interés del partido como bien supremo. En el mejor de los casos, la gestión de los asuntos públicos. El interés de los periodistas era – debía ser – otro. Si hay componenda uno de los dos - o los dos - está cometiendo fraude.

De aquella forma de relación surgieron algunas parejas sentimentales político-periodista (la presencia de mujeres en la política era entonces poco significativa y en papeles secundarios).

Fueron, por lo general, relaciones coyunturales, de mutuo beneficio, condenadas a la precariedad y a la consunción. Algunas fueron más o menos conocidas, más o menos sorprendentes pero todas tenían fecha de caducidad. Algunas terminaron mal. Otras, muy mal.

El aviso de por dónde iba la cosa lo dio Felipe González cuando, a poco de formar gobierno en 1982, en la primera rueda de prensa que ofreció en la Moncloa, una periodista amiga se dirigió a él como tantas otras veces había hecho, llamándole por su nombre. Él cortó tajante: no me llames Felipe, dime presidente. Esas eran las reglas del juego.

Algunos periodistas entendieron rápidamente el mensaje y se pusieron a cubierto a la sombra del poder. Los trece años de gobierno socialista resultaron sumamente rentables para ellos, en lo profesional – muchos llegaron donde ni hubieran soñado y donde nunca lo hubieran hecho por mérito propio – y en lo económico – se hicieron fortunas igualmente sorprendentes -.

Se pagaron informes de tres folios a precio de oro. Se cubrieron plazas de consejero sin más mérito que la docilidad. Se nombraron directores de empresas a más de un indocumentado. El sistema fue copiado como un calco cuando el PP sucedió al PSOE, en algunos casos corregido y aumentado.

Otros periodistas, por el contrario, se sintieron ninguneados y de aquella humillación surgió un resentimiento y una animadversión que explica algunos enconamientos mediáticos (Federico Jiménez Losantos y Curri Valenzuela son los ejemplos que siempre se traen al caso pero no son los únicos).

Se trató de un malentendido pero de aquél malentendido hay periodistas que aún no se han repuesto. La Navarro es una de ellas.

10 comentarios:

Tita dijo...

Uauuuuuuu, Tiza. Otro de tus post magistrales.

¿Has visto que me he abierto una nueva sección en mi blog, según entras arriba a tu derecha? Ahí quiero poner mi post recomendado de la semana. Y si no te parece mal, quiero poner éste.

En mis pocos años, debería haberme rechinado que un país donde no se criticaba nunca (ni destructiva ni constructivamente) a la familia real, por ejemplo, escondía algo y no era sano.

Y ahora entiendo la bola esta con la que yo por lo menos he crecido: la de la transición impecable y de la que deberíamos estar orgullosos.

Ja

Ahora lo entiendo todo.

Gracias ¡y besos!

Pilar dijo...

Una más que se ha tragado el último best seller de Julia Navarro, pero casi la primera a quien escucho/leo una critica clara y contundente.

Me gusta leer en castellano y además me gusta leer a mujeres, asi compenso tanta literatura clásica de hombres y nada más que hombres, pero se ha convertido en una moda y se publica mucho más de lo que por calidad sería preciso.

No sabía nada de ella, y en base a lo que contabas me he metido un poco en google que casi todo lo sabe y tiene memoria (histórica no sé pero memoria un rato), y ahora entiendo la "cantinela" del por otra parte pésimo perodista que escribe la novela, en su momento me molestó por reiterativa y plana, pero no supe leer más allá hasta que me has abierto los ojos.

Sobre la autora comentar que me gustó bastante la Hermandad de la Sábana Santa, un libro bien llevado con su justa dosis de intriga y de libre interpetación histórica, pero desde ahí ha ido bajando en picado permanente.

Mantengo la peregrina teoría de que cuando una primera novela triunfa, las editoriales sacan del cajón las dos o tres que calificaron de infumables y las publican al calor de la primera, con los resultados habituales, la gente la compra, la crítica la apoya y quienes no comulgan callan que bastante duelen los 20 y pico euros que te ha costado la broma.

Dime quien soy está mal escrita, narra una historia absurda e imposible pero lo peor es que depués de no se cuantas mil páginas no me queda claro si para la autora es una pecadora que trata de redimirse, una mujer arrastrada por su destino, una heroína o quien diablos. Y sinceramente creo que eso es lo peor de todo, la autora no se moja ni un instante y a fuerza de estar equidistante se queda fuera del plano.

En fin, menos mal que ha habido otros libros y algunos bastante buenos.

La de la tiza dijo...

Tita: siempre tan generosa en todo, incluso en los adjetivos.
¿Cómo que si no me importa? Agradecida por tu amabilidad y con el culito pepsicola.
Pilar: eso que apuntas es una de las cosas que más me irritó. La protagonista, sobre ser imposible, está toda la vida pagando, entre otras cosas, por comunista. Al resto de personajes, del otro bando, la "vida" - la autora - los trata con mucho más miramiento.
Lo único bueno de este libro es que, al menos yo, no he pagado nada.

Anónimo dijo...

Me ha encantado como has puesto los puntos sobre las íes, gracias por abrirme los ojos.

Besos ! ( desde Tossa de mar, me he escapado )

Anónimo dijo...

La verdad es que no tenía intención de leer ese libro, pero después de tu demoledora crítica, mucho menos. Como a Pilar, me gustó (sin excesos) La Hermandad de la Sábana Santa, y no estaba mal La Sangre de los Inocentes. Pero cada vez ha ido a menos, y me faltan muchas ganas para leerme la última novela.

Respecto al auge de la literatura escrita por mujeres, en algún sitio he leído que responde a una estrategia de márketing editorial. Alguien se fijó en que hay más lectoras que lectores, y que además las mujeres tienden a leer a otras mujeres. Conclusión: los editores creen que puede ser más rentable publicar a mujeres que a hombres.
Personalmente, cuando elijo un libro, no me suelo fijar ni en el sexo ni en la nacionalidad del autor, aunque reconozco que casi siempre se nota.

IRMA dijo...

Otra vez chapeau, ¡qué lucidez y qué talento para desarrollar las ideas de manera clara, ordenada y contundente!. Toda mi admiración como siempre.

Y me sumo a este forillo literario.
Yo leo mucho, pero también me aqueja un despiste muy selectivo: estaba convencida de que no había leído nada de Julia Navarro y resulta que sí, que me he trabajado "La Hermandad de la Sábana Santa". Esto quiere decir A) que tengo que hacerme con un Brain Training, B) que la obra no me impresionó hasta el punto de retener el nombre de la autora. Porque de otros autores, no solo sí recuerdo el nombre, si no que además los coloco en mis altarcillos personales, como por ejemplo a Arturo Barea, autor de "La Forja de un Rebelde", que yo considero un libro emocionante y conmovedor que debería ser de obligatoria lectura en las escuelas para entender cuales son los polvos orígenes de estos lodos que ahora nos toca desayunarnos todos los días con patatas.
"El tiempo entre costuras" (de cuya autora tampoco recuerdo el nombre, y no voy a hacer el esfuerzo de buscarlo) me gustó cuando lo leí y aunque le aprecié pecadillos, me parecieron facilmente perdonables, por aquello de ser la primera obra y por la labor de investigación y el esfuerzo de contar una época que se va perdiendo de la memoria conforme se nos mueren los abuelos que la protagonizaron y nos van culpabilizando a los Garzones, dejándonos sin posibilidad de indagar legal e institucionalmente en ella.
Pero luego leí "La Forja..." y concluí que "El tiempo..." era un quiero y no puedo más que deudor, una imitación muy poco disimulada y bastante mediocre de la otra, esta sí, obra maestra.
Y yo también creo que salimos ganando toda la humanidad cada vez que las mujeres nos hacemos visibles, sea en el campo que sea.
Un abrazo muy fuerte.

Cruela DeVal dijo...

Así de prisa y corriendo
La de la Pancol a mi personalmente me gustó, los leí hace un par de años en francés...
el segundo tomo no está mal pero creo que me gustó más el primera, ahora tengo que ir a buscar el tercer tomo en mi librería francesa de la calle Duque de Sesto.
Lo de la Navarro pues éso como Irma creo que leí los de la sábana pero ni me acuerdo de lo que iba, era la modo Da Vinci y todo trataba de conspiraciones vaticanas...

Lo del 4º poder pues como siempre tu sabes mejor que nadie explicar esas cosas que todo apenas intuimos

Ahora la pregunta del día
Qué vas a hacer sin Don Tino que se te va a las Catalunyas
qué vendrá a ocupar su lugar
Intrigada estoy
Besos

Valdomicer dijo...

Ahora que repaso mentalmente la lista de lista de libros que me dio mi mujer para comprar a principios del verano, son todos escritos por mujeres (entonces no reparé en ello), entre los cuales está éste.
Ya leí "La hermandad de la sábana santa" y me pareció un burdo "remake" del "Código da Vici". Este ya, ni me molesto en abrirlo.
Las otras autoras eran Matilde Asensi, Anne Perry, Toty Martínez de Leza....
¡Ah! y "La noche de los tiempos" de Muñoz Molina. Pra que no todas fueran mujeres.

La de la tiza dijo...

Bet: recuérdame que me pida a los Reyes Magos un kilometraje como el tuyo. Huy, si yo soy republicana, lástima de ocasión perdida.
Rhiannon: en literatura, lo que importa es la calidad, cualquiera que sea el género. Pero siempre es un gusto encontrar autoras, máxime si son buenas. Que tampoco todos los autores son de primera calidad.
Irma: coincido contigo en que La forja de un rebelde es de lo mejor que se ha escrito sobre los primeros 40 años del siglo XX. Debería ser de lectura obligada entre nuestros estudiantes para conocer de dónde venimos y de quién somos descendientes.
Crue: no sabía que Katherine Pancol tenía más libros que el de Los ojos amarillos de los cocodrilos. Veo que va por la tercera secuela.
Valdo: yo también tuvo una época de entusiasmo con Matilde Asensi peero ya se me ha pasado, aunque tengo el último en la recámara. No he leído nada de Anne Perry y la novela histórica me gusta sólo lo justo, creo haber leído algo de Martínez de Leza pero no mucho.
La noche de los tiempos me gustó porque sigue gustándome Muñoz Molina, aunque ahora anda un poco moñas. Me parece que es un buen escritor incluso cuando no cuaja una obra redonda.
Saludos a todos, parece que componemos todo un club de "leones".

Cruela DeVal dijo...

Sí sí
La secuela se llama en francés La valse lente des tortues
El lento vals de las tortugas... y el tercero que acaba de salir
les écureils de central park sont tristes le lundi
o sea Los lunes las ardillas de Central Park están tristes
pero sé que sabrías traducirlo tu sola
Besos