jueves, 3 de diciembre de 2009

Pesioptimista


Felipe González analizaba un día la dificultad de encontrar utilidad y acomodo a los ex presidentes de gobierno en España. Son, decía, como los jarrones chinos, todo el mundo admite su valor pero nadie sabe dónde ponerlos.

Hay que empezar por señar que, muerto Leopodo Calvo Sotelo y ausente de la realidad Adolfo Suárez, en España sólo quedan dos ex presidentes de gobierno: el propio González y José María Aznar.

El primero, fue presidente durante más de 13 años, entre 1982 y 1996. A su pragmatismo se atribuye buena parte del mérito de haber obtenido la mayoría absoluta histórica de 202 diputados, nunca después repetida. Bajo sus sucesivos mandatos España se modernizó e introdujo modos de protección social y estructuras y pautas propios de países desarrollados. En lo bueno y en lo malo. Se equivocó en cuestiones esenciales, como la permisividad ante la corrupción, y acabó perdiendo el contacto con la realidad y, a la postre, el poder. Desarrolló políticas sociales y económicas propias de una ideología de centro izquierda y tuvo entre sus ministros de Hacienda a un economista como Solchaga, aquél que dijo que España era el mejor de los lugares para hacerse rico rápido y pronto. Tuvo en su entorno algunos alumnos aventajados en la materia.

Sospecho que González quiso irse de la Moncloa mucho antes y no le dejaron. Acabó mordiendo el polvo de la derrota en las urnas ante un candidato que carecía y no llegó a adquirir nunca la grandeza de miras y el patriotismo que adornaron a González.

Aznar, presidente entre 1996 y 2004, dio muestras de ser un hombre acomplejado ya durante su paso por Castilla y León. Siempre pareció desconfiado y mezquino con quien consideraba adversario. Y consideraba tal a quien no coincide con su criterio. En 1987, ganó las elecciones en la Comunidad castellanoleonesa contra toda suposición, frente al candidato socialista Juan José Laborda, porque sus adversarios le ningunearon en base a su aparente falta de solvencia intelectual y política.

Como presidente de la Junta de Castilla y León permitió barra libre a los suyos para algunos desafueros propios de la derecha más rancia, como que su portavoz Miguel Ángel Rodríguez, se dedicara a recopilar curriculums de algunos periodistas de aquella Comunidad en los que se incluía datos personales como tendencia política o con quien se acostaba el biografiado. En 1989, mediada la legislatura, Aznar dejó Castilla y León en manos de Jesús Posada y se largó corriendo a Madrid, donde tenía puestas sus expectativas.

En su momento ya había expresado sus reticencias acerca de la transición, declarándose más partidario de la continuidad del régimen franquista. Una vez llegado a la presidencia del PP y como jefe de la oposición, pisoteó cuanto pudo el espíritu de tolerancia propio de la transición política y encrespó la vida política hasta extremos desconocidos para las nuevas generaciones. Introdujo en sus filas el espíritu sin complejos y dio alas a la derecha más rancia y retrógrada en detrimento de una derecha civilizada, burguesa y culta homogable en la Europa democrática.

Así y todo, tuvo unos años de gloria con indudables éxitos en un momento del ciclo económico de crecimiento. En algún momento, pareció que realmente se había creído el césar de todas las españas. Son famosas sus fotos con los pies sobre la mesa junto al presidente americano George W. Bush o la igualmente famosa foto de las Azores con el mismo acompañante más el primer ministro británico Tony Blair como preludio de la invasión de Irak. Le cegó el poder o el aire de la Moncloa o el afán de revancha o lo que fuera, pero ciego debía estar cuando casó a su hija en El Escorial rodeada de personajes variopintos, muchos de los cuales han ido siendo procesados por vulgares chorizos.

Desoyó las voces contra la participación de España en la guerra iraquí y se burló de los manifestantes contrarios a la misma. Tan ciego estaba y tan obsesionado con sus propios demonios, que no fue capaz de percibir al enemigo que crecía en el interior. Los atentados del 11 de marzo y los 190 muertos que ocasionaron fue su despertar más amargo. Da la impresión de creerse la única víctima de aquella masacre.

Tengo la impresión que González sintió alivio al abandonar la Moncloa y liberarse de los condicionantes de un poder que le resultaba fatigoso. La misma impresión me dice que Aznar no se ha repuesto aún de su traumática salida del gobierno.

En su condición de ex presidente, González suele hablar de lo divino y de lo humano como si fuera un señor que pasa por allí. Ahora, acaba de afirmar que la culpa de la crisis económica es de la desregulación del sector financiero. Olvida que en su largo mandato los reguladores españoles camparon a sus anchas y que, por eso mismo, aquí muchos pudieron ganar mucho dinero en muy poco tiempo, sin arriesgar nada y creando muy poco valor añadido, en unos años de mucha creación de paro.

En su misma condición de ex, Aznar acostumbra a intervenir para opinar sobre todo lo que se mueve e incluso lo inamovible. Renunció a participar en el Consejo de Estado para poder medrar con sus negocios particulares, a los que sin duda tiene derecho, pero simultáneamente zascandilea con sus permanentes consejos urbi et orbi. Acaba de declarar que la culpa de la crisis la tiene el socialismo.

Ambos deberían ser patrimonio común de los españoles pero ninguno de los dos se deja. Declaro desde ya que ideológicamente me siento más próxima a González que a Aznar pero que me gustaría que uno y otro se respetaran ellos mismos y nos respetaran más a quienes les aupamos al poder. No me gustan especialmente los jarrones chinos, por valiosos que sean. Tampoco me gusta que los ex presidentes de gobierno me traten como que fuera tonta.

4 comentarios:

Cruela DeVal dijo...

Lo de los jarrones chinos me ha recordado al capítulo de Cuéntame de ayer... no eran jarrones sino un león de la misma nacionalidad, y el cómo llegó en poder de los Alcántara es de forma mi similar a lo que explicas en tu post..... círculos de poder, favor por favor, sé infiel y no preguntes con quién, ni de dónde o cómo llegó... es tan fácil hacerse rico si tienes poder, influencias y pocos escrúpulos....
Cuando llegué a España me gustaba vivir en un país gobernado por un socialista y para mí el PP era un total desconocido...González con su francés andaluz encantaba a los europeos, encandilaba a todos en los platós de la tele francesa donde le invitaban a menudo... Aznar era totalmente su contrapunto carecía de todo lo que le hacía brillante a Felipe... y no es un azar que sigan diciendo Felipe a uno y Aznar al otro, demuestra lo cercano que se les veía desde el populacho....
Actualmente, uno desde la Faes otro desde apariciones estelares siguen opinando y como bien dices no siempre están acertados... pero sabes qué yo a quién realmente echo de menos es a Guerra y sus grandes frases llena de veneno... no por buena persona o buen político sino por el color que ponía al panorama esta eminencia gris que dicen en francés...
Besos

Uma dijo...

Me gusta tu blog, escribes de lujo y aunque con esta ultima entrada no estoy 100% de acuerdo (será pq yo de felipe solo recuerdo la corrupción de los ultimos años y de aznar recuerdo algunas cosas buenas o porque la politica verdaderamente me importa más bien poco), he de confesar que el resto de entradas me ha encantado.
Sobre todo la de las nueras, más que por las nueras, pq atreverte a hablar abiertamente de que el sentimiento maternal no es tan absoluto como se pretende,y eso es algo que me choca.
besos

La de la tiza dijo...

Cruela, es verdad, Alfonso Guerra tenía un puntito de crueldad e inteligencia que daba vidilla a la política.
Uma: gracias por tu visita y tu comentario. Ya habrás entendido que lo bueno de los blogs es que cada uno puede pensar como le parezca sin que por eso merme el placer de leer al otro.
En cuanto a lo del sentimiento maternal, yo tengo la intuición de que, siendo algo hermoso y generoso por naturaleza, tiene también mucho de mito con el que nos tienen enganchadas a las mujeres por los menudillos, condicionadas de por vida a ser madre no hay más que una.
A mi manera de ver, una mujer puede ser madre o no serlo y ser una excelente persona o no.
Es más, a lo largo de la vida, una puede ser hija, madre, abuela, funcionaria de correos, abogada o pintora de brocha gorda. Me encantó ser madre, parí justo cuando quise hacerlo pero mi criatura es un ser autónomo e independiente y espero que sepa administrar sus dones y oportunidades para sacarle jugo a su propia vida, al menos como yo he tratao de hacerlo y enseñarle.
Porque también me encantan muchas otras cosas que he hecho en mi vida y espero seguir haciendo muchas más. Unas con mi criatura y otras sin ella, seguramente, las más.
Ya te habrás percatado que tiendo a enrollarme. Cosas del blogger.

Tita dijo...

Gran post ¡cuanto os echo de menos! Estudiando estoy hasta por las esquinas.

Estando de acuerdo en todo(ni que me acordara, por edad, ni por inteligencia, pero sí por lo que recuerdo y lo que tú enseñas tan divinamente) digo, en todo, discrepo en un punto: ¿Que la casó en El Escorial???

¡La casamos todos, hija, la casamos!