viernes, 11 de marzo de 2011

De tocados, metrobuses y neumáticos

Toda la semana he estado dando vueltas a la cita del sábado. Mamen y yo vamos a ir a buscar el vestido de la boda. Nos hemos llamado varias veces para ajustar los términos de la búsqueda.

- Un traje en tono oscuro siempre es elegante y además te adelgaza, me sugiere mi amiga como quien no dice nada.

- A mí lo oscuro no me gusta, excepto el negro, y no voy me voy a vestir como para procesionar en semana santa, aunque me sobre algún kilo, me defiendo como puedo.

- No digo negro pero un café o un granate…

- Ni loca, vamos, son dos colores que nunca me han ido bien. Sólo faltaba que para una vez que voy a ser madrina y me tenga que vestir de abuela de caperucita.

También hemos hablado del tocado. Mamen es partidaria de una pamelaza tipo Ascott y yo de un tocado más discreto a tono con el traje.

- Una buena pamela viste a un traje discreto, insiste ella.

- Pues te la pones tú si tanto te gusta, pero yo prefiero un tocado con el que pueda cargar durante la ceremonia y toda la noche, insisto yo.

- Si no me pongo un pamelón no es por falta de ganas sino para no parecer una chincheta, dice, cruel consigo misma.

- Tú estás guapa te pongas lo que te pongas, le digo con toda sinceridad.

Porque esa es una de las cosas que tengo asumidas. De toda la vida, podíamos estar veinte chicas en un lugar pero si entraba Mamen la atención se la llevaba ella. Es un principio físico como el de Arquímedes, perfectamente demostrable con la praxis.

Mamen es más joven que yo pero ya tiene su edad y, aunque no es una excepción en la infalibilidad de la ley de la gravedad, su famoso culito respingón sigo siendo casi mítico.

Valga el exordio precedente para demostrar que me he pasado la semana absorta en discusiones eruditas y de alto nivel, como las relatadas, y atendiendo a las tareas domésticas - que había omitido durante el fin de semana por razones de causa mayor - dado que en mi casa tenemos la mala costumbre de comer todos los días.

Hasta hoy no he tenido tiempo de pararme un rato a leer el periódico, de manera que no me he enterado más que de pasada – un ratito de radio, un poco de tele – de lo que sucede a mi alrededor y en otros alrededores. Me pregunto si es eso lo que les
de pasa a algunos cargos públicos, que sus quehaceres cotidianos no les dejan tiempo de enterarse de lo que sucede fuera de su despacho.

Ayer, el consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid, José Ignacio Echeverría, hacía mofa y vega de un parlamentario socialista que le reprochaba la subida del billete de transporte público en Madrid y, más concretamente, del aumento del precio del metrobús (también llamado bonometro, billete de 10 pases para los transportes públicos municipales).



Echevarría, responsable de la materia, ignora la existencia del metrobús, lo que pone en evidencia que no usa mucho metro o autobús. Pero, por encima de todo, ignora el respeto al adversario político y las buenas maneras, por mucho que coma el pescado con paleta.

Sigo leyendo y me entero de que el ministro de Industria había aprovechado nuestra ausencia de fin de semana para anunciar un inmediato plan renove de los neumáticos, prometiendo financiar el cambio de los usados por otros neumáticos más respetuosos con el medio ambiente. Hoy, los fabricantes de ruedas le responden que los econeumáticos no están en el mercado y no van a estarlo en todo el año. entonces ¿Con quién ha pactado el ministro su plan? ¿Con el sindicato de pesca?

Esta gente de la derechona es lo que tiene, me digo tras leer el periódico, que se cree en posesión de la verdad – y la verdad incluye la patria, su contenido y su continente – por lo que desprecian a quienes juzgan inferiores, que son todos menos ellos y su clan.

Es lo que pasa con esta gente de la izquierda iluminada, me digo también, que se pone a largar por su boquita ideas prodigiosas sin encomendarse a nadie, sin tener en cuenta a los colabores necesarios. Cree que las cosas se hacen sólo con enunciarlas.

¿Tanto le cuesta al consejero enterarse de las decisiones que adopta puesto que suya es la responsabilidad de la subida de precios de los transportes públicos de Madrid? Ya no pido que viaje en metro, que es costumbre muy sana, sino que sepa cuanto vale el billete.

¿Tanto le cuesta al ministro elaborar un proyecto racional de ahorro energético? Ya no pido que sea el más eficaz, que sería lo razonable, sino que sea aplicable, fíjate si me conformo con poco. Que se entere de que va la cosa.

No he terminado de leer el periódico cuando suena el teléfono. Es Mamen.

- Mañana paso a recogerte a eso de las 11 de la mañana (hacia las 12 hora real) para ir al Village. Coge paraguas, que va a llover.

7 comentarios:

Pilar Abalorios dijo...

Esta es la diferencia, eres capaz de una sutileza digna de pamela o tocado (teniendo en cuenta las dimensiones del bodorrio, mejor tocado que con la pamela a las tres de la mañana, no sé yo)

Suerte,

Uma dijo...

Y el azul indigo??? favorece, es precioso y sigue de moda,
otros que me gustan tb son el dorado o plateado...madrinas que han vestido esos colores iban muy bien!
estoy contigo en que mejor tocado!
suerte!!
De lo otro ¡que decir! que estoy de acuerdo contigo

Tita dijo...

De Mantilla. Una buena madrina, lleva mantilla como debe ser

¡Besitos!

Valdomicer dijo...

No puedo sino estar de acuerdo con Tita.
Absolutamente de acuerdo.

Valdomicer dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Valdomicer dijo...

Sobre lo otro:
Cuentan -no se si será cierta la anécdota- que un célebre empresau rio (decuyo nombre no quiero acordarme) tuvo tres hijos.
Uno era inteligente, otro listo y luego había un tercero.
El inteligente estudió y fue catedrático universitario.
Al listo lo nombró heredero de sus empresas.
Al tercero, lo metió en política.

La de la tiza dijo...

Pilar: a mí, la pamela para la playa y para de contar.
Uma: el azul no me va mucho y los brillos me parecen un poco folklóricos, no sé si tengo ya edad para esas cosas...
Tita: hemos hecho promesa: mi chico no quiere chaqué y yo no quiero mantilla. Somos así de raros.
Valdo: a mí me tocan siempre los hijos terceros...