lunes, 7 de marzo de 2011

Suave como la seda

Así es como he vuelto: suave como la seda. ¡Qué suerte tienes, nena!, me he dicho varias veces a lo largo de este fin de semana. He de añadir que he logrado pronunciar la palabra tabú - “b-o-d-a” - sin que me salga sarpullido.

He aprovechado el viaje, además de para pasármelo muy requetebién, para mentalizarme. Y he llegado a las siguientes conclusiones:

a.- No soy yo quien se casa.
b.- Tampoco me caso con los santos padres vascos.
c.- Puesto que vamos a pagar los gastos del enlace, creo que puedo relajarme en el resto de tareas.
d.- No pienso mover un dedo más.

Una vez formuladas las conclusiones, noto cómo se me mejora el talante. En consecuencia, puedo formular otros pensamientos igual de higiénicos pero menos virtuosos, tal que los siguientes:

a.- El matrimonio me parece una institución manifiestamente mejorable
b.- No me gustan los santos padres. Ni él ni ella ni los dos juntos.
c.- No sé por qué hemos de pagar la comida de personas que están bien alimentadas, siendo que, con lo que cuesta el menú, comerían una semana personas que realmente lo necesitan y agradecerían el detalle.
d.- Corolario (para que no se me olvide): con lo que nos va a costar el enlace, mi chico y yo nos dábamos la vuelta al mundo confortablemente.

Dicho todo ello sin perder la sonrisilla que aún me dura del finde. He traído, además de la sonrisa, un plan de trabajo que pasa por repartir tareas con el fin de hacer lo menos posible sin quedar como una borde ni parecer que me escaqueo maliciosamente.

El domingo por la noche, una vez recogida la maleta, llamo a mi cuñada y le anuncio que ya tengo la lista de invitados familiares por parte de madre y una primera relación de invitados por parte del padre putativo. Añado que, dada su inclinación a los asuntos de representatividad y buenas relaciones, le pongo en el correo ambas listas para que pueda añadir los invitados que crea oportunos de esa parte familiar. Le doy a elegir entre enviar las invitaciones ella misma o reenviar las listas a Ignacio para que las envíe él y me dice que a ella le sobra tiempo para hacerlo. Como estoy generosa, le permito que se realice. Le doy un poco de jaboncillo sobre sus habilidades sociales.

Luego, llamo al Heredero y le pido, amorosamente, que elabore la relación de invitados de parte del padre biológico y, cuando la tenga, se la mande a Ignacio para que, a su vez, envíe las invitaciones. Le doy la opción alternativa de enviársela a Esmeralda y me responde que hablará con ambos y se la cederá al mejor postor. Distingo el tono irónico en su voz pero también identifico esa inclinación suya a hacer negocio con lo que se le ponga por delante.

Seguidamente, cotejo con mi chico la relación de invitados que han de alojarse en el hotel que hemos elegido y me dan, en este primer recuento, 18 habitaciones dobles y dos sencillas. Llamamos al hotel y hacemos la reserva correspondiente, con la advertencia de que, probablemente, añadiremos alguna más. Nos responden todo amabilidad y facilidades.

Finalmente, le pregunto a mi chico si ya tiene decidido qué se va a poner para el enlace.

- Aún no lo sé pero chaqué, no, se lo piensa un rato y añade: y chándal, tampoco.

- Vale, pues cuando lo tengas decidido, me lo cuentas, respondo con una sonrisa de oreja a oreja, no vaya a creer que me molesto por ello.

- Tengo un traje gris, ¿para qué me voy a comprar otro igual?, dice.

- Pues ya está, una tarea menos. Si quieres miramos una camisa y una corbata bonitas.

- Si la compras tú estará bien elegida, me dice, cerrando estos juegos florales que nos traemos.

Bien pensado, si no quiere vestirse de chaqué ¿por qué tendría que hacerlo? Y si ya tiene un traje que le vale para ceremonia ¿Para qué se va a comprar otro? Hago cuentas de lo que me estoy ahorrando de un plumazo y se me mejora aún más el talante.

- Tengo que salir a ver algo para mí, pero yo tampoco quiero ir de chaqué, le informo.

- ¿Ves como yo tenía razón?, dice, con el mismo buen humor.

- Si quieres, salimos juntos a ver trapillos pero si no te apetece llamo a Mamen y hacemos una razzia por los lugares habituales, propongo.

- Mejor salís vosotras que seguro que escogéis bien, se sacude el muerto.
Esta mañana, me llama mi amiga al trabajo.

- Anda, maja, que estarás contenta ¿no? Vaya viajecito, para que luego te quejes…

- No creo que me hayas oído nunca quejarme de mi chico, me adelanto.

- Es que si lo hicieras sería para partirte la cabeza, vamos.

- Será por eso que la tengo entera, le digo.

- Por eso o por lo dureza natural de la materia, responde.

- Yo también te quiero, guapa.

- No, si yo te llamaba para preguntarte si te has comprado algún modelito en París, pregunta.

- Pues no, por dos razones: porque había pensado en una cosita de Dior y como han despedido a John Galliano, lo he dejado y porque como no ibas tú, no he querido arriesgarme a comprar algo y que luego le pusieras pagas, respondo.

- Entonces, tenemos que salir sin falta a ver algo, que se nos echa el tiempo encima, corta por lo sano.

- Cuando digas, estoy disponible.

- De verdad ha sido bueno el viaje, ¿eh? Porque ya no me acuerdo desde cuando no estabas de tan buen ánimo y tanta amabilidad, me suelta.

- Es que he hecho ejercicios espirituales durante el fin de semana, le informo.

- Ejercicios es posible pero espirituales ya me extraña, le oigo murmurar.

- Hemos estado en Notre Dame y en Saint Sulpice, le informo.

- Vale, entonces nos damos un voltio por Serrano, propone.

- No sé si es buen sitio, que no me quiero gastar mucho.

- Por mirar no cobran, a menos que el gobierno ponga un impuesto nuevo.

- Preferiría mirar en el Village de las Rozas, aventuro.

- Primero miramos en las tiendas del barrio de Salamanca y luego cruzamos diseño y presupuesto.

- No es mala idea, convengo.

A las cinco de la tarde nos hemos tomado un café en el Jardín de Serrano, hemos echado un vistazo a las tiendas y hemos emprendido la caminata por todas las calles del barrio. A estas alturas, ya no me acuerdo dónde he visto lo que me gusta y dónde lo que no me pondría ni regalado. Yo quiero una cosa elegante a la par que informal y que no me descabale el presupuesto.

Ya hemos quedado para ir el sábado al Village…

9 comentarios:

Uma dijo...

Pues me alegro de que hayas vuelto animada!!¿no vas a colgar ninguna fotillo para ponernos verdes de envidia??? ¿me acogeis en el village??
Besos

Pilar Abalorios dijo...

Tengo precioso tocado de plumas (causó sensación, aseguro) en tonos gris perla y negro.

Que envidia me das,condenada, eso sí, yo ya pasé la boda (aun me duelen los pies)

Besos

ODRY dijo...

ME ALEGRO QUE HAYAS VUELTO TAN SUAVE, YA ME CONTARÁS COMO LO HAS HECHO, QUE ME ENCUENTRO ALGO ASPERA, JA JA JA

POR CIERTO MODELITO PARA LA BODA QUE SEPAS QUE TENGO. POR SI A CASO NUNCA SE SABE.

UN BESO.

Mary Limón Roe dijo...

Las invitaciones en pendrive y el novio en chandal me estan dando unas ideas...
Ir a la iglesia en vespino.

Tita dijo...

¡Qué relax traes!

Hasta me estás contagiando la pereza de pensar en la boda buffffffffff

¡Besitos!

Anónimo dijo...

Que bien me lo he pasado leyendo de tirón los cinco últimos posts !
Ya veo que la pedida salió de cine y que la escapada a París te ha ído de perlas, a ver si en el Village encuentras lo que quieres.

¡Besos!

Valdomicer dijo...

Parece ser cierto eso de que París bien vale una misa.
Dispuesto estoy a vestirme de monaguillo (O monecillo, que dicen en mi pueblo).

MariCari dijo...

Me he quedado prendada de tu explica, eso sí, ni se te ocurra decirle a tu cuñada que me invite a la boda, je, je…
Saludos...

La de la tiza dijo...

Saludos a todos l@s amig@s y bienvenidas a Mary Limon Roe y a MariCari. Estáis en vuestra casa.