domingo, 27 de junio de 2010

Los retratos de Ghirlandaio


El museo Thyssen ha traido una exposición temporal dedicada a Ghirlandaio, un pintor florentino que me gusta especialmente. Pueden verse algunas de sus obras en la iglesia de la Trinidad y en Santa María Novela, ambas en Florencia, pero me gusta especialmente el fresco de la Última Cena en el refectorio del convento de San Marcos, donde vivió Fra Angelico, otro de mis favoritos (también vivió Savonarola).


Muchas son, a mi manera de ver, las cualidades del Thyssen; a mí me gusta especialmente porque tiene las dimensiones justas, se puede ver confortablemente en una jornada, tiene obra representativa de todas las épocas y estilos y, aunque no toda sea de primera línea, la representación es muy digna.

En el colmo de las venturas tiene también un restaurante con una carta justita pero atinada y una relación calidad-precio razonable. Finalmente, tiene una tienda con una oferta variada y, por lo general, de muy buen gusto. Este capítulo se lo atribuyen a la baronesa Carmen Thyssen, personaje habitual de las revistas del colorín en sus múltiples facetas.

La exposición temporal está dedicada a “Ghirlandaio y el Renacimiento en Florencia” y cumple lo que promete. Distribuida en ocho salas, centra la atención en los retratos del artista y, principalmente, en el de Giovanna Tornabuoni que, ciertamente, es una belleza.


Como cabía esperar, la gente se amontona en torno a esta tabla que, casualmente, pertenece a la colección permanente del museo.

Digo que cabe esperar porque, por alguna razón que no soy capaz de descifrar, basta que se monte una exposición monográfica para que la gente pierda el trasero por ir a verla y se pase horas en la cola para entrar. Aunque la mayoría de los cuadros estén permanentemente en el museo que corresponda sin que se les haga demasiado caso.

Mi chico ha elaborado una teoría acerca de la tendencia al gregarismo y la afición a las colas de los españoles en general y de los madrileños en particular.

- Si te paras en una calle dos minutos, antes de que reanudes la marcha se te habrá pegado alguien dispuesto a esperar que le llegue el turno no importa para qué, sostiene.

A lo que iba, entre los retratos de la exposición figura uno que me llama la atención: el de Selvaggia Sasseti. Pertenece a la colección del Metropolitan de Nueva York y es una tabla de 57 x 44 centímetros. Me atrae la expresión de la joven, su aire de modernidad, incluido el colgante que porta, que aceptaría encantada cualquier chica de hoy.

Me quedo un rato observándola, tratando de descifrar el mensaje de la mirada de la joven Sasseti, hija del banquero de los Médici. La imagino paseando por las calles de Florencia, cruzando el Ponte Vecchio…

Al cabo de un rato, empiezo a pensar que su cara me suena.

- ¿No crees que se parece a alguien?, le pregunto a mi chico.

- No me suena de nada, contesta él.

Sigo dándole vueltas. En la tienda compro un imán que reproduce su imagen. Llego a casa y lo coloco en la nevera, que se me va a caer del peso de los imanes.

De repente, caigo en la cuenta. Se da un aire a la nuera de la baronesa Thyssen, esa joven despeinada que, según la suegra, se está comiendo la herencia y está llevando al hijo por mal camino.


Mi chico se ríe de mí.

- Te lo tengo dicho, una chica como tú no debería leer el colorín.

10 comentarios:

Pilar dijo...

Estoy convencida de que tu chico tiene razón, somos gregarios y nos encanta que nos digan qué leer, qué cantar, a dónde ir, y eso incluye leer el colorín y hacer colas y pagar entradas para disfrutar de un cuadro que siempre está a tu disposición.

Me encanta la tienda del Thyssen.

Tita dijo...

Pues tienes toda la razón, tienen la misma sin-sal en la cara y esa expresión bobalicona (que criticona estoy podió)

Lo mismo la Baronesa no se ha dado ni cuenta, pero dejaté que se fije, la descuelga rápido y la factura de nuevo para Niuyor

La verdad...es que me muero por ver la exposición. No por la exposición en sí, es que siempre digo que quiero ir a tal o cual museo...y sólo me acuerdo cuando anuncian algo sobre el susodicho...

Ahí queda una explicación para tu chico.

¿Habéis probado a pararos en la calle y quedaros mirando para arriba con la boca abierta? Es muy divertido, uno lo hace y otro observa y cuenta cuantos nos imitan jajajajaja

La de la tiza dijo...

Pilar: a mí también me encanta la tienda. De hecho, siempre que voy pico algo.
Tita: habrá que seguir la peripecia de la Sasseti en el Thyssen, por si acaso.
Y sí, hemos probado hecho la prueba muchas veces, yo que soy tan dada a hacer fotos, me paro a ver con el visor y en cuanto me descuido tengo un corrillo alrededor.

Valdomicer dijo...

En mi vida había oído hablar de Don Domenico Ghirlandaio y leo que es uno de los pintores más importantes del Renacimiento y maestro de Miguel Ángel.
Imperdonable.
Coincido con tu chico en que deberías leer menos el colorín estando seguro, como lo estoy, que al igual que una que yo conozco, sólo lo lees en la peluquería.

Uma dijo...

oye tiza!! que si que se da un aire no??...a lo mejor si se peinara de aquella forma y se vistiera al uso antiguo convencería a la baronesa...pero sabes que pienso yo de ese tema..."se cree el ladrón que todos son de su misma condición"
besos
PD: muy acertado lo de las colas que opina tu chico...jeje

ODRY dijo...

Mi niña eres mejor que la guía del Ocio, hay que ver que bien nos informas, de todo, todo.

Un besazo guapísima.

La de la tiza dijo...

Valdo: me afincioné a Ghirlandaio en Florencia y de mis visitas al Thyssen conocía a la Tornabuoni. La exposición vale la pena.
No, yo no leo el colorín en la pelu, hace tiempo que decidí ser una mujer liberada y cada miércoles me compro el Hola. Más aún, te diré que los miércoles que llega antes, la compra mi chico. Para darme gusto... y para hacer el sudoku.
Uma: que sí se parecen, si. No quiero pensar que la baronesa lea el blog - que cosas peores me han pasado ya al respecto - que se le levanta en un plis, plas.
Odry, pero qué maja eres. Es lo que tiene ser un poco zascandil.

Valdomicer dijo...

Dile a tu chico que se pase al "Mia", sale los jueves y trae recetas de cocina.
Y a leer el "Hola", a la peluquería.

Anónimo dijo...

Que suerte teneis los de la "capi" de tener tan fácil acceso a la cultura ! me encantan los museos!

Que interesante exposición, que bonitos los retratos de Ghirlandaio...

Que cierta es la teoría de tu chico jajaj... y también el parecido del retrato con la nuera, que bueno !

A mi un día de estos también se me cae la nevera jajaj ... ah! y mi revista preferida del colorín es el Hola !

Besos !

La de la tiza dijo...

Valdo: creí que ya no se publicaba el Mía, que desinformada estoy, pordios. Pero a mí me gusta el Hola, donde vas a comparar en punto a glamú. Eso sí, las recetas son impracticables, la más sencilla vale para la boda real.
Bet: los de la capi, como tu dices, tenemos, a cambio, la playa lejos, que no todo van a ser venturas.