domingo, 20 de junio de 2010

Mis ciudades amadas: Tánger



Hay que tener mucho cuidado con lo que se desea porque, con frecuencia, los sueños se cumplen.

Cuando yo era (más) joven creí que esa frase era una cita literaria. Me ha llevado algún tiempo comprender cuánto tiene de verdad. Hay que tener mucho cuidado con los deseos que una cultiva.

Voy a ceñirme a las ciudades con las que he soñado pero la apreciación es válida para cualquier aspecto de la vida.


No había cumplido los diez años cuando tuve una maestra que acababa de trasladarse desde Tánger. Trasplantada de una ciudad cosmopolita a un pueblo mesetario, debía estar carcomida de nostalgia por lo que, a poco que la ocasión le diera pie, nos hablaba de aquella ciudad que había tenido el calificativo de internacional.


Por entonces no tenía ni idea de lo que era una ciudad internacional y a duras penas era capaz de ubicar Tánger. Ignoraba todo lo que se refiere a intereses geopolíticos. Pero la maestra fue capaz de inocularme un interés por aquel mundo que ella había conocido, por la ciudad que acogía a escritores y a espías de medio mundo, que había sido fundada por los fenicios y en la que se habían asentado griegos, visigodos y bizantinos y de la que había partido “el moro Muza” para conquistar la península ibérica.


Una ciudad por la que habían pasado portugueses, británicos y españoles y en la que convivían en armonía cristianos, judíos y musulmanes. Desde la que, según aseguraba la maestra, España se divisaba al alcance de la mano y se perdía la vista en el horizonte atlántico. Aquellos relatos debieron quedarse enquistados en mi memoria y convirtieron a la ciudad africana en un sueño viajero.



Pasados los años, conocí a un escritor, Jesús Carazo, que había sido profesor en el instituto español de Tánger. Volvió a refrescar aquellos recuerdos y avivó el deseo de conocer una ciudad que, en aquel momento, me parecía un sueño inalcanzable.

Hasta que, muchos años después, me encontré con las riendas de mi vida. Capaz de decidir adonde quería ir sin tener que ponerme de acuerdo con nadie. Era la primera vez que me sucedía en la vida. Ni padres, ni hijo, ni marido con quien pactar el viaje.

Me fui a Tánger.

Caí rendida a sus encantos. Es verdad que llegaba en el punto exacto de sazón. Liberada de un yugo que me había pesado demasiado, saboreando una libertad que casi me resultaba desconocida. Me recorrí sus calles, hablé con sus gentes, fotografié sus rincones, a sus aguadores, los colores de la medina. Comí sus platos, sus dulces. Me levantaba de madrugada para saborear el regusto de pasear sola por sus calles, de ofrecer miradas solidarias a las mujeres con las que me cruzaba y degustar mi libertad conquistada.


Fue un viaje inovidable. Por la ciudad, tan europea y decadente, tan viva pese a todo, tan acogedora. Por mí misma, que había conquistado mi derecho a viajar a mi ciudad soñada.


De aquella visita han pasado veinte años. A veces, hago planes de volver pero enseguida los abandono. Prefiero guardar la imagen un poco añeja ya de la ciudad amada. En ocasiones, como ahora, remuevo los recuerdos y vuelvo a guardarlos como las fotos amarillentas de un album viejo.

6 comentarios:

Pilar dijo...

Hay recuerdos tan especiales que no merece la pena tratar de reencontrarlos, quizá la ciudad siga siendo la misma y encuentres en ella lo mismo que te conquistó y a lo mejor incluso podrías compartirla, pero el riesgo de que no sea así es tan alto, que los que no somos muy valientes y andamos escasos de recuerdos muy especiales, no volvemos.

Anónimo dijo...

Que ciudad tan atrayente ... y que viaje tan especial ...la prueba de que los sueños pueden cumplirse y de que bonita manera ...

Confieso que a mi hasta ahora no me ha atraido mucho Marruecos, pero desde que leí "El tiempo entre costuras" y lo que cuenta Cruela cada vez que va ... la verdad es que lo veo con otros ojos y me entran ganas de ir ... voy a soñarlo a ver si se cumple jejeje ...

Besos !

ODRY dijo...

Viajar es una de las cosas que más me gustan, por eso me compre una casita con ruedas, en algún viaje ire a Marruecos, que después de leerte me han entrado muchas ganas.

Un besote guapisima.

La de la tiza dijo...

Pilar: yo creo que en cada viaje encuentras una ciudad distinta porque tampoco una es la misma. Creo que aquel fue el momento exacto para ir y aún me quedan muchos lugares por conocer.
Bet: sí, es una ciudad muy atractiva, incluso en su evidente decadencia. Y aquél fue un viaje muy especial para mí. El libro al que te refieres sólo se aproxima de refilón. A mí me parece que los viajes tienen mucho que ver con la disposición de ánimo que se va.
Odry: que suerte tener una casita sobre ruedas. Marruecos es un país con lugares preciosos, además de Tánger.
Que sepas que se te echa en falta.

Cruela DeVal dijo...

Estuve en Tánger hace unos 9 años creo recordar y por lo leído seguía siendo la misma... aún así no es la que más me gustó, me alojé eso sí en el hotel Intercontinental que sigue guardando el encanto de esos años de espías y galanes que volví a encontrar en el libro de moda "el tiempo entre costuras"... Marruecos es mi destino favorito.. tan cerca y lejos a la vez... prefiero ciudades como Meknez y el Sur... Essaouira y Marrakech...
para volver siempre
Besos

La de la tiza dijo...

Crue: yo también conozco otras ciudades marroquíes: me gustó mucho Fez, que es una inmersión en el medievo español. Pero las ciudades queridas tienen que ver sobre todo con quien viaja...
Tengo pendiente Marraquech pero estoy en la fase de convencer a mi chico, que es menos dado que yo al mundo árabe.