viernes, 3 de diciembre de 2010

Recogidita en la calle

Como fuera de casa, en ninguna parte. La frase se la atribuyen varios autores, Rafael Azcona entre ellos. Yo no coincido al cien por cien, pero es verdad que con más frecuencia de la que le gustaría a mi madre suelo estar recogidita en la calle.

No porque no me guste estar en casa, que me gusta, sino porque suelo ir caminando de un sitio a otro cuando la distancia no es excesiva, para sustituir a la gimnasia que no hago ni pienso hacer.

Y, una vez que estoy en la calle, procuro aprovechar el tiempo. En consecuencia, voy mirando los edificios, leyendo las inscripciones cuando las tienen, observando los carteles, las pintadas y, cuando me llaman la atención, fotografiando todo ello.

Hay algunas inscripciones que son sumamente ingeniosas. Otras, mejoran una lección magistral de filosofía. Y las hay que evidencian la incongruencia en que nos movemos a veces.

Ya traje aquí una muestra de este entretenimiento mío. Y ahora, repito.


Me gustan mucho los carteles antiguos, será cosa de la edad, pero reflejan bien un tiempo con un ritmo más pausado. Esta “Fonda La Plaza. Casa de Viajeros de Enrique Blanc”, se encuentra en Valderrobres (Teruel), un pueblo que vale una visita incluso sin carteles.


En Pastrana (Guadalajara) tienen una calle dedicada a Santa Teresa “La Castellana”, sin que se sepa si la castellana es la santa o el nombre anterior de la calle.


En la fachada de una casona que se levanta en una de las calles chic de San Sebastián, alguien mandó esculpir un pensamiento enigmático: “O que mucho lo de allá o que poco lo de acá”. A la vista del casoplón, francamente, no se sabe cómo será lo de allá pero lo de acá no está mal.


En Madrid, en la Plaza de Antón Martín, se alza el monumento a los abogados laboralistas asesinados en 1977 por una banda fascista en el despacho de la calle Atocha, que se encuentra colindante. Sobre ese monumento, alguien pintó el pasado verano: “A pesar de todo 20-S Huelga. Que no caiga en vano”. Y la proclama parecía tener allí una resonancia diferente.



Hay imágenes que demuestran mejor que cualquier discurso la globalización de los mercados.


En la Plaza Taksin de Estambul capturé estos dos carteles publicitarios: uno de Ikea, el otro de Media Mark.


Cerca de allí, una proclama bienintencionada: Free Palestina.


Y de la misma ciudad, un cartel donde descubrimos que, contra lo que habíamos creído, “giris” no es que nos identificaran como forasteros, y por eso hubiéramos visto tantos carteles iguales, sino que significa “Entrada”.



En mi callejear descubro que hay señales en las que se amontonan los mensajes, como esta de la coexistencia peatonal, de un pueblo de Cantabria.


Frente a esta otra del centro de Madrid, que está meridianamente clara. Para que luego venga el Papa a quejarse de laicismo.


Esta de Gibraltar y sus mensajes sobre macacos lo publiqué ya pero me parece tan propio, que lo vuelvo a traer. Así se las gastan los british.


Y, hablando de british, he aquí un cartel, obsequio de mi amigo Valdomicer: “Prohibido en esta área vehículos, motos, caballos y jugar al golf. Multa máxima 5 libras”.


A Valdo le debo también este cartel luso: “Donde la gula no es pecado”. Me mola el lugar.


Y éste que señala la calle sin nombre. Se sabe que hay calle, eso sí.


En la calle Hernán Cortés de Cáceres está prohibido el paso excepto a Abilio Rosillo. Valentín me explicó que Abilio Rosillo es el nombre de otra calle y la señal quiere expresar que sólo se permite el acceso a los vecinos de esa calle. Querrá expresarlo, pero no lo expresa.


Esta, en cambio, expresa algo que a lo mejor no es exactamente lo que quiere decir. Pobres monjas.


Hay pintadas que resumen una filosofía vital: “La calle es de todos”, dice uno, disputando a Fraga Iribarne.


“La vida nos es dada”, recuerda ésta en una céntrica calle de Madrid.


“Luchas o te vendes. Paro=Canallada”


“Contra la impunidad, por la memoria”, reclama otro.


Los hay que esconden grandes historias: “Batalló por la libertad de pensamiento. Cayó bajo acero homicida”, reza esta placa en el Cementerio Civil de Madrid. Con sólo 24 años.

Más realista, esta lápida del mismo lugar: “Propiedad de D. Mario Araus Ingeniero de Minas”. Eso es rentabilizar un espacio publicitario.


“Bin laden chupátelo con alegría”, se desfoga un ácrata en un pueblo de Cantabria.

Otro iconoclasta cántabro: “God fuck”.


“Coto de pesca sin muerte”, se lee en este perdonavidas en la provincia de Cuenca.


“Paradlo todo”, en Madrid. A veces dan ganas, es cierto.


“Camino de la Paz”, junto a la Cartuja de Burgos.


“Defiéndete”, aconseja este cartel bienintencionado de la CNT, que concluye ingenuamente, “Con los/as trabajadores/as no se juega”.


La misma CNT que “tomó” el Ministerio de Educación de esta guisa.


Me gustó tomar la foto de este panel donde se advierte al visitante que “Usted está en Tarifa. La ciudad más meridional de Europa”.


Muy cerca de allí, alguien había pintado otra advertencia de distinto signo: “…es materia orgánica, pero aquí no sirve. ¡¡¡No te cagues!!!


Más diplomático resulta este otro: ¡¡Muchas gracias!! Por no orinar aquí.


“Buscamos chica que sepa: tocar un poco el violín, chica de 12 a 14 años para un grupo de música femenino, el grupo de música se llama: “El síndrome del olvido”. Nuestro número es…” Ternura, me inspiraba.


Sobrevivir ¡no es delito!, recordaba este cartel en una manifestación en la que se pedía la libertad de los “manteros”.

Cerrado por depresión post fiestas, explica el tal Guerrero.


En esta silla de limpiabotas de la Gran Vía hay una inscripción que reza: El mejor lustrado de México y de Madrid”, sin que se sepa muy bien si el lustrado es el diestro que aparece en la imagen o el de los zapatos.


Personalmente, me gusta éste, captado en Santander.


Ya digo que me gusta callejear. Hasta el punto, ya se ve, que llego, si es menester, hasta el fin del mundo…

3 comentarios:

Tita dijo...

¡Qué post más bueno! para reir, para pensar, para disfrutar....lo de las monjas bebidas, todo un puntazo

Besos

Pilar Abalorios dijo...

Realmente antológico, la clave está como siempre en el ojo de quien mira.
Me ha encantado. Besos

Valdomicer dijo...

Creo que no te comenté que el bar del cartelito de Monte de Caparica se llama "Divina Gula".
Ya veo lo instructivo que es pasear teniendo, además a mano, un teléfono para hacer fotos.
El próximo verano me voy a dedicar a copiar frases de camisetas.