miércoles, 10 de noviembre de 2010

Confesiones a media voz

Estaba yo buscando un momento adecuado para tener una charla con la Miss cuando me llama mi amiga Mamen que, últimamente anda parrandera y acaba de volver de Viena.

- ¿Te viene bien que comamos juntas?

- Muy bien.

- ¿Llamamos a la niña?

- Vale.

Mi intención era tener un parlez-vous prototípico suegra-nuera, pero mejor si está Mamen, que tiende a suavizar.

Quedamos en Riofrío, en pleno corazón de la zona nacional-pija.

- Que vea la Miss que estamos a su altura, dice Mamen.

- ¿Para qué queremos nosotras estar a su altura?, respondo.

- Para que se confíe. ¿Tú no has oído hablar del caballo de Troya?

- Anda, déjalo que me lío, le digo.

Llegamos nosotras antes y tomamos posición en una mesa del bistrot desde la que se ve la plaza de Colón y la calle Génova enteritas.

- La niña está un poco tierna, empieza Mamen, aunque no sé cómo ha prosperado con la madre que Dios le ha dado. Así que tenemos que aleccionarla para que entienda al niño.

- Vamos a ver, Mamen, que la Miss y su mamá sean como quieran, allá ellas. Y al Heredero hace tiempo que no le cuadra el apelativo de niño, a ver si te vas acostumbrando a la idea. Yo más bien quería aleccionarla por si no sabía bien dónde se va a meter.

- Tú ponte estupenda y verás cómo no casamos al chico, me riñe.

- Pues prefiero que no se case a que la pobre Miss vaya engañada.

- A ti, ¿Que más te da si ella va contenta?

- Vale, tú haz lo que te parezca y déjame que yo haga lo que quiera, zanjo la cuestión.

- Si te pones fundamentalista no vamos a ninguna parte.

En esas andamos cuando llega la Miss, que es de las que se acompañan de trompetería. Hoy, se nos ha puesto unas botas de mosquetero con una mini de cuero del tamaño de un cinturón no muy grande y un blusón por encima. Viene con un gorrito y gafas superfashion. Naturalmente, todo el aforo está pendiente de sus taconazos con los que va marcando el compás. Se la ve pletórica.

- ¡Qué guapas estáis las dos!, saluda, tan cumplida como siempre.

- Tú sí que estás guapa, ataja, rápida, Mamen.

- Y encima, de serie, pienso yo.

Dos camareros empiezan a brujulear alrededor de nuestra mesa. Finalmente, pedimos pastel de berenjenas y gambas a la muselina de salsa de tomate (Mamen), huevos rotos con chanquetes (yo) y raviolis de pasta fresca rellenos de foie con salsa de quesos (la Miss). De postre, la sección de veteranas pedimos sorbetes de limón, y la joven copa Riofrío: flan, helados, nata, barquillos y sirope.

- ¿Tú donde metes lo que comes?, pregunto, porque ando muy sensible con el tema dietético y los volúmenes corporales.

- Debe de ser que quemo muchas calorías, explica, porque siempre tengo hambre.
Mamen me mira y a mí se me encienden las alarmas. No me atrevo a preguntar la duda que me quema los labios.

- ¿No estarás embarazada verdad?, se me adelanta Mamen.

- No, por Dios, qué cosas dices, hasta que no nos casemos no encargaremos los niños. No quiero dar un disgusto de ese tipo a mis padres. Se lo piensa un poco y me dice: Bueno, a ti tampoco.

- No, yo no me disgusto por esas cosas, le aclaro.

- Yo tampoco, se suma Mamen.

Noto que, además de los camareros, nos miran los comensales más próximos. Entiéndase el “nos” como un plural mayestático. A quien miran es a la Miss. Hay buen rollito en nuestra mesa pero yo he venido a hablar y voy a hacerlo.

- Hace días que estoy buscando un rato para charlar contigo tranquilamente, empiezo.

- Yo también tengo que hablar contigo, bueno, con vosotras, responde, porque sé que las dos queréis mucho al Heredero. Sé qué andas preocupada porque crees que tu hijo no es un buen candidato como marido. Me ha contado las consideraciones que le has hecho sobre la boda y quería decirte que no te preocupes, que yo sé bien lo que estoy haciendo. O, al menos, que lo hago conscientemente.

Quería decirte también que, a pesar de lo que él crea, al Heredero fui yo quien le echó el anzuelo. Me gustó porque está bueno, cosa que no creo vayáis a discutirme, y pensé que, en caso de que no me saliera el intento como yo pretendía, al menos me habría dado un gusto al cuerpo.

(Joer con la donostiarra fina, pienso para mis adentros. Mamen la mira impertérrita. Está procesando el discurso en su disco duro pero la veo en los ojos que está pensando: esta es de las mía. Joer también con el Heredero que va largando lo que hablamos en privado).

No voy a ocultaros que he pasado momentos difíciles porque tu hijo a veces se empeña en demostrar que es el gallito del corral, es la influencia de su padre. Me mira y se disculpa con la mirada.

Tampoco se me escapa que a él le gusta prosperar en la vida, por eso me he trabajado a mi padre para que acabe creyendo que la idea de la nueva empresa es suya, pero que sepáis que la idea se la inculqué yo. ¿Desde cuándo a ninguno de los dos se les hubiera ocurrido pensar en la ecología y el medio ambiente, ni siquiera para ganar dinero? La empresa saldrá bien, ya lo veréis. Y nuestro matrimonio, pues ya se verá, pero igual que a cualquier pareja, que nadie te garantiza nada.

(Nos mira con carita inocente pero allá en el fondo de su mirada creo detectar un cierto reto, como diciendo, ¿cuál de las dos me vais a dar lecciones a mí en materia matrimonial?)

- ¿Estás segura de que le importas más tú que los proyectos de tu padre?, trato de decírselo de la manera más suave posible.

- Pues segura al cien por cien, ni de eso ni de nada, responde francamente, pero hay dos cosas que sí sé. Una, que está por lo menos igual de enganchado a mi culo que al dinero de mi padre. Dos, que sin mí también sabría ganarse la vida. Y ambas me dan cierta tranquilidad porque la capacidad de valerse por sí mismo es suya y el culo es mío.

- Dí que sí, le anima Mamen.

- ¿Y cuando se te caiga el culo?, me atrevo a argumentar.

- Pues para entonces a lo mejor se ha dado cuenta de que tengo otros valores mejores o a lo peor se le han caído a él otras cosas. Para entonces, ya veremos.

Lo que sí quiero pediros a las dos, retoma su discurso, es que seáis mis cómplices en este proyecto, que penséis que los dos somos felices y que nos ayudéis a organizarlo todo. Porque tu hijo vale para muchas cosas pero no sé yo si para organizar una boda.

- De eso, ni te preocupes, tercia Mamen que se muere de ganas de empezar a hacer la lista de invitados, que ya estamos nosotras.

- Me gustaría pediros también que echéis una mano a mi madre, que tiene una cierta tendencia a irse por las ramas, nos pide.

- ¿Qué tipo de boda tenéis idea?, pregunto.

- ¿Te acuerdas de la de Felipe?, corta Mamen.

- ¿Felipe? No conozco a ningún Felipe, contesto, mientras hago memoria.

- Felipe y Leticia, aclara mi amiga. Pues se va a quedar en una reunión de tasca al lado de la que vamos a montar.

La Miss sonríe feliz. Nos besa efusivamente a las dos. Luego, me coge la mano, y dice, muy bajito:

- Lo que más me gusta es que tú seas su madre.

- Pues no sabes muy bien donde te metes, que tu suegra tiene muchas virtudes pero anda, que para aguantarla, interviene Mamen que, si pierde facultades no será en el oído.

Llega el camarero y nos trae unos chupitos de ronmiel con los que brindamos entre risas.

- Acuérdate de lo que te digo, dice Mamen a la Miss, este es el comienzo de una gran amistad.

Un poco más peliculera y nace directamente Almodóvar.

6 comentarios:

Ellyllon dijo...

Me encanta.
Me chifla.
Lo he pasado genial.

¡¡Qué bien escribes y qué bien que hablas!!

Bueno, y la Miss, que será joven pero de mojigata no tiene un pelo.

Mamen es que lo vale.

Un besazo
elly

Pilar Abalorios dijo...

Que bien, que bien, nueva entrega del heredero y la miss, ya me temía yo que liada con las compras, las listas de invitados y demás nos dejaras con la curiosidad y ya sabes cómo acabó el gato.

Al tema, esta niña es estupenda (en inglés que es a la vez ser y estar)y tiene la cabeza estupedamente arereglada, sabe lo que quiere y se lo está trabajado, olé!

Sinceramente siempre me ha parecido bobo no usar todas las armas que tengas, y como tiene la III Flota a su disposición, es claro que el Hereder cae.

Y ¿que mejor incorporación a la familia (Mamen y tú) que una joven como esta?

La frase del culo y la capacidad de ganarse la vida se merece una escena en El Padrino, casi me levanto a hacerle la ola.

Me ha encantado. Besos "suegra/cómplice"

Valdomicer dijo...

Si necesitas alguien que te eche una mano, ya sabes que aquí tenemos experiencia y que la cosa es reciente.

Anónimo dijo...

Me he quedado muerta cuando he pinchado el enlace de Ríofrio, me lo apunto para cuando se me ocurra aterrizar en Madrid.

Caray con la miss, de tonta no tiene un pelo eh ? me parto con tu amiga Mamen y me gustaría verte a ti por un agujero jajajaja

Besos y buen finde !

La de la tiza dijo...

Elly, gracias, guapa, qué gusto.
Pilar: la gente joven es que tiene las ideas muy contundentes.
Valdo: llegado el caso, pediría ayuda. Muchas gracias.
Bet: en Madrid hay sitios mejores que éste, aunque no está mal para ver el panorama desde los ventanales del Bistrot.
Estoy de acuerdo contigo, Mamen es un lujo como amiga.

Tita dijo...

La operación "ganarse a la suegra" va viento en popa ¿eh?

No te ha minusvalorado ni un poquitito, tonta no es, y sabe que tú tampoco, así que ha desplegado lo mejor de lo mejor en estos casos: la sinceridad más absoluta.

Yo también quiero hacer la ola con lo del culo y ganarse la vida: de cine. Con representantes así, a veces da gusto ser mujer.

Me tenía preocupada a mi esta chica, porque eso sí, debajo de ese discurso, esta está enamorada cual berraca. Que es lo bueno.

Y si el heredero habla "eso privado entre vosotros" con ella...me da a mí que también. Me ha recordado esa situación al post que escribí...http://amorycocinacotidiana.blogspot.com/2010/07/de-perritos-y-de-estrellas-o-historias.html

Besos