martes, 9 de noviembre de 2010

Dos arbolitos



Íbamos plácidamente cogiditos de la mano mi chico y yo (más que nada porque yo pertenezco a la especie de las que no pierden ocasión de darse de morros con todas las piedras mal colocadas que hay en el campo) cuando llegamos a una explanada en la que se alzan dos únicos árboles, cuyas ramas se entrelazan hasta identificarse. Hay algo en la imagen que me llama la atención, además de su belleza. Una imagen que me evoca algo… hasta que lo localizo.

Una canción mexicana que se cantaba mucho en mi primera juventud. Y entonces hago memoria. Estaba interna en un colegio de monjas – muy majas, por ahí ninguna película, las debo mucho de cómo soy – que hacían honor a su época. Y su época ponía el foco de atención en lo sentimental. Todo era sospechoso. Hasta extremos inauditos, ridículos.


A mí me han gustado mucho las rancheras, los corridos mexicanos. Soy una folclórica, en suma. Y en el colegio permitían llevar discos que ponían en el salón los días de fiesta. Yo llevé varios discos de Jorge Negrete y de Miguel Aceves Mejía y me los requisaron por inconvenientes. Uno de ellos incluía una canción dedicada a dos arbolitos, cuya letra reza así:

Han nacido en mi rancho dos arbolitos.
Dos arbolitos que parecen gemelos.
Y desde mi casita los veo solitos.
Bajo el amparo santo y azul del cielo.

Nunca están separados uno del otro.
Porque así quiso Dios que los dos nacieran.
Y con sus mismas ramas se hacen caricias.
Como si fueran novios que se quisieran.

Arbolito, arbolito, bajo tu sombra
Voy a esperar que el día cansado muera.
Y cuando estoy solito mirando al cielo
Pido pa' que me mande una compañera.

Cuando voy a mis siembras y a los maizales
Entre los surcos riego todo mi llanto
Sólo tengo de amigos mis animales
A los que con tristeza siempre les canto.

Las vacas, los novillos y los becerros
Saben que necesito que alguien me quiera
Y mi caballo pinto y hasta mi perro
Han cambiado y me miran de otra manera.

Arbolito, arbolito, me siento solo
Quiero que me acompañes hasta que muera.

Me deleito en la imagen de los dos arbolitos, bajo el amparo santo y azul del cielo.


- ¿Te acuerdas de la canción de los dos arbolitos?, pregunto a mi chico.

Pero él, que también estuvo interno por los mismos años, no tiene idea de lo que hablo. Se ve que la educación sentimental de los chicos daba menos problemas.

Así que fotografío a los dos arbolitos, tan verdes y bucólicos, tengo un brevísimo pensamiento para el vecino del Vaticano que se ha paseado este fin de semana entre Santiago y Barcelona impartiendo ideología y metiendo cizaña en la sociedad actual, y me pregunto cómo hemos podido salir mínimamente normales las chicas de mi generación. Tan normales que no hemos llevado a nadie, ni siquiera a los colegas del jefe vaticano, al Tribunal Internacional de La Haya.

- Una santa, es lo que soy yo, le digo a mi chico.

- Anda, ponte con los árboles que te hago una foto, responde.

Y poso, mientras le canto los arbolitos.

Quiero que me acompañes hasta que muera…

7 comentarios:

Uma dijo...

me encanta como has enlazado vivencias actuales con fotos con recuerdos y con actualidad!!
Y yo que no me he enterado todavia de lo que ha dicho el papa! cachis!
besos

Ellyllon dijo...

Si supieran ellas y ellos que la lascivia y lo pecaminoso está en los ojos (y los oidos) del que mira...

Me encantan esos dos árboles y el entorno.

Un besazo
Elly

Pilar Abalorios dijo...

Paseando del brazo de alguien especial, ¿cómo si no vas a poder apreciar la belleza de un par de árboles en el camino? Y ¿cómo sin una tremenda dosis de sentido común e inteligencia nada común se puede revolotear con la mente desde un pasado entre mojas a un presente de libertad?
Pues eso, enhorabuena.

Tita dijo...

Qué bonito, y qué buena foto y qué buen recuerdo.

Y sobre lo otro, creo que alguien sí ha llegado a demandar a la iglesia por traumatizar con demonios y el fuego eterno...

¡ay!

Anónimo dijo...

¡Me ha encantado el post !

Preciosas las fotos de esos dos árboles y que bueno que te acordaras de esa ranchera tan acorde !

Lo que no me extaña nada es que las monjas te requisaran los discos, con esas canciones de letras tan "obscenas y libidinosas" ajajaja ....

Que bonito y romántico paseo, precioso recuerdo.

Besos !

Valdomicer dijo...

Pues yo estoy con tu chico: No me suena la canción. Para nada.

Mi madre les secuestró a mis hermanas un disco de Mary Triny porque decía "...quién alos quince años / no dejó su cuerpo abrazar...".
Dramático.

La de la tiza dijo...

Uma: si no te has enterado, mejor, déjalo y no te molestes. En esencia, que las mujeres como en casita en ninguna parte.
Elly: pues fíjate, yo creo que ni siquiera lascivia, simplemente suciedad.
Pilar: yo es que soy una tía con suerte, con mucha suerte.
Tita: no sé si lo han denunciado, deberíamos hacerlo y no por el infierno, sino por tantos como han muerto por indicación suya.
Bet: las monjas eran el resultado de su tiempo, creo que ni siquiera libidinosas, tontorronas y un poco cochinas. Y, si, paseo romántico.
Valdo: menos mal que quedamos cuatro para testificar que es verdad lo que digo porque cuando veo a críos de 12-13 años morreándose por ahí, me digo, ¿a ver si es que he soñado lo mío?