miércoles, 29 de diciembre de 2010

El morral

Nos acostamos pasada, muy pasada, la medianoche. La cena en la bodega se prolongó hasta que casi no nos veíamos unos a otros, entre el humo del tabaco y los vapores de los vinos que, finalmente, se abrieron.

Sólo en una operación de cata, cayeron las dos botellas de Vega Sicilia – una de ellas Reserva de 1981 – y otra de Chateau Laffitte-Carcasset de 1966. La primera la acompañamos de un queso del Páramo de Guzmán y la segunda, de unas rosquillas que trajo Begoña de su casa deprisa y corriendo.

- Yo creo que es un pecado beber estos vinos así, dice Charly.

- Tú bebe y deja los pecados para otro momento, le responde Mamen.

- Pecado debe ser morirse sin haberlos probado al menos una vez en la vida, la mujer de Vitorchu está particularmente sensible en este punto.
Salimos de la bodega cantando cada cual lo que sabe. Ignacio y mi chico salen los últimos.

- Los hombres se han alejado de la puerta, por si acaso, comento en voz alta.
A Gigi le da la risa floja pero acabamos todas apoyadas en la pared y con las piernas cruzadas, para evitar sofocos.

- Creo que me hago pis, dice la santa madre.

- Ay, que me meo de la risa, repite Mamen como una letanía. Apuesto que se está imaginando a alguno con la bragueta cogida en la puerta.

- Tu chico es muy capaz de dejarnos ahí pillados, comenta Jesús, como si le hubiera leído el pensamiento.

- No lo intentéis, por si acaso, responde el aludido.

Llegamos a casa a todo correr y, mientras hacemos turno en los baños, en la puerta de casa los hombres ultiman los preparativos para el día siguiente.

- A las siete, todos arriba para salir en cuanto amanezca el día, propone mi chico.

- Nosotros llevamos almuerzo para todos, oigo a los primos.

- Y yo llevo aguardiente y chocolate, añade Jesús.

- Yo cojo unos chorizos del aceite, dice mi chico.

- ¿Estos se van de caza o de guateque?, pregunta Mamen.

- Pues los machos cazadores procurad no hacer ruido para no despertarnos a las débiles mujeres que nos quedamos en la cueva, advierto en voz lo suficientemente alta para que me oigan los de casa y los de fuera.

Cuando voy a acostarme, doy con el pie en algo duro debajo de la cama. Miro – con no poco esfuerzo – y veo las escopetas de mi chico.

- ¿Qué hace esto aquí?, pregunto.

- A lo mejor doy dos tiros, según como salga el día, responde, evasivo. Y la otra, para el chico.

- Pero si el Heredero no ha cogido una escopeta en su vida, aseguro.

- Te asombrarías de saber la cantidad de cosas que ha hecho el Heredero y que tú ignoras, responde con toda su cachaza.

- ¿Ya tienes permiso del coto?, insisto.

- Claro, lo he tramitado para todos, por si acaso, explica.

- Por si acaso, ¿eh?, estáis buenos vosotros. Me doy media vuelta y me duermo.

Antes de amanecer, empiezan a oirse las puertas que se abren, los grifos de los baños y de la cocina, las carreras en el pasillo, las voces de los de fuera, los coches y los perros. Tres cuartos de hora hasta que arrancan, por fin. Me vuelvo a dormir. Me levanto pasadas las 10. Antes de irse, los hombres han atizado la gloria, así que la casa está calentita. Preparo el desayuno y espero que bajen – las habitaciones están en el piso superior - Mamen y Gigi.

Al rato, llaman a la puerta: mi cuñada ha venido al pueblo con Maite y Dani. Ella y mi suegro viven en la capital.

- Hice pereza para venir ayer y hoy he tenido que darme el gran madrugón, dice.

- Pues siéntate a desayunar con nosotras para reponerte, propongo.

Mi cuñada es una versión corregida y aumentada de Gigi pero en soltera y con menos – muchísimo menos – patrimonio. Aunque, a los efectos, como si fuera heredera única de Botín. No ha estudiado, ni trabajado, porque ambas tareas son muy fatigosas, ignora lo que es una responsabilidad y no tiene intención alguna de cambiar de forma de vida. Cuando se aburre, le da algún mal. Angustia vital, debe ser porque estrés, no creo. Se alimenta espiritualmente del Hola y de las publicaciones sobre la familia real y considera una intelectual a Pilar Urbano, por su libro sobre la reina. Si no fuera porque sé que es de carne y hueso - ¡y qué carne y qué hueso! - diría que es un personaje literario: una vida entre visillos.

Pero aquí está, una vez que supone hemos resuelto los asuntos de intendencia. De espectadora. La miro y pienso que ha de ser interesante ver el encuentro entre cuñada y Gigi. Duelo en o.k. Corral.

Bajan juntas, nuestras invitadas. Mamen se alboroza al ver a la cuñada.

- Esmeralda, que alegría de verte. Nos dijo tu padre que no te encontrabas bien, saluda.

- Ando un poco regular, se justifica ella, pero me apetecía veros.

Hacemos las presentaciones, aquí, mi cuñada, aquí la mamá de la Miss. La cuñada, que ha oído hablar de los santos padres, la mira con arrobo. Seguro que ha procesado el tamaño y los kilates de las joyas que lleva y conoce la marca del perfume y de las cremas que se ha dado en la cara. En eso, es una experta.

Gigi se deshace en cumplidos. ¡Qué bien ha dormido, qué agradable es la casa, qué simpática la gente, qué bonito el pueblo!

- ¿Les has enseñado la iglesia?, me pregunta la cuñada.

- No nos ha dado tiempo, como hacía frío nos refugiamos en la bodega y salimos tardísimo, me justifico.

- Pues tienes que verla, es pequeña pero muy bonita.

- Luego vamos, acepta Mamen.

Desayunamos con tranquilidad y abundancia. Gigi nos habla de un pequeño pueblo francés donde veraneaba de niña.

- Mi abuela había sido compañera de colegio de Ena de Battemberg y en verano coincidían en Biarritz, yo protestaba porque donde me gustaba ir era al pueblito porque podía disfrutar de ella sin interferencias y a mi aire.

Observo que mi cuñada empieza a estar congestionada, hasta que, al fin, pregunta:

- ¿Ena de Battemberg no era la reina Victoria Eugenia?

- Si, pero entonces ya no era reina, vivía en Suiza y en verano pasaba unas semanas en Biarritz, explica Gigi, con la naturalidad que le es propia.

Miro a Mamen tratando de que no se me transparenten las ideas pero las dos hemos coincidido: Gigi, te la has cargado con todo el equipo. A partir de ahí, la cuñada somete a la pobre santa madre a un cuestionario que para sí quisiera el CNI (Centro Nacional de Inteligencia, para los amigos).

Son más de las 12 cuando sugiero que a lo mejor es hora de ver qué hace la novia de España.

- Pero si la niña está cazando, explica Gigi.

- ¿Cómo que cazando? Pero ¿tu hija caza?, me asombro.

- Desde que era muy pequeña. Ignacio siempre quiso tener un chico para llevarle a cazar y pescar. Como Dios no nos lo dio se llevaba a la niña.

- Pero si sólo iban hombres, aquí no es costumbre que vayan las mujeres a cazar, trato de explicar.

- Por eso no te preocupes, está acostumbrada, desde muy pequeña ha ido a cazar con Ignacio y sus amigos. Gigi nos tranquiliza. Os aseguro que es una buena escopeta, va a dejar alto el pabellón de la familia.

- Es que aquí no es costumbre que vayan las mujeres, repite mi cuñada. Es más, NUNCA EN LA VIDA ha ido una mujer a cazar.

- Alguna tenía que ser la primera, dice Mamen.

Después de la una empiezan a llegar los coches. Del primero, bajan los primos con carita feliz pero el morral vacío. Dani, que cuida a sus perros con no menos atención que a los hijos, y que tiene un carácter angelical, sale del coche y se va directamente al corral a encerrar a los canes sin dirigirnos la palabra.

- ¿Qué tal se os ha dado?, pregunta mi cuñada a voces.

- A unos mejor que a otros, responde, con evidente malhumor.

Del coche de mi chico bajan él, los novios e Ignacio. El santo padre, con perdón, sale tan orondo, lo mismo que el Heredero. Mi chico, con su pachorra habitual. La Miss está exultante y con modelito ad hoc. Tengo que preguntarle al Heredero si se dedica a tornearle las piernas en sus ratos libres porque no es posible que vengan así de serie, pienso al verla venir hacia nosotras. El morral, de legítima piel de Ubrique, aparenta estar a rebosar.

- Equipo local, 0, visitantes, 4, nos informa con una sonrisa de oreja a oreja.

Pasamos todos a la cocina para ver qué traen: una liebre y tres perdices.

- Si alguna vez se declara una guerra, me pido en el mismo bando que tu hija, dice, por fin, mi chico, echando el brazo por el hombro a Gigi. Es la única posibilidad de salir vivo.

- Ya te he dicho que es alumna aventajada mía, añade Ignacio.

- Y tan aventajada, responde mi chico.

- ¿Cómo ha ido la batida?, pregunto yo.

- Si quieres que te contemos una de caza, te puedo leer algo de Delibes pero si quieres la verdad, termino antes: no nos hemos estrenado. Ni siquiera Dani, que es el que llevaba los mejores perros, ha cobrado una pieza. Se lo ha llevado todo la Miss, cuenta el Heredero.

- Te lo había advertido y creías que presumía, yo tengo un cuerpo para el pecado y un ojo para la caza, explica la aludida parafraseando a Melanie Griffith.

Miro a Giggi con una mano en las sales por si fuera menester, pero la santa madre sigue embobada a la niña. Ella, el padre, el Heredero, la cuñada, Mamen, Charly, mi chico, incluso Jesús y los primos que observan la escena plantados en la puerta de la cocina siguen los movimientos de la Miss con arrobamiento. Me los imagino en el campo, observando con idéntico arrobo los pasos de la niña, con esas piernas que se gasta. Lo raro sería que hubieran acertado.

- De limpiarlas os encargáis vosotros, concluye la reina de los mares, dejando los bichos sobre la mesa de la cocina.

- Déjalo, ya lo hago yo luego, se ofrece mi cuñada.

- Eso, así desengrasas, le azuza su hermano.

Estamos preparando las parrillas para las chuletas cuando entra Dani en el patio. Trae mejor cara y un plato con chorizo que va pasando a todos. Al llegar a la altura de Ignacio, se le enfrenta.

- Me alegro mucho de que vayáis a emparentar con éstos – nos señala – y espero que consideréis el pueblo como vuestra casa pero también te digo una cosa – y señala con el dedo a la Miss – mejor que no dejes a tu hija suelta con una escopeta por estos campos. Por la buena marcha del negocio.

- Os creíais que sólo tenía culo ¿a que sí?, reta la aludida. Pues ya veis, también tengo buena mano, y dirige una mirada pícara al Heredero.

- Ay, por Dios, esta niña dónde ha aprendido… balbucea Gigi.

- ¡Qué orgullosa estarás de tener una hija así!, se le acerca Mamen con media arroba de árnica. Les ha dado un baño.

- Esta niña tiene más peligro aún que tú, le digo a Mamen al oído. Y mira que me parecía difícil.

- Esta niña es digna sucesora nuestra, responde ella.

- Querrás decir tuya. Más hubiera querido yo que ser así, digo.

- Mira la purísima concepción, cualquiera diría que acabaras de salir del convento, me dice, en voz baja.

- Ay, qué sofoco, oímos a Gigi detrás de nosotras, te aseguro que esas cosas no las ha aprendido en nuestra casa, me dice con voz compungida.

- Seguro que las ha aprendido en la nuestra, decimos a la vez Mamen y yo.

Gigi nos mira sorprendida pero luego, nos ve tan contentas que esboza una sonrisa con nosotras. Menos mal, porque si se diera la vuelta vería cómo su hija le toca el culo a mi hijo. Mi cuñada debe haber pedido asilo político en la cocina.

6 comentarios:

Pilar Abalorios dijo...

Si tú no lo haces, me pongo manos a la obra a recapitular toda la colección, y si hay que imprimir y coser a mano el manuscrito también.

¡Cómo me he podido reír!

Gracias, Tiza.

ODRY dijo...

Que envidia lo de la cata de vino, ese Vega Sicilia, por Dios, escribe lo que haga falta, pero a la próxima me apunto, que te voy a dar una de material para tú libro, espero que todo contable, eso sí.

Un besazo.

Valdomicer dijo...

Me apunto a echarle una mano a Pilar.
¡Anímate, Tiza! A esto solo le falta un poco de lija, una capa de barniz y a por el Planeta.

Tita dijo...

¡Cuánto vales, nena! Esto con unos capítulos más (ahora ya no sé si me gusta más la Gigi o la Miss) lo tienes hecho, por favor

Pilar, tú dime donde y cuando imprimimos y cosemos, que allá voy con barrigón y todo ¡esto lo tienen que leer hasta los que no tienen internete!

Sencilla y cercana como Delibes, costumbrista como Galdós y lo más importante ¡con tu propio estilo!

Más, más maaaaaaaaaaás!!!!

Besitos

La de la tiza dijo...

Amig@s todos, gracias, gracias, por vuestra fé literaria. Pero digo yo, sin que os lo toméis a mal, ¿qué os han hecho de malo los árboles para que sólo penséis en gastar papel? ¿No os gusta la intelné? Pues ya está.
Besos a todos, incluso a la bocazas de Cruela, y que el año 2011 sea bueno y nos permita seguir reuniéndonos tal que así mismo. Chin, chin.

Valdomicer dijo...

¡Chin, chin!