sábado, 23 de octubre de 2010

El Chivo en el Pardo

El sábado amanece soleadamente otoñal. El otoño es una de las bendiciones que la naturaleza ha otorgado a Madrid. La temperatura es benigna y la luz, hermosamente diáfana. Se impone aprovechar la jornada. Decidimos pasear por el monte de El Pardo, que nos pilla cerca.

Llamamos a Mamen, que se nos une. Como es natural, en ella, se retrasan.

- Lo tengo comprobado, incluso si va al lado de casa, llega tarde. Quedas con ella en la piscina, que está a 30 metros de la puerta, y llega media hora tarde, explica su marido, con su santa paciencia.

La mañana está preciosa pero los carteles de la M-30 advierten de que hay exceso de contaminación y aconsejan utilizar el transporte público. Está bien la advertencia pero mejor estaría si la hicieran antes de salir de casa.

El Pardo, donde vivió el “anterior jefe del Estado”, por otro alias Francisco Franco, es un barrio de Madrid, de donde dista unos pocos kilómetros. Cuando éramos (más) jóvenes fue uno de nuestros lugares favoritos. Aquí veníamos a pasar la tarde, picoteábamos en alguno de los restaurantes del lugar o merendábamos en La Marquesita, que ahora está en obras, un chocolate memorable. En realidad, veníamos a ligar lejos de la mirada familiar.

Paseamos por el monte con las cámaras al hombro. Mi chico persigue una foto de un ciervo de muchas puntas pero sólo divisamos dos gamos allá a lo lejos. Otro día será.

Mira que me da rabia esa costumbre de las chicas con las chicas y los chicos con los chicos pero aquí nos tienes a ellos delante enredados en una charleta sobre la evolución de la economía y a nosotras detrás, arreglando el mundo con efecto retroactivo.

- Por aquí debio ser donde el guarda forestal te pilló morreándote en el coche con tu novio el Forastero, ¿No?, me dice Mamen. ¡Cómo pasa el tiempo, chica!

- A mí no me ha pillado ningún guarda morreándome con nadie en El Pardo, respondo, no porque quiera sacudirme el muerto (el Forastero lo era) sino porque es verdad.

- Anda, que no, que me acuerdo perfectamente, debíamos de tener 16 o 17 años, bueno tú alguno más, insiste.

- Vamos a ver, que quede claro de una vez, a ti te suenan campanas porque donde sí me pilló un guarda morreándome fue en el Retiro y no era con el Forastero. Es más, yo siempre he creído que a quien pillaron en ese trance en este monte y en un coche fue a ti.

- ¡Qué dices! ¡A mí, en la vida, vamos hombre, ni loca!, se defiende.

- ¿Cómo que ni loca? Pues anda que no ligabas ya entonces. Y siempre con chicos que tenían coche, puntualizo.

Y nos reimos como dos bobas, que hasta nuestros chicos se vuelven a ver qué nos pasa.

Hace tan buena temperatura que decidimos quedarnos a comer en El Torreón, un clásico. Antes de entrar a comer hacemos ademán de entrar a ver el Cristo del Pardo pero hay una boda y demasiada gente.

Bien comidos, cogemos el coche para acercarnos al pantano de Mingorrubio, que se ve a lo lejos, pero nos perdemos dos veces. En el segundo intento, nos damos de bruces con la puerta del cementerio.

Y entonces recuerdo haber leído que, si prospera la idea de hacer de Cuelgamuros un museo, o lo que sea, de los caídos en la guerra habría que sacar de allí a Franco y, en ese caso, lo procedente sería llevarlo a este cementerio donde la familia ya tiene un nicho.

En la entrada del cementerio se advierte que está prohibido hacer fotos y el acceso con animales pero delante de nosotros entra una pareja con un perrillo. O sea.

El cementerio produce una sensación extraña. A la derecha, se levantan varios mausoleos ni demasiado grandes ni demasiado suntuosos, se diría que pretenden no demostrar demasiado cuán ricos son sus propietarios. Algunos de ellos carecen de cualquier identificación. O bien están vacíos o bien están ocupados por alguien que protege su intimidad incluso después de muerto.

No encontramos ninguno que lleve el apellido Franco pero, a cambio, encontramos el mausoleo - totalmente negro - de la familia Trujillo, donde se encuentran los restos de Rafael Leónidas Trujillo. Sobre él Vargas Llosa escribió “La fiesta del chivo”, aludiendo al alias del dictador dominicano, que murió a manos de sicarios, fue enterrado inicialmente en el cementerio parisino Père-Lachaise y posteriormente trasladado a este lugar que la familia consideraba más seguro.

Este es el Trujillo que mandó matar a las Hermanas Mirabal, el 25 de noviembre de 1960. En su memoria se acordó conmemorar cada 25 de noviembre el Día de la No Violencia contra la Mujer.

Cerca de la salida, descubro una lápida que reza: “Quien confía en mí, vivirá eternamente. Familia Z.” No hay ninguna otra inscripción ni signo religioso, de manera que parece más un slogan comercial que otra cosa. Capitalismo en estado puro.

9 comentarios:

Pilar Abalorios dijo...

Que imagen más dura para una jornada tan agradable, sin duda se lo debo a Vargas Llosa pero no puedo oir nombrar a Trujillo sin que se me revuelvan las tripas, y ya entiendo que todos tienen derecho a una tumba y un lugar donde su familia o quien les quiera les llore (bueno lo tengo claro yo, pero no todos ¿verdad?), pero de algún modo es como su su miasma contagiase el aire.
Un beso, picaronas.

Tita dijo...

Por lo que se ve, hicisteis tanto caso como los del perrillo.

O sea, que algo habrá que ocultar ¿no? primera vez que oigo de un cementerio en el que prohiban hacer fotos. Por algo será, claro que sí.

Día precioso hizo hoy. Mañana como siga así, a Boca del Asno de cabeza, que estoy yo de antojo, leche!

Abrazos

Tita dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ellyllon dijo...

Veo que unos entran con perrico al cementerio y otros hacen fotos jejejejejejejeejejeje

Si es que las leyes están pa saltárselas (bueno, no todas, tu me entiendes, una frase hecha...)

Mira que cada vez que vengo me enseñas algo nuevo. No conocía lo de Trujillo. Sé que quedo mal, pero ya quedé por los suelos con lo del cárabo y no leer a Delibes... :-((

Por lo de la lápida, más parece el slogan del marmolista que otra cosa, ¿no? jejejejejejejeje

Un besazo
Elly

La de la tiza dijo...

Pilar: es cierto, nos sobrecogió un poco la imagen del panteón negro y el recuerdo de sus ocupantes. Más aún cuando comprobamos que, salvo la inscripción exterior "Familia Trujillo", nada en el interior indicaba que allí hubiese alguien enterrado y el aspecto era de olvido. Como si hiciera mucho tiempo que nadie hubiera entrado alli.
Tita: no hicimos caso porque entendimos que se trataba de un lugar público donde no había ninguna razón para que estuviera prohibido hacer fotos, más allá del respeto a la intimidad de los visitantes. No sé si tienen que ocultar o no pero no conozco un cementerio con menos pinta de ello que éste.
Elly: no lo vas a creer pero yo soy muy respetuosa con las leyes, excepto cuando me parecen una melonada, que era el caso. (Aparte de que las fotos siempre es una tentación).
Y aquí nadie queda mal, se trata de charlar un rato, en confianza. Todos somos conscientes de que es más lo que ignoramos que lo que conocemos. Así que disfrutemos de lo poco que sabemos...

La de la tiza dijo...

Pilar: es cierto, nos sobrecogió un poco la imagen del panteón negro y el recuerdo de sus ocupantes. Más aún cuando comprobamos que, salvo la inscripción exterior "Familia Trujillo", nada en el interior indicaba que allí hubiese alguien enterrado y el aspecto era de olvido. Como si hiciera mucho tiempo que nadie hubiera entrado alli.
Tita: no hicimos caso porque entendimos que se trataba de un lugar público donde no había ninguna razón para que estuviera prohibido hacer fotos, más allá del respeto a la intimidad de los visitantes. No sé si tienen que ocultar o no pero no conozco un cementerio con menos pinta de ello que éste.
Elly: no lo vas a creer pero yo soy muy respetuosa con las leyes, excepto cuando me parecen una melonada, que era el caso. (Aparte de que las fotos siempre es una tentación).
Y aquí nadie queda mal, se trata de charlar un rato, en confianza. Todos somos conscientes de que es más lo que ignoramos que lo que conocemos. Así que disfrutemos de lo poco que sabemos...

La de la tiza dijo...

Joer, tengo el dedo más rápido a este lado del río Pecos.

Uma dijo...

Estas trasgreso Tiza!!! en coche a pesar de la contaminación y haciendo fotos en lugares prohibidos...en fin! una escapada peculiar, por lo improvisada y bien contada!besos

Anónimo dijo...

Que excursión mas original, seguro que no imaginábais ni por asomo que terminariais en el cementerio ajajajaja... y menuda sopresa encontraros con el mausoleo de tremendo personaje, puff.
Confieso que yo tampoco me hubiera resistido a usar la cámara, ya sabes que siempre va conmigo.

Besos !