sábado, 30 de octubre de 2010

No sepas lo que pasa...


Retrato de Miguel Hernández por Buero Vallejo

Se habían casado en plena guerra civil. En diciembre de 1937 nació su primer hijo, Manuel Ramón, que muere pocos meses después. En enero de 1939 nació Manuel Miguel. Al terminar la guerra, fue encarcelado. Estando preso recibe una carta de su mujer: es tal su grado de abandono que sólo puede alimentarse de pan y cebolla, le cuenta.

Así nace la nana más triste y más hermosa que un padre pueda dedicar a su hijo. Joan Manuel Serrat le pone música muchos años después.

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre

Hoy, 30 de octubre, se cumplen cien años del nacimiento del poeta Miguel Hernández. Murió en la cárcel el 28 de marzo de 1942, antes de haber cumplido los 32 años.

La Biblioteca Nacional, Paseo de Recoletos esquina a Plaza de Colón, le dedica una exposición conmemorativa – La sombra vencida -. Si tienes oportunidad, no te la pierdas. Contiene documentos, cuadros, fotos de la época del poeta y de muchos años después. Algunos de quienes prohibieron sus versos, en los años 60 y aún 70 del siglo XX, son nombres y apellidos conocidos, de esos que se reclaman demócratas de toda la vida, que del poeta sólo aprendieron los últimos versos de la nana:

No sepas lo que pasa / Ni lo que ocurre.

6 comentarios:

Pilar Abalorios dijo...

Estoy segura que esta generación nuestra también contará entre sus miembros personas mágicas y valientes, pero me encantaría saber algo de ellas.
No me hagas caso, ultimamente veo nuestra sociedad muy perdida, como si ya nada valiera la pena, como si hubéramos renunciado al sueño de un mundo mejor, y nos conformáramos con la idea de poder comprar (aunque sea a crédito) una pizca de comodidad.
Un saludo

La de la tiza dijo...

Pilar: algo hay de lo que dices, seguramente, pero también hay mucha generosidad en organizaciones menos conocidas. Observa a tantas ONG's que se sostienen por el voluntariado de personas que ceden a diario una parte de su tiempo, su inteligencia y sus conocimientos.
Lo que ocurre es que el ambiente es aplastante y hay como un ambiente de conformismo muy desalentador.

Tita dijo...

Las nanas de la cebolla siempre me parecieron tan hermosas y bellas como sórdidas y representativas de aquellas hambres (hambrunas)

Algunos, como en mi familia paterna, no tenían ni cebolla.

No es conformismo lo que veis. Creo que esta crisis, por fin, abre los ojos para disfrutar de aquello que a los de mi generación que no habían tenido la suerte de escuchar de sus mayores, pensaban que venía regalado.

Se ha disfrutado sin reflexión. Es ahora cuando se empieza a agradecer.

Nada hace reaccionar a un pueblo como el hambre o la falta de libertad. Y eso, menos mal, aún no ha vuelto a llegar.

Que no es lo mismo sólo tener para comer pan y cebolla, que volver a casa de papa y mamá a comer el rico menú del día.

Abrazos apretaos

Uma dijo...

que pena!miraré lo de la exposición, me apetece.Hay tantas historias tristes!
besos

La de la tiza dijo...

Tita: la diferencia es que mi generación nunca hubiera vuelto a casa de papá y mamá, hubiera buscado su propia vida. Pero también creo que buena culpa del conformismo de los jóvenes es de sus papás, que les han dado de todo menos principios.
Uma: si tienes oportunidad, ve a verla. La exposición no emana tristeza sino sabiduría, compromiso, lección de vida.

Anónimo dijo...

Que bonito! La de la tiza